11-Traición

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Rose adoraba los sábados por la tarde, porque casi nunca había nadie por los pasillos y así ella podía andar lentamente y sin problemas mientras se dirigía hacia las mazmorras. A esas horas los otros alumnos estaban en los terrenos del colegio, disfrutando del escaso tiempo libre que tenían antes de los exámenes, y Rose se alegraba de ello. En esa parte del castillo solamente estaba la única persona a la que quería ver.

Sin embargo, su alegría llegó a su fin cuando vio a las cinco figuras que bloqueaban el pasillo.

Rose no supo cómo reaccionar cuando Lucius Malfoy se giró hacia ella seguido por sus tres guardaespaldas y Narcissa, pero al parecer, el Slytherin había atado cabos muy deprisa al verla llegar.

–Vaya, Benson ¿Qué estás haciendo aquí? –preguntó con voz siseante.

–Nada que a ti te importe –respondió ella, como si escupiese las palabras.

Miró a Narcissa de reojo, como culpándola por aquella emboscada, pero la rubia desvió la mirada. Rose notó que, a pesar de su abundante maquillaje, se le veía un ojo morado.

–Claro que me importa. Cualquier cosa relacionada con los mortífagos me importa. ¿O me vas a negar que estás saliendo con un mortífago? –preguntó Lucius con maldad, pensando que Rose no sabía que Severus se había unido a Vóldemort. Ella, sin embargo, permaneció sin alterarse.

–No tengo tiempo para aguantar tus tonterías, Malfoy, así que quítate de en medio para que pueda pasar –exigió. Pero Lucius sacó su varita y apuntó con ella a Rose.

–No creas que te vas a salir con la tuya, traidora. No volverás a contaminar con tu presencia el nombre de los mortífagos ni el de Slytherin.

Rose sacó su varita a tiempo y logró parar el maleficio que Lucius le había lanzado. Puso en marcha sus mejores aptitudes como bruja y mantuvo a raya a su rival, aunque quedó bastante sorprendida al comprobar que Lucius era muy experimentado en cuanto a las artes oscuras.

–¿Qué te pensabas, Benson, que sólo tú sabías los trucos de los mortífagos? –preguntó Lucius entre hechizo y hechizo.

–Pensaba que los idiotas no erais capaces de hacerlos –respondió ella, agachándose para escapar por los pelos de una maldición.

Ambos estaban muy igualados, pero a pesar de eso, Rose estaba convencida de que iba a ganar, así que presionó a Lucius para que retrocediese.

Él tropezó y por un segundo dejó un hueco libre para que ella le atacara, pero en ese momento Nott se adelantó e inmovilizó a Rose junto a la pared por medio de un hechizo. Colocándose la ropa, Lucius se acercó a Rose y le quitó la varita para que no intentase un hechizo no verbal.

–¿Qué vas a hacer ahora, Benson? –preguntó con maldad. Como no podía darle una patada, Rose hizo lo único que estaba en su mano hacer: escupió. Lucius se apartó de ella asqueado y se secó la saliva con la manga de la túnica.

–¿Es que no te han enseñado educación, traidora?

Ella respondió con una retahíla de insultos que habría dejado orgulloso al más borracho tabernero. Lucius le contestó con una sonora bofetada que le partió el labio y le dejó la cara entumecida. Rose le miró sorprendida, ya que nadie, a excepción de su padre, se había atrevido a tratarla así.

–No vuelvas a dirigirte a mí con ese tono, sangre-sucia –la insultó Lucius.

–Te hablaré como me dé la gana –replicó ella, dolida–. Asqueroso bastardo.

Lucius levantó de nuevo la mano para golpearla y ella se encogió instintivamente, esperando el golpe. Pero este no llegó.

Lucius y Rose miraron sorprendidos a Severus, quien acababa de salir de no se sabe dónde, y sujetaba con fuerza la muñeca del rubio mientras le taladraba con una mirada que daba miedo. De repente, un tenso silencio se había adueñado del pasillo, pero no hizo falta que Severus hablara para que Lucius se alejase de Rose. Nadie hizo nada para impedir que le quitase el hechizo inmovilizador.

La serpiente y el león (Severus x OC)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora