19. Sentimiento desgaradable

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Gene Vincent— Lotta Lovin'

Observó la cajita rectangular que tenía entre sus manos, estaba en el mismo aspecto impecable que hace poco más de diez años. Si la abría, se encontraría con que adentro había una notita adhesiva en la parte superior de tapa; por un segundo consideró la posibilidad de usar por fin los gemelos de plata que había en aquella caja, esos que representaban la cabeza de un lobo. Había sido un regalo tan infantil que se había negado a usarlos.

Y hoy tampoco era el día para hacerlo. Ni siquiera sabía porqué estaba considerándolo. Volvió a meter la cajita en un compartimento separado en el cajón dónde guardaba sus demás juegos de gemelos y pinzas para la corbata. En se mismo compartimento había una moneda de cincuenta centavos, otra cosa que no debería guardar.

Sacudió la cabeza eligiendo unos gemelos que tenían forma de rombo. Se los puso con parsimonia frente al espejo. Aquel día usaba un traje de tres piezas-sus favoritos- de un tono gris azulado, combinado con una camisa color crema y una corbata azul más clara. Se revisó de pies a cabeza y solo cuando estuvo satisfecho, se colocó la chaqueta. Estaba listo para el trabajo. Bueno, estaba vestido para el trabajo, aunque en realidad no tenía ganas de asistir a la oficina. En especial porque aquel día debía enfrentarse a una de las cosas que más detestaba sobre ser el dueño de Arlang Group... tener que viajar para hacer un recorrido por algunas de las diferentes sedes y sucursales de la empresa.

En esta ocasión debía pasar por Chicago, luego se movería a los Ángeles, San Francisco, Seattle y luego volvería a casa. Sería al menos una semana fuera, lo cual era un incordio. Oh, a Jude le gustaba viajar, pero no por trabajo.

Por varios años se las arregló para escaparse de ello, eligiendo a personas capacitadas para que realizaran esas tareas, siempre y cuando su presencia no fuera en extremo necesaria. Pero no podía hacerlo por siempre o daría la impresión de ser un jefe desinteresado y que no prestaba verdadera atención a sus negocios. Además ahora que a su madre le había dado por sacar los colmillos de nuevo, necesitaba estar más presente. Eran parte de sus responsabilidades e iba a cumplirlas, como muchas otras. Pero había algo sobre este viaje que le inquietaba y no sabía decir con exactitud lo qué era. Bueno, lo averiguaría tarde o temprano.

Mientras iba a la cocina revisaba su agenda en el teléfono, Yolanda ya la había actualizado. Tenía varias reuniones, algunas de ellas bastante importantes. Y justo al final estaba programado su vuelo hacia Chicago. Que tedioso.

Los pensamientos sobre su próximo viaje se vieron interrumpidos cuando su cerebro registró la música y la voz desafinada que trataba de seguir la letra de Long Tall Sally. Jodido infierno, Little Richard se arrugaría de indignación si pudiera escuchar la  manera en que Seong-Jin estaba destrozando esa canción. El chico coreano agitaba su cuerpo, sus caderas sobre todo, al ritmo de la música. Estaba terriblemente fuera de tono, pero ahí dónde la mayoría se sentirían avergonzados, él se reía, alternando entre bailar y evitar que los huevos revueltos que tenía en una sartén, se quemaran.

A Rebel Heart Symphony© (Love & Music #4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora