Confianza [Cloud x Shulk]

14 - 𝘛𝘩𝘦 𝘥𝘢𝘺 𝘢𝘧𝘵𝘦𝘳.

Shulk se quejó cuando sintió la luz del sol en la cara. Se retorció en el colchón, negándose a abrir los ojos. Pero la luz era demasiado molesta. Se sentó e intentó ajustar su visión. - ¿Qué pasó anoche?

Empezó a mirar a su alrededor. Y se fijó en algo. - Un momento...esta no es mi habitación.

Y se miró a sí mismo. - ¡Esta camisa no es mía! ¿¡Y dónde está mi ropa!?

De repente alguien abrió la puerta. Era Cloud, con una bandeja con tostadas, algunos ingredientes y zumo de naranja. Shulk se quedó helado. - Buenos días, chico de la Monado.

Shulk se sonrojó y se puso tan nervioso que se enredó con las sábanas. - ¿Qué...qué hago aquí?

Cloud dejó la bandeja en la mesa. - ¿No te acuerdas?

Shulk negó. - Fuimos al parque de atracciones con Ike y Marth. Probamos algunos juegos y ganaste un gato de peluche.

El joven mecánico bajó la cabeza, avergonzado. - Te llevaré el desayuno al comedor. Baja cuando estés listo o tengas hambre. O las dos cosas.

Cloud cogió la bandeja y se dirigió al comedor. Pero fue detenido en el umbral de la puerta. Shulk lo agarró del brazo y se giró. — ¿Por qué...me besaste?

Cloud le sonrió. — ¿Por qué sigues llevando puesta mi camisa?

Shulk se sonrojó aún más. Antes de poder decir algo más, Cloud ya había salido de la habitación. Aún confuso por lo sucedido, decidió disfrutar del día que tenía por delante. Una vez que se vistió con su ropa, bajó a desayunar.

Vio a Cloud sentado con Roy y Dark Pit, y dudó en si debía sentarse con ellos o no. Pero quiso obtener respuestas sobre lo de anoche. Se sentó al lado del mercenario y ya sentía que le iba a explotar el corazón de lo rápido que iba. — Buenos días...

— Buenos días mecánico. ¿Qué tal la noche?

— Mejor que otras. No he tenido pesadillas.

— No me refería a eso, rubito.

Shulk miró confuso al ángel. Dark Pit le hizo una señal para que mirara a su lado y lo entendiera. — No...no quiero hablar de eso...

El ángel sonrió. — Je, lo suponía.

Si bien Shulk se sintió avergonzado el resto del desayuno, no hubo ningún otro problema. Entonces, se encendieron los altavoces. — Shulk, a mi despacho. Ya.

Todos se giraron hacia él. — Uhhh, el rubito tiene problemas.

Los villanos se echaron a reír. — ¡Eh, atontado! ¿Y sí mejor te arreglas la barba? Hasta el pelo de Roy se ve mejor.

[•••]

Shulk tocó la puerta. — Adelante.