Capítulo XVIII.

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Armando y don Roberto han trabajado esa semana coordinando con Gutiérrez y producción para arrancar un segundo turno, se han visto un poco rebasados para surtir a las franquicias, Armando está muy comprometido con la empresa, don Roberto lo ve involucrado, entusiasmado, aprendiendo, cuestionando, y en asuntos financieros don Roberto le ha enseñado el funcionamiento de la empresa porque, aunque tenía dos especialidades desconocía detalles.

Armando está contento de aprender de su padre, escucharlo como habla con sus subordinados, ese don de mando que tiene, gentil, respetuoso, pero a la vez enérgico, su vida está muy bien en ese momento en el aspecto laboral... y en lo personal igual, está enamorado, y es correspondido, siente el amor de Betty, ¿Qué más puede pedir? Quizás más tiempo de descanso y de convivencia con ella le harían muy bien.

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A: Betty, tuvimos la semana muy pesada, ¿Qué te parece si mañana domingo vamos al club a nadar? pasó temprano por ti y nos relajamos un rato, amor no descansas ni los sábados, quisiera que trabajaras menos.

B: no tengo otra opción, la verdad estoy exhausta, me duele el cuello para voltear y también la espalda, creo que un masaje me caería bien.

A: entonces aprovechamos y vamos al spa a que nos den un rico masaje, pasó por ti a las nueve de la mañana y desayunamos allá, ¿te parece bien?

B: muy bien amor te espero entonces, vete con cuidado, no quisiera que te fueras pero que remedio. -Se acerca Armando y la besa por unos minutos-

A: sí, será mejor que me vaya, o en este momento te llevo a mi apartamento, mira cómo me pones, no quiero separarme de ti.

B: ni yo quiero que te vayas, hasta mañana mi vida, te amo... que descanses, ve con cuidado, me mandas un mensaje al llegar.

A: yo te amo más, si, yo te aviso.

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Al día siguiente a las nueve de la mañana ya está Armando vestido informal, impecable, con un short color caqui, mocasines de piel café, polo azul marino Lacoste, y sus lentes obscuros, entra con sus llaves y encuentra a doña Julia, que justo había regresado de vender sus gelatinas afuera de la iglesia. Ya la conocía la gente y vendía rápidamente todo, ya había aumentado la cantidad porque vendía muy bien y muchas ocasiones le pedían más, ya no contaban con el pago de Armando, pero sí con el sueldo de Betty y eso era de gran ayuda, cualquier entrada de plata era buena.

DJ: Armando Buenos días hijo, Betty no tarda, ya la escuché que anda apresurada.

A: buenos días Doña Julia.

DJ: mientras la espera le provoca un café.

A: si doña Julia gracias.

Betty aparece en ese momento, vestida muy informal con unos jeans muy ajustados, una blusa blanca de lycra y una chamarra vaquera, tenis blancos, bolso juvenil, que se cuelga en la espalda, el pelo recogido, brillo en los labios y pestañas con máscara y su perfume dulce afrutado, saluda a Armando y él sugiere irse para llegar temprano al spa.

A: será mejor irnos, para ser de los primeros en el spa. Doña Julia muchas gracias por el tinto pero será en otra ocasión,

DJ: vayan con cuidado y no me llegue tarde Betty.

Doña Julia se había sentido mareada esa noche cuando se acostó, y al levantarse también pero menos, ella presentía que no estaba bien, le preocupaba mucho dejar a Betty sola, porque pensaba ¿qué sería de ella?, deseaba que Armando formalizara su relación, así ella tendría tranquilidad, se sentía contenta por todo lo que su hija estaba viviendo con ese hombre que la adoraba, pero no se metía para nada, le daba a Betty completa libertad, pero eso sí, no le gustaba que durmiera fuera de casa.

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