Amor y calidez

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Porchay estaba en su escritorio, cansado y estresado, se sentía enfermo, las últimas dos semanas se había estado torturando estudiando hasta tarde para sus exámenes. Estaba seguro de que comenzaba a enfermarse mentalmente. Aquel día Porchay estaba en casa de la familia principal ya que había ido a visitar a su hermano. 

Cuando cumplió un año de relación con Kim, los dos decidieron irse a vivir juntos al departamento de Kim. Al principio Porsche estaba en desacuerdo ya que no confiaba totalmente en la capacidad que Kim tenía para cuidar a su hermano pero ahora ya lo había superado y todo estaba bien.

Se supone que ese día Kim iría a recoger a Porchay pero le llamó antes avisando que llegaría un poco tarde, en lo mientras aprovechó para seguir estudiando más.

Su estado físico tampoco era el mejor. Su cabeza dolía bastante, sus ojos se marcaban una oscuras ojeras y sus ojos estaban rojos de tanto forzar la vista para leer cuando ya era demasiado tarde y sus párpados se iban cerrando. Kim ya le había repetido en varias ocasiones que no forzara de aquella manera, que podía repartir su tiempo para estudiar durante el día en sus ratos libres y no torturarse haciéndolo hasta tarde.

Porchay ya no aguantó más el sueño, cerró los ojos para descansar durante unos minutos, acomodo su rostro entre sus brazos cruzados sobre el escritorio, haciendo a un lado sus libretas y libros. No cayó en cuenta de que estaba de verdad cansado y se quedó dormido, ni siquiera el fin del mundo lo despertara ya.

Mientras tanto Kim iba llegando a casa de la familia principal.

—Kim, qué sorpresa que estás por aquí. —Kinn apareció con un vaso con agua.

—Sí, verdad.

—¿Ya vienes por Porchay?

—Sí. —Se encogió de hombros.

—Bien, espero que para la otra vengas porque quieres pasar tiempo con tu familia, no porque vayas a recoger a tu novio.

—Bastardo. —Susurró, pasándolo de largo para ir hacía su antigua habitación que era donde normalmente Porchay se quedaba ya que era una habitación más grande que la de él.

—¡Es la verdad, nunca vienes a menos que sea porque Porchay viene a ver a Porsche! —Kinn le gritó, regresando a su habitación también, ya era noche y casi todos dormían ya.

Kim llegó a su habitación, fuera de la puerta había un guardaespaldas cuidando, saludo a Kim y se hizo a un lado. Cuando Kim entró se percató de que la luz aún seguía encendida pero no escuchó ruido alguno hasta que llegó al escritorio, donde Porchay estaba profundamente dormido.

Kim no quiso despertarlo y creía que si lo llevaba a casa de regreso sería un fastidio, para Porchay, siempre que Kim lo despierta se ponia de mal humor. Simplemente decidió levantarlo y acostarlo en la cama. Lo tomó entre su nuca y piernas, lo recostó sobre la cama, le quitó los zapatos y la chaqueta, que mirándola bien se dio cuenta que era una de las suyas, por último lo cubrió con una manta.

Kim guardó todos los libros en la mochila de Porchay y se quitó los zapatos para acostarse a dormir. Hacía bastante tiempo que no dormía ahí, a pesar de todo no era tan malo como creía. Era cómodo, bueno, tal vez gran parte de esa cómoda provenía de que esta vez no dormía solo, había un adolescente de dieciocho años que dormía a su lado y le brindaba el suficiente calor para no morir de frío durante la noche.

Se acomodó quitándose la camisa ya que aquella era incómoda para dormir, se puso en su lugar otra de la poca ropa que aun almacenaba ahí. Se acomodó al lado de Porchay, abrazó su cuerpecito que se amoldaba perfecto a sus brazos, Porchay llegó a abrir los ojos un poco y solo se encontró con el cuerpo de Kim abrazandolo por la cintura, Porchay acomodó su brazo sobre el pecho de su novio.

La noche era tranquila, fría pero dentro estaba caluroso. Aquello era lo que más los describía, que no importaba cuánto frío hiciera, siempre estaban cómodos junto al otro.

Tan cómodos que podía morir ahí y ni siquiera se darían cuenta.

A la mañana siguiente cuando Kim despertó se dio cuenta que Porchay ya no estaba ahí, ahora estaba solo y le causaba conflicto bajar solo, por esa razón le gustaba vivir solo, porque aunque fuera su casa siempre está rodeada de guardaespaldas por todas partes y aquello siempre le había incomodado.

Se armó de valor y bajó después de limpiarse la cara y volver a usar la camisa que se había puesto el día anterior. Caminó hasta la cocina donde supuso que se encontraría a Porchay. Y efectivamente, ahí estaba, tomando una taza de café mientras platicaba con su hermano. Porchay también había estado consumiendo bastante café en los últimos días.

Kim se acercó a ellos, lo miraron con curiosidad—. Hola, buenos días —Kim le quitó la taza de café a Porchay y le dio un sorbo, se la llevó igual hasta buscar algo que comer.

—¡Ey, eso es mío! —Porchay le reclamó.

—Últimamente tomas mucho de esto, ya no más. —Porsche los miraba mientras igual tomaba una taza de café.

—¿Irás a la universidad hoy?

—Tengo clases por la tarde pero tengo que ir a una entrevista, así que no. Te pasaré a dejar y me iré al departamento. —Kim igual estaba un poco cansado, últimamente había tenido muchos eventos a los cuales asistir. Volvió a tomar el último trago del café y salió de la cocina en dirección al estacionamiento.

En el coche Porchay iba repasando en su mente todo lo que había estudiado la noche anterior. Aún estaba bastante cansado, pero ya era su último examen y tendría unas largas vacaciones durante dos meses en los que definitivamente se la pasaría durmiendo.

—Debes de dejar de torturarte de esta forma. —Lo interrumpió Kim cuando ya habían llegado a la universidad, Kim se detuvo una calle antes ya que al frente siempre había bastantes estudiantes y no podía ni siquiera manejar bien sin el riesgo de atropellar a uno de ellos.

—Es la última vez que lo hago, lo prometo.

—Eso espero, porque no hay necesidad de que estés hasta tarde estudiando y bebiendo café. Eres muy inteligente, seguro te va bien. —Kim acarició la mejilla de su novio y después le dio un beso en la comisura de sus labios— Ahora ve a tu clase porque se está haciendo tarde, en la tarde pasaré por ti.

—Está bien. —Porchay le sonrió y salió del auto.

Aquellas pocas palabras eran las que más animaban a Porchay, haciendo que su momento favorito en todo el día era cuando podía estar en casa con Kim, acostado mirando una película. Eso era todo lo que necesitaba; el amor y calidez de Kim.

We Are Falling In Love - KimChayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora