Un mundo con dragones y un tuerto loco[Lucemond]

Capitulo 3: Eres cruel Aemond

Las velas parpadeaban débilmente en la estancia, sumergiendo todo en una penumbra incierta. Lucerys observaba el vino a través de la copa, con la mente nublada por los acontecimientos recientes.

El aire se volvió denso, impregnado con un manto de silencio incómodo que solo se rompía ocasionalmente por los murmullos apagados de Aemond. Lucerys se aferraba a su copa, buscando refugio en el alcohol para mitigar la agitación que crecía en su interior.

El aroma del vino invadía sus sentidos, pero en lugar de calmarlo, parecía avivar el fuego de sus pensamientos. Tragó un sorbo más, sintiendo cómo el líquido se deslizaba cálidamente por su garganta. Un suspiro escapó de sus labios cuando el sabor amargo se instaló en su boca.

Sus ojos se desviaron hacia la mesa, donde Aegon yacía desmayado, ajeno a toda la tensión que había desencadenado.

"Me arrepiento tanto de haber casado a Aegon con el bastardo de Rhaenyra. Por su culpa, Aegon sufre todos los días y sobretodo porque Jacaerys abandonó a los gemelos y a Maelor", susurró Alicent a Heleana.

La confesión sobre el arrepentimiento de la Reina Alicent llenó el aire y alcanzó los oídos de Lucerys. Parecía ser la única persona en la sala que no estaba sorprendida por ese lamento. Ella había sido testigo de la creciente obsesión de su hijo por Jacaerys en el último tiempo. Cada palabra, cada gesto parecía solo dirigido a enamorarlo más.

Un escalofrío recorrió la espalda de Lucerys mientras se perdía en sus pensamientos.¿acaso el Jacaerys de ese mundo sufrió los mismos maltratos?

El sonido lejano de voces y risas llenó la habitación, llevando a Lucerys de regreso al presente. Aemond seguía absorto en su charla sobre estrategias de guerra, sin notar la angustia que se agolpaba en el corazón de su sobrino. Lucerys tomó otro sorbo del vino, buscando consuelo en él mientras trataba de ignorar las voces que lo envolvían.

El vino se deslizaba por su garganta, trayendo un calor embriagador a su cuerpo. El mareo se intensificaba, pero Lucerys se dejó envolver por esa sensación. Cerró los ojos e intentó bloquear todo lo demás, aferrándose a la calidez que el vino le proporcionaba.

Lucerys se levantó de su asiento al sentir el vino caer en sus pantalones, maldiciendo en voz baja su torpeza. Para su sorpresa, un sirviente se acercó rápidamente, tomando la iniciativa de limpiar la mancha con un pañuelo. Lucerys se sintió incómodo al ser prácticamente manoseado por un desconocido, pero agradeció el gesto de buena voluntad.

"Lo siento, no fue mi intención", murmuró el sirviente, inclinando la cabeza en señal de disculpa. Lucerys observó detenidamente al hombre y se sorprendió gratamente al reconocerlo como uno de sus amigos. "Oye, ¿eres Eric?", preguntó con una sonrisa en los labios mientras levantaba la mirada hacia el joven.

"Lo siento... nunca he tenido la oportunidad de hablar contigo", respondió Eric con voz temblorosa y tímida. Lucerys quedó perplejo, no entendiendo cómo su amigo no lo reconocía.

"Somos amigos desde hace años, nuestras madres son amigas y una vez me rompiste la nariz cuando éramos niños", continuó Lucerys insistente, tratando de hacer que Eric recordara. La confusión en los ojos de Eric se transformó en una mezcla de asombro y vergüenza.

"No entiendo de qué habla", respondió Eric, con miedo en sus ojos mientras todos los presentes los observaban en silencio, especialmente Aemond.

"Está bien, olvida que... te confundí con alguien más", dijo Lucerys, intentando sonreírle a Eric para mostrarle que todo estaba bien. Eric tímidamente le devolvió la sonrisa, pero Lucerys supo en ese momento que no estaba en su mundo y que ese joven no era su amigo.