̶I̶M̶ PERFECT LOVE ~ JinKook

16: POR AHORA... DISFRUTEMOS EL PROCESO.

—Jungkook... Dios Lobo, mira... Yo sé que todo esto fue muy repentino... —comenzó a decir Seokjin, pasando una mano por su cabello negro, que ya era un desastre a este punto. Su rostro, que había palidecido al oírle decir aquello, ahora se enrojecía paulatinamente. —Que estamos improvisando sobre la marcha... Soy consciente que soy un idiota y que gran parte de todo lo que está pasando, es mi culpa... —un sollozo bajo se escuchó en el teléfono. —Y que, ni con todos los años que te llevo de ventaja, soy más maduro o más sabio que tú... tú siempre has sido el cable a tierra entre nosotros... Sé que debí escucharte y que debí cuidarnos... Pero, bebé... te prometo... te juro, por lo más sagrado, que eres tú y ese cachorro, que lo haremos funcionar... Te aseguré que así sería meses atrás y planeo cumplirlo a como dé lugar.

—Jin... no es...

—No, Kookie bebé... estoy hablando muy enserio —le interrumpió. —Tú ya te estás llevando una carga inmensa con sólo tener a ese cachorro... Yo me encargaré de lo demás... Si quieres, yo lavo, yo cocino, yo limpio la casa... Tu no tendrás ni siquiera que cambiar un pañal... —los ojos del alfa comenzaban a ponerse vidriosos de desesperación y de lágrimas por derramar. —Pero, no me digas que ya no quieres tenerlo... por favor... Aunque no fuera planeado, sigue siendo nuestro... tuyo y mío... un maravilloso recuerdo de ese viaje a Busan... muertos de calor... el motel de mala muerte y los condones de mierda...

—Lobito... —Jungkook sorbió su nariz sonoramente. —Te extraño... —respondió a cambio.

—Yo también... y te necesito como un loco —su voz era un susurro suplicante. —Pero, no quiero interrumpir tu momento familiar tampoco.

—Mhn... —el omega tosió un poco para aclarar su garganta. —No ha sido lo que esperaba que fuera.

—¿Pasó algo... que te hizo cambiar de idea respecto al bebé? —preguntó con cautela el alfa.

—La realidad... eso pasó —carraspeó otro poco y Seokjin pudo oír cómo se giraba en la cama. —Nosotros... no sabemos un carajo de lo que es tener un hijo... Y... no sé si vayamos a estar preparados algún día para que ese niño nos aviente un plato de arroz en la cabeza, o haga un escándalo en mitad del supermercado... —explicó. —¿Qué se supone que haremos en esos casos?

—Am... —Jin pensó en ello, frunciendo el ceño. —No lo sé... ¿Comprarle un dulce? —dudó.

—Entonces, cada vez que él se tire al suelo y patee todo lo que tenga cerca, estaremos obligados a darle un dulce para que se calme —teorizó. —No podemos hacer eso... No tenemos el conocimiento suficiente...

—Kookie, aún quedan unos meses... —volvió a interrumpir. —Podemos aprender... tal vez, leyendo foros de padres en internet, o comprando algún libro de paternidad... Bebé, podemos hacerlo... —nuevamente, sus palabras se oían como ruegos desesperados. —Rendirnos a mitad de camino nunca ha sido nuestro estilo... ¿Recuerdas la cara de tu padre, cuando te vio con la maleta en la puerta? —mencionó, esperanzado en convencerlo. —Casi se le revienta la vena del cuello, pero ¿qué le dijiste tú?