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Satie— Gymnopédie No. 1
"Sucederá de madrugada", le dijo John esa mañana mientras los dejaba a él y a Jude en el colegio privado al que asistían. No había tenido un solo segundo de paz desde que escuchó esas palabras.
No tenía la menor idea de quién era John en realidad, pero pronto quedó claro que sabía lo que hacía, porque tenía una facilidad para conseguir información. Incluso se las arregló para mantenerse al tanto de cada movimiento de Aelin. Era esa la razón por la cual sabía que el momento en que su madre intentaría llevarse lejos a Jude estaba demasiado cerca.
Era el último día de clases y por los pasillos los alumnos eran un hervidero de emoción, hablando sobre sus planes para las vacaciones. Viajes al extranjero, casas de verano en lugares exclusivos del país. Después de todo al ser una institución privada, los alumnos provenían de familias adineradas, hijos de políticos, o como en el caso de Jude, futuros dueños de imperios empresariales.
Quizá el año anterior aún le hubiera importado un comino ese tema. Pero en ese momento no encontraba emoción por ningún lado de su cuerpo. ¿Cómo podría cuando su vida estaba a punto de cambiar en cuestión de horas?
Ni siquiera podía mirar a Jude a la cara porque la culpa le carcomía por dentro. Parte de él le decía que estaba siendo injusto al no decirle la verdad, Jude merecía saber.
Y sin embargo, no pudo hacerlo, porque solo la última semana Jude y su madre habían tenido otro para de enfrentamientos. Jude recibió más bofetadas, más amenazas y el desprecio que Aelin sentía por él era cada vez más evidente.
Si le contaba la verdad, él iría directo a confrontarla y todo se saldría de control. John estaba de acuerdo con él. "Buen Dios, tu hermano tiene el carácter arriesgado y malicioso de tu abuelo", había murmurado cuando ambos presenciaron una de las muchas discusiones entre Jude y su madre.
Esas palabras despertaron su curiosidad, pero John dijo que no era buena idea hablar de ello aún, que antes necesitaban llevar a cabo el plan.
*
—¿Qué pasa contigo? — era la hora del receso a mitad de la mañana. Jessa no había querido salir del salón y por lo visto se quedó demasiado sumido en sus pensamientos.
—No es...— apenas le dio una mirada antes de clavar la vista en su escritorio —. Me duele la cabeza.
—Eso ha estado pasando con demasiada frecuencia — Jude se deslizó en el asiento a su lado.
