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Volkov ignora el punzón en su pecho al perder el contacto que ocasiona su pálida piel contra la tez morena, pero decide no mencionar nada al respecto. Suelta un bajo suspiro, desviando su mirada un segundo al suelo antes de observar a su alrededor, sin embargo, no puede evitar acercarse al menor cuando nota su intención de ponerse en pie, deteniéndose justo antes de ser capaz de tomarlo por la cintura; sus manos cosquillean por la necesidad de brindarle apoyo, sostener su cuerpo y ayudarle, pero no lo hace.

— Bueno, ya ha terminado el show —anuncia el director en voz alta, caminando con fingida tranquilidad hacia su patrulla. — Terminen de recoger sus equipos, y eh- ¡Graves! —llama a un agente con un ademán con su brazo sin suturas— quiero un informe con los resultados del operativo para mañana a más tardar.

No da oportunidad de reprochar mientras continúa su camino, sin embargo, se detiene refunfuñando por lo bajo al notar dos neumáticos estallados de su patrulla, víctima del tiroteo.

— Joder con mi suerte hoy, eh —se queja en voz baja.

— Puedo llevarte a casa —se atreve a decir después de unos segundos en silencio, sin pasarle desapercibida la manera en que el cuerpo del moreno se tensa antes de ignorarlo, tomando el teléfono de su bolsillo y comenzando a teclear. — Horacio —le llama un poco molesto de verse dejado de lado— estás herido, no puedes manejar así, y deben venir por tu patrulla, deja que te lleve a casa.

— ¿Y en qué patrulla piensas llevarme? —lo reta, consciente de su desapego al volante los últimos días, mirándole de reojo.

— Puede llevarse mi patrulla, V —se apresura a decir Alanna, interrumpiendo su conversación, extendiendo el juego de llaves entre sus manos al Sub Director— yo esperaré que lleguen por el patrulla de H para dejar todo en orden, no se preocupen y vayan a descansar.

— No es necesario —menciona Horacio tras soltar un resoplido, mirando acusadoramente a la menor que evita su bicolor mirada. — Debo ir a la sede, tengo mucho trabajo acumulado.

— Ni siquiera te gusta hacer papeleo, H.

Horacio trata de refutar, sin embargo, Volkov brinda un suave toque a su brazo, causando que su atención se dirija hacia él sin poder evitarlo; lo mira interrogante, a la espera de la explicación a su interrupción.

— Es tarde —señala lo obvio ante el sol que comienza a ocultarse en el horizonte— llevas horas de servicio, estás herido, y debes descansar para poder volver a la sede a soportar llamadas y papeleo, solo... déjame llevarte a casa, ¿por favor?

Horacio suspira, resignado. Mira un momento a su alrededor, los agentes poniendo las cosas en orden, los paramédicos atendiendo a los demás heridos y los culpables siendo custodiados con firmeza, antes de finalmente asentir castamente, sin mediar ninguna palabra.

Volkov lo sigue en silencio, dándole su espacio. Toma una inhalación antes de ingresar al patrulla, poniendo el auto en marcha con la radio a bajo volumen llenando el ambiente entre ambos.

— Eh- no es necesario que me lleves a casa —menciona a los pocos minutos, removiéndose en su asiento. — Basta con que me lleves a la sede y pueda tomar mi coche.

— No pienso dejarte conducir así, podrías lastimarte —murmura tranquilo, continuando su ruta. — Te llevaré a casa para que descanses.

El moreno presiona sus labios, sus ojos pican por las repentinas lágrimas que lo invaden al sentirse, una vez más, bajo los cuidados del peligris, sin embargo, ignora la sensación, con una mueca en su rostro.

— Volkov, joder de verdad... —se queja, frustrado— que no es necesario coño, te digo que solo fue un rasguño, he estado peor.

Volkov suspira, aparcando a un lado de la calle poco transitada, tratando de tomar la mano del menor inconscientemente, apretando su mano en un puño al verlo apartarse de su toque.

 𝙖 𝙗𝙞𝙩 𝙤𝙛 𝙡𝙤𝙨𝙩 𝙝𝙚𝙖𝙧𝙩𝙨 .*。Donde viven las historias. Descúbrelo ahora