Capítulo 6: Ni su novia, ni su hermana.

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Entramos a su departamento, bueno a su pent-house. El ojiverde me ofrece algo de tomar, contesto con un simple gracias y que con el café bastaba, que no se preocupara por mi. Álvaro me mostró hasta el último rincón de su hogar, tiene un cuarto extra que ocupa como mini cine, hasta una máquina para palomitas tiene, nos sentamos en los puffs, ahora en la televisión se comenzaba a ver Sherk, una de mis peliculas favoritas y veo que también es de Álvaro.

—Comencé a preferir la versión latina, el doblaje español no es tan gracioso como lo es este —aquel ojiverde soltó una leve risa, posó sus ojos en los mios y por primera vez en la noche, me pongo nerviosa, los orbees esmeraldas  viajan a mis labios.

—Si.. si, es que Eugenio Derbez le da muy buena voz a "Burro" —mi risa nerviosa aparece, desvio la mirada hacia la pantalla— además, hay algunos chistes de doble sentido que no se si allá en España sean similares a aquí en Latinoamerica.

—No, de echo eso me sorprendio bastante —el español imita mi acción, ahora ambos visualizamos la pantalla— sufría con los albures.

—Me imagino —mi sonrisa se pintó, mi cerebro dictó un albur para Álvaro— pero, a la larga te acostumbras, Alo.

—Si, —confiesa el español, en mi cara ya había una gran sonrisa y mi garganta preparaba una sonora carcajada—vivía atormentado y estaba más al pendiente de que no me albu —el chico se calló, se había dado cuenta que lo alburee— Pensé que había superado eso, no puedo creer que haya caído de nuevo con eso.

Mis carcajadas comenzaron a salir, porfin había logrado decir un albur sin terminar albureada, creo que lo anotaré como un logro personal. Pasaron las horas, aquel ojiverde de sonrisa perfecta, ahora se encontraba algo soñoliento, de vez en cuando bostezaba, haciendo que yo lo imitara, permaneciamos tumbados en los puffs, las grandes ventanas nos daban una muy buena vista del cielo oscuro y de las nubes que se formaban. 

Mi teléfono vibra con algunas notificaciones, dos mensajes de Dian, algunos de los chicos, mensajes en el grupo familiar y una sobre el clima, este advierte que hay posibilidades de lluvia, un trueno aparece y doy un ligero brinco.

—¿Dónde está tu hospitalidad, Álvaro? —se regaña a si mismo mientras se pone de pie, una mini sonrisa inconsiente aparece en mi rostro— ven, vamos —este extiende su mano, la tomo y de una me ayuda a ponerme de pie, salimos de la mini sala de cine y subimos las escaleras — Aquí podrás descansar, —nos detenemos enfrente de una puerta café— te prometo que mañana temprano te llevo a tu casa.

—Gracias Alo, que tengas una bonita noche, descansa —dibujé en mi cara la última sonrisa de hoy.

—Igualmente, descansa —aquellos ojos verdes volvieron a mirarme con el mismo brillo, después de eso nos giramos para ambos poder dormir.

¿Miedo a la sangre?, ¿Miedo a las arañas?, ¿Miedo a los perros?, no, a nada de eso le temo, ¿Entonces?, le tengo miedo, pánico y terror a los relámpagos y truenos. Sí, yo se que dirán <<Eso es de niñatas>>, pero a mi me atemoriza bastante eso, logré dormir un poco, tengo diez minutos conteniendome para no gritar como niña pequeña y es que cuando me levanté al baño, los truenos comenzaron a aparecer pues ya había una ligera llovizna, como si el destino se quisiera divertir conmigo, la luz se fue y si no fuera porque estoy en casa de Álvaro, yo hubiera gritado.

Me tapo lo suficiente y el miedo parece no querer irse, trato de calmarme, soy una adulta y no es posible que me asuste con los....

—¡Ah! —un trueno seguido de un rayo, hacen que la ventana resuene, el miedo crece y al segundo trueno yo ya estoy fuera de la cama.

Salgo del cuarto, frente a mi está la puerta del chico de ojos esmeralda y una decisión está por tomarse, no pretendo dormir como si esto fuera un cliché, pretendo no dormir sola con tremenda tormenta que azota a la ciudad. Entro cautelosa, la lluvia no cesa así que busco alguna manta que esté por ahí, encuentro una toalla que puedo usar como almohada, con éxito encuentro una manta. Me recuesto sobre el piso, acomodo mi almohada improvisada y me cubro con la cobija, envidio a Álvaro por no tener miedo a los truenos y por tener sueño pesado.

CUANDO TE VI | Fanfiction Álvaro Fidalgo & TúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora