prólogo

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En las vacaciones de verano, Lucerys Strong, un chico de ciudad por excelencia, se encontraba en una rutina que se había convertido en tradición familiar. Aunque no era su actividad favorita, viajaba con su familia a las afueras de la ciudad, más por obligación que por placer. Lucerys, prefería el bullicio de la ciudad y la comodidad de su hogar, donde podía estar rodeado de sus aparatos electrónicos y su amado Internet.

Harwin, su padre, era el conductor designado para estos viajes. Siempre al volante con una gran sonrisa, parecía disfrutar cada minuto de estos viajes. Rhaenyra, su madre, aportaba la melodía a estos viajes. Su voz melodiosa llenaba el auto mientras cantaba una canción tras otra, con Joffrey, el hermano menor de Lucerys, en su regazo, uniéndose a la melodía de vez en cuando.

A pesar de su descontento inicial, Lucerys se encontraba a menudo perdido en la belleza del paisaje que pasaba por la ventana del auto. Los árboles altos y frondosos, las aves que revoloteaban en el cielo y el sonido relajante del viento susurrando entre las hojas creaban una atmósfera serena y reconfortante.

En medio de este paisaje, Lucerys recordaba las historias que su abuelo solía contar. Historias de tiempos pasados, de cómo la casa en el bosque había pertenecido a la familia Targaryen por generaciones.

"Bienvenidos," dijo Viserys con una gran sonrisa, extendiendo los brazos para recibir a Joffrey, quien corrió hacia él con entusiasmo. "¡Abuelo! ¡El viaje fue muy divertido!" exclamó el pequeño, enredando sus brazos alrededor de su abuelo en un abrazo apretado.

Mientras tanto, Alicent estaba a su lado con una expresión que no ocultaba su descontento. No era que odiara pasar tiempo con su esposo e hijos, sino que detestaba el viaje al bosque, y en particular, las caminatas que Viserys insistía en realizar con todos sus hijos. Pero lo que realmente le molestaba era tener que pasar tiempo con Rhaenyra y su esposo, y los hijos de Rhaenyra, a quienes consideraba molestos y vulgares.

Alicent nunca había aprobado el matrimonio de Rhaenyra con Harwin. Él no pertenecía a una familia adinerada como la de Rhaenyra, y Alicent estaba convencida de que Harwin era un vago que solo buscaba derrochar la fortuna Targaryen.

"Bienvenidos," murmuró Alicent, apenas ocultando su desdén. Rhaenyra, por su parte, extendió su mano para estrecharla con sus hermanos, y a Heleana le dio un beso en la mejilla. A pesar de ser solo medias hermanas, Rhaenyra sentía un afecto genuino por Heleana, incluso más de lo que sentía por Aegon y Aemond.

Mientras tanto, Lucerys estaba ocupado con su teléfono, desesperado buscando señal. Viserys soltó una risita al verlo, al igual que Harwin. "¿Comenzamos?" preguntó Harwin, siempre lleno de energía, dando un ligero golpe en el hombro de Viserys. Los dos hombres tenían una relación tan cercana que Viserys incluso consideraba a Harwin como un hijo más, y creía firmemente que era el hombre perfecto para Rhaenyra.

"Yo me quedaré aquí al igual que Heleana y Aegon," anunció Alicent, dejando claro que no había lugar para discusión. Viserys simplemente asintió, sabiendo que sería inútil intentar convencerla de lo contrario.

Así, Rhaenyra, Harwin, Viserys, Aemond y Lucerys comenzaron la ardua caminata. Aemond se mantuvo detrás de Lucerys, sin despegar su mirada de su sobrino. "¡Es un bonito día para recorrer el bosque!" musitó Viserys con alegría mientras subían cada vez más, disfrutando del aire fresco.

Sin embargo, Lucerys no podía evitar sentir una cierta tensión. Siempre había habido una especie de rivalidad entre él y Aemond, y parecía que ese día no sería la excepción.

"Mueve esas piernas, Strong," dijo Aemond con una sonrisa burlona, dando un golpe juguetón en el trasero de Lucerys que lo empujó hacia adelante. "¡Vamos, que falta poco, Lucerys!" gritaron Rhaenyra y Harwin, sin darse cuenta de lo ocurrido entre Aemond y Lucerys.

"No eres más que un inútil," gruñó Aemond con desprecio, sus palabras hirientes haciendo que Lucerys se sintiera incómodo y desalentado. Sin embargo, Lucerys trató de mantener la compostura, no queriendo darle a Aemond la satisfacción de verlo molesto.

Pero cuando Aemond empujó a Lucerys con fuerza, haciendo que cayera sobre las hojas que cubrían el suelo, Lucerys no pudo contenerse más. "¡¿Qué ocurre contigo?!" exclamó, frotándose el hombro adolorido.

Aemond se rió aún más fuerte, imitando la voz de Rhaenyra en tono de burla. "¡Vamos, falta poco, Lucerys!".

En un momento de ira, Lucerys arrojó una roca al ojo de Aemond. "¡Te odio! ¡Me molestas por el solo hecho de que te rechazé!" gritó Lucerys, dejando escapar sus feromonas de omega en un intento de intimidar a Aemond.

Aemond había declarado su amor por Lucerys, pero este lo había rechazado, lo que había dejado a Aemond con un profundo resentimiento. "Muérete, Lucerys," dijo Aemond, pateando hojas y tierra al rostro de Lucerys.

Aemond continuó su camino, dejando a Lucerys solo en el suelo. Por un momento, Lucerys decidió quedarse allí, disfrutando de la tranquilidad y la serenidad del entorno natural. El canto de los pájaros y el murmullo del viento en los árboles le brindaban un consuelo momentáneo.

Lucerys....

Lucerys....

Lucerys....

De repente, una voz femenina, suave y misteriosa, resonó en el aire. Lucerys se sobresaltó, su corazón latiendo con fuerza en su pecho. No esperaba encontrar a nadie en este lugar apartado. La voz parecía provenir de un pozo cercano, y aunque era desconocida, había algo en ella que lo atraía.

"¿Hola?" La voz de Lucerys retumbó en el pozo, pero no hubo respuesta.

Lucerys....

"¿Necesitas ayuda?"

La voz seguía llamándolo. Sin dudarlo, Lucerys ató una cuerda resistente alrededor de su cintura y se lanzó al interior del pozo. A pesar de la oscuridad y la incertidumbre. Estaba decidido a descubrir el origen de esa voz misteriosa.

Pero entonces, la cuerda se rompió. Lucerys sintió cómo el estómago se le subía a la garganta mientras caía. Pero en lugar de gritar o entrar en pánico, Lucerys apretó los dientes y se preparó para lo que vendría.

Cuando Lucerys sintió que el pozo había llegado a su límite, Lucerys observó y trepó por unas ramas que formaban una escalera en el fondo del pozo. Con cada paso que daba hacia arriba, su corazón latía con fuerza. Finalmente, logró salir del pozo y se encontró frente a un majestuoso castillo. Su imponente belleza lo dejó sin aliento, y se mantuvo admirando la belleza del lugar..

De repente, escuchó un grito de ira y odio . "¡Todos los Strong morirán!" resonó en el aire. Lucerys se volvió y vio a un hombre con una armadura impresionante. Estaba diseñada con un intrincado patrón de escamas de dragón, cada una detallada con precisión y brillando con un tono metálico oscuro. La armadura era grande, casi imponente, pero parecía ajustarse perfectamente al cuerpo del hombre.

El hombre, que Lucerys pronto reconoció como su tío Aemond, estaba irreconocible. Su cabello platino, manchado de sangre, caía hasta su cintura y un parche cubría uno de sus ojos. Pero lo que más llamó la atención de Lucerys fue la belleza de Aemond. A pesar de su apariencia feroz, había algo en él, tal vez la intensidad de su mirada o la firmeza de su postura, que lo hacía atractivo.

Aemond apuntaba su espada a un anciano, y Lucerys sintió un nudo en el estómago. Sin pensarlo, se lanzó entre ellos justo cuando Aemond estaba a punto de decapitar al anciano.

"¿Aemond que estas haciendo? ¿Por qué estás vestido así?", preguntó Lucerys, confundido y asustado.

Aemond abrió su único ojo violeta, asombrado. "¡Estás vivo!" exclamó, agarrando a Lucerys por la ropa. Aemond tocó el rostro de Lucerys, como si necesitara confirmar que realmente estaba allí. Luego, para sorpresa de Lucerys, Aemond pasó su lengua por su mejilla.

"Bien, estás vivo y serás mi esposo. No me rechazas como esa vez en la casa Baratheon", dijo Aemond con una sonrisa retorcida. Lucerys se quedó sin palabras, sin saber cómo reaccionar ante la inesperada declaración de su tío.



Un mundo con dragones y un tuerto loco[Lucemond]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora