IV. Llegada a Grecia

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El sudor resbala por su frente mientras realiza aberturas sobre aquel muñeco, de reojo revisa en un libro el procedimiento al cual fue retado

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El sudor resbala por su frente mientras realiza aberturas sobre aquel muñeco, de reojo revisa en un libro el procedimiento al cual fue retado. Siente como el hombre le mira juzgando cada movimiento que hace; debe admitir que le sorprendió cuando le presentó el muñeco que a primera vista se veía como una persona totalmente real, incluso sus órganos parecían serlo. Retira con cuidado la simulación de hígado y lo pone en una bandeja de metal, toma el remplazo y lo coloca en el cuerpo, empieza a coser cada capa de piel ágilmente. Cuando su labor a terminado corta el hilo con el que ha cosido la incisión.

El hombre bronceado se levanta desde el asiento donde le ha analizado. Se acerca hasta el muñeco pasando de largo al médico, revisa con detalle el procedimiento en el que tardó dos horas y media. Después de tocar por varios minutos la textura de su piel volteó a ver al pelinegro y le da una sonrisa.

— Me impresiona Sr. Pasteur, tiene un gran talento — Le alaga recogiendo los utensilios médicos — Realmente pensé por un momento que era toda una farsa lo de ser un cirujano.

— Gracias por sus palabras.

— Uhm, supongo que con la pequeña desgracia que le sucedió a usted y a su hijo no podrían regresar a su país de origen — Recibe un asentamiento por el contrario — Bien, no sé si les sirva de algo, pero mi pequeña y yo volveremos con mi esposa a Grecia. Si a usted le interesa, podría llevarlos a ambos con nosotros para al menos salir de Inglaterra — Aunque hay mucha más distancia entre Francia y Grecia, pensó burlonamente.

— ¿De verdad estaría dispuesto, Sr. Brown? — Pregunta ante su sonrisa engreída.

— Por supuesto, como un colega en nuestro oficio me siento obligado a ayudarlo para moverse de aquí. Sin embargo, aceptaría si desea pagar por ello, veo que monedas aunque sean viejas no le faltan.

— No sabe cuánto le agradezco. Pagaré todos los gastos que tengamos.

Ambos estrechan su mano, cerrando el acuerdo que han hecho.

Isabel da un par de risillas cuando Junior queda maravillado ante el capuchino que ha probado.

— ¿Nunca has probado uno? — Da una sorbo a su café negro.

Je vous libèreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora