Dos.

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Claramente mentí. Cuándo salí de esta casa hacía dos días por la mañana en camino a Albuquerque, nunca pensé en no volver. O siquiera en separarme de Carter. Así de patética soy. Y si soy honesta conmigo misma, no se si sea en su totalidad por amor.

Carter era fácil de amar. Porque como lo dije antes, era muy "normal". Muy sencillo. Pero esa misma sencillez y normalidad que lo hacían todo tan fácil, lo hacían todo tan monotono y simple. Y eso era riesgoso en esta y cualquier relación.

Por lo que sé que mi razón principal de no considerar irme y dejarlo, no era en su totalidad por amor. Sino por..., ni siquiera se el nombre. Pero no quería irme por el hecho de tantos años juntos. Tantos años que le dedique. Tantas cosas en las que nos acompañamos. Tanta "costumbre" como comunmente lo llaman. Sí, ese era el nombre.

Además de algo de vergüenza. ¿Qué iba a decirle a mis padres? ¿Qué pensarían nuestros conocidos? ¿Qué cara pondrían cuándo les dijera que después de todo, todo, todo, no habría boda?

Una infidelidad no es cualquier cosa. Porque es ahí cuándo sabes que tu amado, no te ama tanto. Sea la razón que sea, haya estado deprimido, borracho, cachondo o enojado, el amor no se ausenta ante ningún otro sentimiento ni situación. No si es real.

Pero al menos yo estaba tomando la decisión de no dejar que fuera eso más grande que la costumbre y la comodidad de seguir con él.

Además de que, era la excusa perfecta, para controlarlo.

"Estuve con Teresa, en Albuquerque" dije al fin. Carter estaba sentado en un banco al extremo de la isla en medio de la cocina. Con ambas manos haciendole un soporte para la cabeza, apoyadas en la barbilla y ambos codos sobre la isla. Viendome fijamente. Sin decir nada; con los ojos llorosos, la nariz roja y el pelo alborotado. Al fin dije algo, porque ese silencio me estaba matando. Pero lo hice mientras sacaba un vaso de vidrio de una de las puertillas tras de mi, solo para evitar el contacto visual.

Aún así, estaba molesta. Y no era para menos.

"Te mande mil mensajes. Y te llame muchas veces" dijo él, con la voz ronca y los ojos persiguiendome por la cocina.

Me aproxime al refrigerador y estire la puertilla del congelador hacia afuera. Luego busque la vasija de los hielos. "No quería que me molestaras".

"Eso fue cruel" dijo él.

Alcé una ceja a la par de dejar caer los hielos al fondo del vaso. "¿Crees que eso fue cruel?"

Cerre la puertilla con el peso de mi cuerpo. Echandome a un lado. Y luego me aproxime a la isla y coloque el vaso sobre ella, con fuerza. Con ruido.

"Perdóname. Creí que el cruel habías sido tú"

En ese momento pensé; a la mierda. Mejor si lo dejo. Y me largo.

"Gwen, perdóname, por favor" empezó a rogar. Con las lágrimas brotandole por los ojos demasiado rápido. Como si hubiesen estado esperando a la tercera llamada. "Te amo. Y lo sabes, ¿verdad?, no podría dejar de amarte nunca. Nunca"

"No esta eso en duda" respondí. "Pero no me amas tanto. Y ya esta"

"No digas eso"

"Es la verdad. ¿Alguien que ama engaña?" pregunté. Acercandome a su rostro. Sintiendo su aliento humedo con olor a hierbabuena. De mascar tanto chicle para la ansiedad.

Él permaneció en silencio.

Volvi a tomar el vaso de cristal y lo resone nuevamente contra el azulejo de la isla. "Contesta"

Debajo de su Almohada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora