La mañana llega y la luz del día se filtraba a través de las cortinas de un pequeño departamento, acariciando suavemente el rostro de un hombre que yacía en su cama, sumido en un sueño profundo. Sin embargo, este descanso se vio abruptamente interrumpido por un molesto sonido que empezó a llenar la habitación, cortando la tranquilidad en pedazos.
- Pi Pi Pi Pi Pi Pi...
El sonido persistía, una y otra vez, cada vez más insoportable, perforando el silencio de la mañana. El hombre gimió y se revolvió entre las sábanas, tratando de aferrarse a los últimos vestigios de su sueño. Pero era inútil, la alarma seguía su implacable insistencia.
- Pi Pi Pi Pi Pi Pi...
Finalmente, incapaz de soportar más, se levanto bruscamente de la cama. Su cabello desordenado y sus ojos entrecerrados reflejaban una mezcla de cansancio e irritación. Sin perder tiempo, se giró hacia la mesita de noche y localizó el origen de su tormento, un despertador de aspecto ordinario.
- ¡Aaaaaa, cállate! - gritó, su voz cargada de frustración mientras sus dedos se cerraban alrededor del dispositivo, listo para estrellarlo contra la pared. Sin embargo, justo antes de hacerlo, algo lo detuvo. Una pequeña chispa de duda se encendió en su mente, obligándolo a detenerse y mirar con atención el objeto en sus manos.
- Un momento. ¿Desde cuándo tengo un despertador? - murmuró para sí mismo, frunciendo el ceño mientras giraba el aparato entre sus manos, como si la respuesta estuviera escondida en algún lugar entre sus componentes. Un vistazo rápido a su alrededor le hizo darse cuenta de que no reconocía la habitación en la que se encontraba.
- Esta no es mi habitación... ¿Dónde demonios estoy? - Las paredes, los muebles, incluso la disposición del lugar, todo le era ajeno. Mientras analizaba el espacio, una sonrisa nerviosa se dibujó en su rostro al intentar buscar una explicación razonable.
- Jaja, creo que bebí demasiado anoche - se dijo, tratando de convencer a su cerebro de que todo era un malentendido. Seguro que, en su estado de ebriedad, había terminado en la casa de algún amigo, pensó mientras se disponía a buscar su ropa para irse de allí cuanto antes.
Pero entonces, como una repentina tormenta, una avalancha de recuerdos lo asaltó. Imágenes de su infancia, su adolescencia, y su vida adulta pasaron ante sus ojos como si alguien hubiese pulsado el botón de avance rápido en una vieja cinta de vídeo. Todo sucedió en cuestión de segundos, hasta que, de repente, todo se desvaneció en un resplandor blanco.
Dentro de su mente
Cuando volvió a abrir los ojos, ya no estaba en la habitación. Se encontraba en un lugar completamente blanco, sin horizonte, sin sombras, sin ninguna referencia espacial. La nada se extendía en todas direcciones y a pesar de lo extraño de la situación, no sentía miedo, sino mas bien, había una tranquilidad inexplicable en el ambiente, como si este lugar desconocido le resultara de alguna manera familiar.
Miró a su alrededor, tratando de encontrar algún punto de referencia, pero no había nada más allá de la blancura infinita. Aún así, decidió empezar a caminar, con la vaga esperanza de descubrir qué era ese lugar. Justo cuando se disponía a dar el primer paso, una figura apareció ante él.
Era un ser extraño, completamente blanco, sin rasgos faciales, una forma humana vacía. El hombre dio un paso atrás por la sorpresa, observando cómo la figura imitaba su movimiento al instante, como si fuera un reflejo. Confundido, levantó su brazo derecho, y la figura hizo lo mismo. Repitió la acción con el brazo izquierdo, y nuevamente, la figura lo imitó a la perfección.
La curiosidad comenzó a ganar terreno sobre el desconcierto. Sin dejar de observar a la figura, extendió su mano hacia ella. La figura hizo lo mismo, acercándose lentamente, hasta que sus manos estuvieron a punto de tocarse. El hombre contuvo el aliento, y en el momento en que sus dedos hicieron contacto, una luz cegadora lo envolvió, borrando todo lo demás.
De repente, se encontró de nuevo en la habitación desconocida, con el despertador aún en la mano. Respiraba con dificultad, como si hubiese corrido una maratón. El cuarto, antes silencioso y tranquilo, ahora parecía vibrar con una energía extraña.
- ¿Qué demonios acaba de pasar? - murmuró para sí mismo, mirando el despertador como si fuera la fuente de toda la confusión. No sabía qué pensar. ¿Había sido todo un sueño? ¿O algo más? La pregunta quedó flotando en el aire mientras, por primera vez, se preguntaba si realmente conocía la diferencia entre la realidad y lo que acababa de experimentar.
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Fin del primer capitulo