Luna

XXXI

LENNON

8 de la mañana.

Abro los ojos para darle los buenos días, pero no le veo.

Vuelvo mi cabeza hacia sus cosas. Siguen ahí.

Abro la cremallera de la tienda y ahí lo veo. Está sentado en una esquina, con los brazos rabeando sus piernas. No puedo evitar sonreír al verlo ahí quiero, admirándolo todo. Se ve muy tierno en pijama.

Salgo de la tienda y me siento a su lado.

-Buenos días, madrugador -le digo con los ojos aún cerrados al ver la luz del sol.

-Buenos días, bella durmiente -responde con una sonrisa de oreja a oreja.

-Bueno, Light, hoy te mostraré todo esto. Ya verás, te va a encantar.

Nos levantamos y nos cambiamos de ropa.

Esta vez no me pide que me gire, aunque yo le pregunto igualmente si quiere que lo haga.

Él parece haberme leído la mente, se gira hacia mí, y me dice:

-No te preocupes, puedes quedarte -y me regala una preciosa sonrisa.

-Light, ¿estás seguro? Puedo salir si quieres, no deseo incomodarte.

-Todo está bien, tranquilo.

Abro mi maleta y saco mi ropa. Hoy he decidido conjuntarme con un tejano de color negro y una camiseta beige.

De reojo miro a Light y solo lleva unos pantalones marrones. Su torso está al aire libre aún y descubro que está teniendo problemas para decidir qué camiseta ponerse. Con eso, descubro sus brazos, pero enseguida dejo de mirar y le ofrezco una camiseta negra.

Él me mira con un poco de incerteza, pero acepta mi acto y se pone mi camiseta. Le queda un poco ancha, pero se ve muy lindo con ella.

A continuación, recoge su sudadera del suelo y se la coloca.

Yo lo miro con preocupación, pues estamos en agosto y, aunque ya haya visto sus brazos, eso no me importa.

Le agarro del brazo con suavidad y le digo:

-Ei, Light, no quiero ni pretendo forzarte a nada, pero estamos a 27 grados.

Él me mira con un poco de pánico y baja la cabeza.

-Len... yo... es que todos me van a mirar mal, como si fuera un bicho raro, un enfermo.

-Light, en este mundo hay muchas personas y la gente te va a juzgar, hagas lo que hagas. Hay gente que no lo va a entender, —y le señalo sus muñecas— pero hay mucha otra que sí, y no pasará nada. Light, estoy aquí y no estás solo.