III: Liebres

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— ¡Volví! — exclamó Lenny haciendo a Vía reaccionar.

El olor de la pizza le llenó la nariz y activó su hambre nuevamente.

Ignoró a los otros dos y caminó hacía la comida sin pensarlo. Estaba hambrienta, tanto que casi había olvidado la conversación anterior.

— No sabía qué te gustaba, así que compré varias cosas. —dejó la comida sobre mesa; cajas de pizza, galletas, botellas de agua, cereal, prácticamente un poco de todo.

— No la consientas, no se quedará mucho. —le advirtió Dereck desde el sillón.

Ambos lo ignoraron y se sentaron a la mesa a comer.

No se detuvo a pensar en cómo la había pagado o cómo había ido y venido tan rápido. Tenía hambre y no pensaba cuando tenía hambre.

— Sabes, es interesante tener a alguien nuevo por aquí de vez en cuando. —conversó Lenny mientras Vía se atragantaba con un pedazo de pizza.

— ¿Me estás diciendo aburrido? —le reclamó Sanders desde la sala y antes de que contestara, un ruido los interrumpió.

¡Crack!

Todos miraron a la puerta y Vía dejó de masticar su jugoso y aún calientito trozo de gloria quesosa.

Dereck se enderezó y Sanders le quitó los ojos de encima a la chica.

Los tres pudieron olerlo. Peligro.

— Llévatela. —ordenó Dereck haciendo que su hermano corriera para alejarla de ahí.

La tomó en brazos y sin pensar comenzó a correr hacia su habitación.

Vía estaba confundida, pero no dijo una palabra.

Sanders se sentó sobre el marco de la ventana y con cuidado sacó a la chica mientras abajo se oía como los otros dos hablaban con alguien más.

Bajó por la enredadera de la pared, después de estar seguro que Vía estaba abajo, cuidando que no se lastimara.

Pisaron tierra firme y nuevamente comenzaron a correr. Sanders corría inhumanamente rápido, pero de alguna forma Vía logró seguirle el paso entre saltos y tropiezos.

Ella no sabía por qué demonios corrían ni de qué, pero confiaba en Sanders, quien no soltaba su mano.

El aire les golpeaba el rostro y casi podían sentir cómo algo los seguía a lo lejos.

Sanders se detuvo. Escuchó con atención.

Vía vió a los cuervos emprender vuelo en dirección a la mansión y el chico nuevamente la miró.

Había silencio.

— Se fueron... —susurró mirando atrás con cautela.

— Hay que volver. —se dió la vuelta sin soltar a Vía y sin mucha prisa volvieron al castillo.

Vía notó que el bosque parecía más inmenso de ese lado. Las distancias eran mucho más largas y el pueblo estaba muy lejos ya.

Llegaron a la mansión y al entrar encontraron a los chicos reunidos en el comedor.

Analizó el ambiente y trató de descifrar lo que ocurría, pero no tenía ni la menor idea.

No entendía lo que estaba pensando y lo peor era que nadie se dignaba a explicárselo.

— ¿Los vieron? —preguntó Lenny preocupado.

Sanders negó. Estaban a salvo.

— Te dije que no era buena idea. Tienes que devolverla. —le ordenó el chico pálido.

— Si la lleva al pueblo seguirán su olor. —siguió Dereck un poco más tranquilo que los demás.

La única forma de que la chica estuviera a salvo ahora... era quedándosela.

— Dereck tiene razón. Ahora está más segura con nosotros. —siguió Sanders.

Vía los miró perdida en la conversación. No estaba entendiendo nada.

— ¿De qué hablan? ¿Qué está pasando? —se atrevió a preguntar.

— Liebres. —soltaron al unísono.

— ¿Liebres?...
























( créditos a los autores de los fotos... )

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