Consejero

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El día transcurrió con rapidez, agradecía el que me tocaran las materias que más me gustaban. Química, biología, inglés y sobre todo Medicina moderna I.

El timbre de la última hora sonó. Lista para irme me acomode mi mochila en mi hombro para salir, le había regresado los aretes a Mhara. Se los había regresado por varias razones, la principal que ella me los había prestado y yo no me podía quedar con algo que no es mío, y en segunda porque cada que lo veía recordaba a Shawn y al recordarlo a él hacía que recordara los errores que había cometido a su lado.

Cerré mi casillero con más fuerza de la que creí que daría, llamando la atención de unos cuantos compañeros y de algún profesor.

— Alice -la voz de la secretaria Anne me llamo la atención. Me gire a su dirección, encontrando la saliendo de la oficina principal con un folio en sus manos y vestida de manera formal. Es una señora mayor, de unos treinta y algo, pero voy carácter de una de sesenta.

— Te busca el consejero -añadio en un tono irritado. Como si fuera la milésima vez que me lo dice. Simplemente lancé un suspiro y me acomode la mochila en mis hombros, comenzando a caminar a la dirección de la oficina de mi queridísimo y amigable Víctor.

Pase a lado de Anne, sus ojos cafés me observaban con atención como si esperara a que cometiera algún error para ir a contárselo al director. Llegué al final del pasillo, dando vuelta por otro más corto, el cual estaba decorado de carteles del próximo torneo de fútbol y el baile de primavera que se "acercaba". Al igual que una enorme pizarra adornaba la pared izquierda llena de carteles, folletos, volantes de los club de la escuela; de lado derecho una enorme vitrina Co. trofeos, fotografías de generaciones pasadas y las playeras deportivas de los jugadores favoritos de la preparatoria. Pase el pasillo, llegando hasta el final, encontrándome con una puerta café en la cual en medio —con letras horriblemente pequeñas— estaba escrito Consejero escolar en negritas y mayúsculas. Quizás en un intento de que se "notará" que teníamos a un psicólogo que nos daba ánimos cuando nos sentíamos depre.

Y ¿así quieren que los alumnos vengan?

Bufé, tocando la puerta dos veces y escuchando como Víctor me daba el pase.

Victor era un chico joven de aproximadamente la misma edad que mi hermano Aarón pero un poco más amigable y sociable que él.
Es alto y fornido, se le nota que le gusta hacer deporte, su piel es morena y su cabello negro y ni hablar de sus ojos verdes. Aveces he llegado a sentirme hipnotizada por ellos pero recuerdo que mi hermano Ronald los tiene casi iguales y se me pasa.

Su oficina es pequeña pero acogedora. Solo tiene un mueble a su lado donde acomoda los expedie tés de cada alumno que atiende, una planta artificial que decora la oficina en una esquina justa atrás de él y su escritorio perfectamente acomodado. Se le concentrado en su ordenador, como si estuviera creando algún expediente de algún alumno que acabará de llegar. Su mandíbula se tensa mientras ve la pantalla de la computadora y teclea con rapidez.

— ¿Me hablaste? -pregunto mientras cierro la puerta detrás de mí y me siento en el pequeño sofá que hay delante de él al igual que unas sillas de oficina.
Sus ojos dejan de mirar el ordenador y los levanta hacia mí. Un brillo se asoma por ellos y me regala una sonrisa ladiada.

— Pero si es mi paciente favorita -canturrea mientras deja a un lado el ordenador.
Ruedo los ojos al escucharlo llamarme así.

—¿Paciente? -pregunto ofendida. Recargando me en el respaldo del sillón de cuero negro en donde estoy sentada.

— ¿O prefieres que te llame Alumna preferida?

— Ya nos vamos entendiendo

Victor sonríe más y niega con la cabeza. Me acomodo mejor, dejando a un lado la mochila para descansar mi espalda.

No te enamores. Solo tu puedes romper mi corazón. [Secuela de DNAC]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora