Prólogo

2K 164 37
                                    

Luces neón y alcohol.

Así es como podía describir cómo había pasado sus últimos fines de semana.

No es como si no pudiera pasar tiempo fuera de ese bar. De hecho, no era como si estuviera ahí todo el tiempo. Pero desde que había descubierto a un joven que visitaba el lugar de manera regular, y que había captado su atención desde que lo vio por primera vez, iba a verlo. Solo lo observaba a la distancia, tratando de encontrar valor para hablarle o tan solo de admirarle unos cuantos minutos cada semana que iba al local. Aunque la mayor parte de su tiempo consistía en conversar con el cantinero.

—Si tanto le interesa, ¿por qué no habla con él?— Le preguntó el cantinero cumplida la cuarta semana.

—No sabría cómo— Se rio—. Realmente ni siquiera soy el tipo de venir a bares.

—Sí, lo noto— Se recargó sobre la barra—. Solo una vez ha pedido alcohol. Suele ir por botanas. Nada baratas, por cierto. Esto no le está conviniendo y el tipo no está más cerca de saber que existe.

—Vaya, te has vuelto confianzudo, eh— Respondió el chico de cabello oscuro.

—Mi trabajo aquí es generar confianza— Se encogió de hombros.

—Ya sé— Golpeó la barra por el entusiasmo—. Envíale una bebida de mi parte. Viene casi a diario, entonces has de saber qué pide, ¿no?

—Sí, lo sé— Admitió.

—Entonces hazlo, por favor.

No se tomó más tiempo y comenzó a preparar una bebida, que Eijiro observó con cuidado. Conocer qué bebía era lo más que sabía de él para ese punto.

—Le advierto solo una cosa— Dijo él—. No es el primero que hace esto.

—Pero quizá sea el último— Le guiñó el ojo.

El cantinero bufó. Qué muchacho tan peculiar.

El hombre llamó a uno de los meseros para que llevase el pedido, especificándole que se lo mandaba el joven de cabello negro en la barra. Atendió la instrucción y llevó la bebida a la mesa en la que un joven rubio. A pesar de que se tomaba siempre una mesa para cuatro personas, estaba solo.

Kirishima estaba nervioso. Él era un joven estudiante de universidad sin mucho que hacer. Ni siquiera bebía regularmente. Pero ese hombre tenía algo que le había cautivado, y que le motivaba a seguir yendo.

Vio cómo el mesero se agachó a su altura para decírselo. La música del lugar retumbaba demasiado como para que las palabras fueran fáciles de intercambiar.

Oh, Dios.

Ahora estaba mirándolo.

Apenas y giró su cabeza, lo suficiente para poder verlo de reojo. Y sus miradas cruzaron, indudablemente. Kirishima mantuvo su mirar fijo, tratando de no parpadear ni sentirse intimidado. Aunque eso era muy difícil. Sentía que se lo comía con la mirada.

El rubio se paró de su asiento y ahora caminaba hacia él.

Mierda, mierda, mierda.

Basta, corazón, no latas tan fuerte.

Basta, sangre, no te acumules en mis mejillas.

Basta, manos, paren de temblar.

Se detuvo justo en frente de él, y le acorraló poniendo su mano en la barra.

—Yo me pago mis malditas bebidas.

Eijiro aún lo miraba a los ojos, pero temblaba. Apenas y podía sostenérsela. El rubio se retrajo, dándose una lamida en los labios antes de retirarse. Pasó por su mesa a tomar una chaqueta que tenía colgada en la silla, la colocó por encima de su hombro, sosteniéndola con un solo dedo, y le dio una última mirada antes de salir del establecimiento.

Y Kirishima se mantuvo estático, observándolo partir.

—Le dije que no era el primero— Intervino el cantinero.

—Por Dios...— Seguía observando la puerta por la que salió—. ¡Qué masculino es!


¡Hola! 

Es muy bueno volver para escribir KiriBaku. Ojalá disfruten de esta pequeña historia, llena de algo de cringe, momentos fuera de personaje y mi sencillo deseo personal de ver a un Bakugo prohéroe x Kirishima civil.

¡Sigan leyendo! Esta historia, prometo, sí terminará.

Prohéroe | KiriBaku/BakushimaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora