52. ¿Por qué?

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Matthew Good— Weapon

Despertó sintiendo que todo su cuerpo palpitaba de dolor, en especial en la zona del torso, del lado derecho. Conocía ese tipo de dolor y a pesar de su aturdimiento, estaba casi convencido de que tenía rotas un par de costillas, o casi rotas. No le sorprendía demasiado cuando lo último que recordaba era la maldita camioneta volcándose luego de ser impactada por un costado.

De ahí venía también el dolor de cabeza y el malestar. Era como si alguien estuviera haciendo resonar una campana en su cabeza. Incluso le pitaba el oído izquierdo. Podía sentir la humedad pegajosa en un lado de su rostro. Así que se giró hasta quedar boca arriba, parpadeando sin cesar para ver si eso ayudaba de alguna manera... pero no lo hizo.

Esto era un maldito desastre. La peor parte era no saber nada sobre Seong-Jin, sobre si alguien, Ilenko o el maldito Jessa, lograron llegar a él antes de que los malos consiguieran su cometido y se lo llevaran. Tenía claro que dejarlo atrás quizá fue el peor movimiento que pudo habérsele ocurrido, pero llevarlo con él también hubiera sido un enorme riesgo, porque entonces los dos estarían ahí; al menos él estaba acostumbrado a este tipo de cosas. Cuando fue un colaborador más activo de la Bratva, solía terminar en situaciones peligrosas de vez en cuando. De cierta manera su cuerpo se había endurecido para enfrentar el peligro o las lesiones.

Aunque esta vez quizá era una de las más críticas. Y solo mientras hacía balance de daños empezó a ser consciente de su entorno. Estaba tendido en una superficie dura  cubierta por algún tipo de lona áspera que sonaba cada que hacía algún movimiento. La habitación estaba a oscuras y había este ligero olor a moho y polvo, lo que le indicaba que era un lugar que no solía usarse con demasiada frecuencia. ¿Algún sitio abandonado tal vez? ¿Uno de los muchos escondites criminales de Lockley? O, ¿el sótano de una casa? El lugar que fuera, sin duda era una mierda y no habría muchos puntos de escape.

Le jodía no poder ver su entorno, sus oportunidades de encontrar una salida se reducían demasiado gracias a eso. Después de varios minutos, cuando sintió que podía moverse sin sentir que el mundo giraba en todas direcciones, empezó a sentarse envolviendo su torso con uno de sus brazos. Se congeló a medio camino cuando sus sentidos por fin se pusieron al día y se dio cuenta de que no estaba solo en la habitación.

Era el instinto avisándole. Esa sensación de hormigueo en su nuca y su cuero cabelludo que le indicaba que estaba siendo vigilado. Malditos instintos de mierda que no le habían advertido antes que estaba siendo acechado, entonces esta situación jamás hubiera ocurrido.

A Rebel Heart Symphony© (Love & Music #4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora