PARTE UNO; La Frágil Mujer sin Sombra. Uno.

5 0 0
                                    


Recién abrí los ojos al sentir una ligera bocanada de aire fresco golpearme la nariz. Vi mis mechones obscuros revoloteandome por el rostro y senti un inmediato dolor de cabeza. Una migraña apenas naciendo.

Parpadeé un par de veces y me reincorporé lentamente, estirandome hacia mi derecha para cerrar la pequeña ventana por la que se estaba colando la corriente de aire. Una vez hecho, torcí mi cabeza a la izquierda para tronar mi cuello. Un método mio para "liberar tensión", aunque no sabía si era algo sano del todo.

Después de mirar fijamente a la nada por unos segundos, agaché lentamente la cabeza hacia mi izquiera y vi la cama hecha un desastre. Pero no era mi cama. Ni siquiera la conocía. Entonces me mire a mi misma. Desnuda, apenas con una sabana tapandome la parte baja del cuerpo y con los senos al aire. Alcé la cabeza y vi mis prendas en el suelo. Mi ropa interior y mi vestido color naranja chillón. Derramados como pintura en lienzo nuevo.

¿En dónde diablos estoy metida? Pensé.

Al enderazar mi columna, un olor me llegó. Un aroma bailandome por la entrada de la nariz y luego entrando despedido hacia mis interiores. El olor de grasa de tocino. Un olor al que no podía resistirme. Razón por la que nunca pude ser vegana. Por más que pensará en esos pobres animales, siempre me convencía a mi misma de que no era mi culpa ser de la especie superior en esta vida.

En cuanto eché un vistazo al otro lado del suelo, del extremo contrario de la cama, mire más prendas. Otro vestido, uno púrpura. Y un blazer gris.

Mierda. Entonces recordé.

Anoche me había liado con una chica. Y era vago lo que recordaba. Podía recordar el conocerla en el bar de anoche, haber conversado con ella por largas horas. Haber creído que era interesante. Linda. Parecida a mí de hecho. Y luego me había besado con ella en el baño del propio bar. Para finalmente venir a su departamento y haber tenido buen sexo. Muy buen sexo a decir verdad.

Y ahora probablemente ella estaba haciendose de almorzar para propiamente continuar con su vida, mientras que yo seguía aquí, en su cama. Invadiendo su vida personal. Seguro ella estaba pensando "solo fue sexo, ya lárgate perra". Pero era demasiado educada para levantarme y correrme.

Emily. Se llamaba Emily.

Me incorporé y sali de la cama. Pensé; "bueno, a ponerme el entallado vestido y luego decirle que me retiro y volver a mi vida. Eso era. Y entre menos lo pensará y más rápido lo hiciera, mejor". Pero cuando me agaché para tomar el vestido, escuché su voz desde el otro lado del departamento.

"Te deje ropa en el sofá. Pontela y ven a almorzar por favor" dijo ella.

Alcé ambas cejas. Y mire en dirección al sofá color mostaza en la otra esquina de la habitación. A un lado del mueble lleno de viniles y plantas, me llegó entonces un recuerdo de anoche, de estarlo viendo mientras me desvestía.

Aún así levante el vestido, pero lo coloque sobre la cama. Y aún desnuda, me pasé al otro lado de la habitación y me coloque la ropa que ella había escogido especialmente para mí. Una camiseta blanca y larga hasta las rodillas, con los dibujos de scooby doo en el centro. Y un short azul marino de tela deportiva. Pequeño. Corto.

Aún con los cabellos hechos un desastre, pero ya propiamente vestida, salí de la habitación y camine lentamente a la cocina, de dónde venía el aroma.

Y ahí estaba ella. Dandome la espalda; con el cabello dorado recogido en una cebolla, con una pinza verde obscura. Vestía una camiseta larga y de botones, color celeste. E igual de larga que la mía. Pero no podía distinguir si estaba vistiendo unos shorts igual de diminutos que los míos, o pura ropa interior. O tal vez, nada de nada.

Debajo de su Almohada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora