❝𝘏𝘢𝘴𝘵𝘢 𝘲𝘶𝘦 𝘭𝘢 𝙢𝙪𝙚𝙧𝙩𝙚 𝘯𝘰𝘴 𝘷𝘶𝘦𝘭𝘷𝘢 𝘢 𝘳𝘦𝘦𝘯𝘤𝘰𝘯𝘵𝘳𝘢𝘳 ❞
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¿Qué pasaría si... ves morir al amor de tu vida frente a tus propios ojos. Pero resulta que tiene un hermano gemelo, y...
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Teníamos a Owen atado a una silla de metal con las extremidades violentamente inmovilizadas; sus ojos marrones se abrían y cerraban como dos persianas defectuosas, ladeaba la cabeza de un lado a otro sin dejar de gruñir como un zombie capturado.
—Por fin has despertado, Owen —Jamie se arrodilló frente a él, sonriéndole de oreja a oreja, con ansias de torturarlo—. Creímos que los golpes y la descarga eléctrica te habrían matado—palmeó su pierna—.¡Es una fortuna que Dios te haya concedido una segunda oportunidad de vivir!
Owen luchaba por enfocar la mirada en el rubio encantador que no dejaba de sonreír macabro. Apenas recuperó un poco de consciencia, volvió a cerrar los ojos presionándolos con fuerza.
—¿No vas a decir nada? —insistió Jamie ya molesto, resoplando por la nariz. Owen comenzó a temblar, acobardándose en dirigirle la palabra o tan siquiera mirarle a los ojos—. ¿Al menos sabes por qué estás aquí? —seguía en silencio—. Ay, Owen... me has decepcionado, intenté ser gentil contigo, pero por lo visto... te gusta sufrir y ¿qué crees? él no les tiene piedad a los cerdos como tú —se levantó del suelo sacudiendose las manos, se giró y me susurró un:—. Te juro que soy más paciente que... —señaló a Anthony con la mirada, quién acababa de ingresar al cuarto de interrogatorios.
—¿Confesó algo? —se aproximó a nosotros, colocando un portafolio encima de la mesa.
—Este cerdo gruñe más que mis tripas —se quejó Jamie.
—Típico de imbeciles —tronó sus falanges y con suma calma abrió el maletín, de ahí extrajo unas pinzas de hierro, después caminó hacia Owen y lo tomó con brusquedad del cabello para alzarle el rostro—. Será mejor que te retires, si eres de estómago débil—su advertencia iba dirigida hacia mi.
—Me quedo—afirmé segura.
El gemelo de Joseph no respondió, tampoco se giró, en cambio Jamie me miró divertido.
—¿De verdad? porque podrías ir con Noah a la sala de espera y continuar viendo en donde están las rubias —se acomodó a un costado de Anthony para sostenerle las pinzas—. Es menos violento que esto.
Sacudí mi cabeza.
—Me la he visto un par de veces, ya hasta perdí la cuenta —dije acercándome a ellos con más confianza—. También he visto documentales basados en hechos reales que tienen mucho que ver con psicópatas, sangre, vísceras, intestinos regados, etcétera.
