Confesión

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Lo había hecho. Realmente le había contado todo a Julieta. Sus ojos claros me miraban con demasiada tristeza, misma que comenzaba a sentir y debido a ello decidí tomar hasta no poder.

La había llevado a la cafetería que se encontraba en la universidad de Artes, aquella escuela que alguna vez soñé estar, pero que sabía que si la elegía no iba a conseguir nada bueno. Y mientras le confesaba todo, el cuánto me esforcé porque ella se alejara de Ronald y el cómo él la amaba me di cuenta de que hice algo bien. Había hecho algo bien por primera vez en mucho tiempo y vaya que se sentía estupendo. Era cómo si finalmente fuera libre.

Me tomé el vaso de agua que Ronald me había dejado en la cocina. Hace apenas unas horas que desperté y me dolía la cabeza, demasiado, era como si me hubieran golpeado la nuca con un martillo. Había tomado demasiado con Julieta hace unas pocas horas y mi cuerpo comenzaba a pedirme a gritos que lo hidratara.

Me pasó una mano por la frente y apoyo mi cabeza en la barra, sintiendo la frialdad del azulejo en mi piel. Mi cerebro parece como si estuviera apunto de explotar, escuchó unos pasos acercarse a dónde me encuentro y es la voz de Ronald lo que me hace recordar que esté jodido dolor de cabeza puede empeorar.

— No sé que es lo que más me sorprende, si el saber que tomaste en medio de la tarde en una cafetería con Julieta o que por ser menor de edad y aun así tomaste alcohol -dice detrás de mí para luego llenar de nuevo mi vaso con agua.

— Por favor, dime qué tiene algo para la cruda -gimo de dolor. Escucho como Ronald carcajea y muy a mi pesar levanto la cabeza para ver cómo él saca de una alacena un botiquín de primeros auxilios.

— Ah, bendito seas -digo al ver cómo saca una caja de aspirina y otra de ibuprofeno.

— Aquí tienes, loca -me dice pasándome la caja de aspirina, ocultando una sonrisa en sus labios.

— Que Dios, el cielo, el universo y todo lo bueno y divino te bendiga con muchos hijos y mucho dinero, sobre todo mucho dinero -digo mientras saco una pastilla y me la tomo con el agua.

— ¿Hijos? -bufa al escucharme decir eso y volviendo a guardar las pastillas.

— Y dinero -añado y noto como sonríe con tristeza.

Conocía a mi hermano y sabía el porqué actuaba así, era por Julieta. Había intentado de todo para volver con ella, pero las cosas no habían salido como esperaba y termino trayendo a su exnovia a su departamento semiborracha y la cual duerme en el segundo piso en su habitación. Nada había salido como el lo había planeado, pero siendo sincera mi plan tampoco estaba saliendo como lo planeé.

— ¿Sabes por qué me vi con Julieta en ese lugar? -digo apoyándome en la barra y mirándolo con cansancio. La atención de Ronald se centró en mí al instante y por unos segundos pudo descubrir en su mirada el sentimiento de miedo.

— La cité para hablar de ti -añadí— Y no para que se alejara, no. La invité a ese lugar para que supiera lo que realmente pasó después del accidente y también antes del mismo. -tome un suspiro. Maldición, ¿es esta una de esas conversaciones profundas que llegas a tener con tus hermanos? Porque así lo sentía.

Ronald miro al suelo y aunque parecía algo decaído podía notar que sus ojos comenzaban a llenarse de lágrimas.

— Le dije todo lo que hiciste por ella, le dije todo lo que hiciste después de ella que intentaste superarla, pero que no pudiste -dije al notarlo pensativo— Y le dije que la sigues amando, ella no me creyó. Dice que es casi imposible que algo así pase, que eso no es amor, pero... Te conozco hermano y aunque me cueste admitirlo, me alegró el saber que sea ella quien escogiste para pasar tu vida a su lado -añado. Siento como algo que estaba pegado a mi espalda lo dejara caer, como si finalmente hubiera dejado de sentirme culpable. Sin embargo, no era así, porque aún ocultaba muchas cosas y sabía perfectamente que no era momento de decirlo ahora.

No te enamores. Solo tu puedes romper mi corazón. [Secuela de DNAC]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora