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Abrió los ojos con dificultad y volvió a cerrarlos. Era la tercera vez que lo hacía, realmente quería seguir durmiendo. Esa cama era increíblemente cómoda. Jamás en su vida creyó que estaría durmiendo en una cama que es más cara que todas las pertenencias en su departamento juntas.

Abrazaba la almohada, recostado boca abajo. Cuando tuvo un poco más de lucidez, notó la cama vacía.

La noche anterior había sido más tranquila de lo que imaginó inicialmente. Y estaba bien, porque fue él quien decidió que no estaba listo.

Cuando llegaron a casa de Bakugo, él admiró el enorme lugar. El anfitrión le ofreció algo de beber y aceptó solo por cortesía. Conversaron un rato en su sala y luego subieron a su habitación. Entonces, Bakugo se inclinó hacia en frente y Kirishima unió sus labios en un muy esperado beso.

Se sentía incluso mejor de lo que había imaginado.

Y fue subiendo relativamente rápido. Había una razón por la que su torso estaba desnudo a la mañana que despertó. Pero antes de avanzar más, él le dijo a Bakugo que no se sentía preparado y, avergonzado, admitió no haber tenido relaciones sexuales antes.

El rubio lo comprendió y respetó su decisión. Continuaron besándose un rato más, hasta que el cansancio se hizo presente y mutuamente decidieron acostarse a dormir.

Fuera como fuera el resultado de la noche, Kirishima había terminado con marcas por su abdomen y hombros, y los labios enrojecidos. Eso era mucho más de con lo que pensó que saldría ese día visitando el bar como cualquier otro.

Además, tal como dijo Bakugo, pudo ver algo diferente.

—Buenos días— La voz del dueño de sus pensamientos lo sacó de los mismos.

—¡Buenos días! — Respondió con más entusiasmo del que esperaba.

Bakugo le pasó un vaso de agua que había llevado para él, y Kirishima lo agradeció, reincorporándose para beber de él.

—Oye, Kirishima.

Bakugo se sentó en un sillón de su habitación, que se encontraba frente a su cama.

—¿Hm?

—Para serte franco, yo no quisiera que esto se terminara como algo de una noche.

Eijiro casi sintió que el agua se le iba a la nariz por la impresión. Tragó rápidamente y miró al hombre frente a él. Es verdad, su mirada develaba franqueza y, al parecer, él era muy directo, cosa apreciable para alguien que frecuentemente se iba con rodeos como él mismo.

—Yo... yo tampoco.

—No tenemos que ponerle un nombre a esto, pero, quisiera seguir viéndote.

Él asintió. Dejó el vaso de agua semi lleno sobre el buró a su costado. Se levantó de la cama y se dirigió al asiento donde yacía el otro. Extendió sus piernas para sentarse sobre las de él, que lo recibió con bastante gusto. Kirishima tomó el rostro de Bakugo y lo besó en los labios con suavidad.

—Por mí perfecto.

(...)

Kirishima había descubierto algo de sí mismo gracias a Bakugo.

Había tenido parejas antes, pero él nunca había pasado de las citas y los besos. Bueno, tenía ya algunos años sin tener pareja, así que el último fue durante la adolescencia.

Lo que había descubierto era que durante los momentos de intimidad podía decir o hacer cosas que, al recordarlas más tardes, consideraría absolutamente vergonzosas. Cada noche decía o hacía cosas totalmente atrevidas que, al llegar la mañana, se golpearía contra la almohada de pensarlas.

Prohéroe | KiriBaku/BakushimaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora