Naruto corria por toda su casa. Necesitaba dejar todo ordenado y listo para la llegada de su esposo, quien llegaría en unos minutos.«Vamos, cachorro»
Alentó su compañero anaranjado.
Había estado meditando sobre la forma de decirle al Uchiha que esperaba un bebé, pensó de todo. Entre ellas unas opciones muy bonitas:
Primera: golpearlo y entre puños decirle que tenia una cosa en su estómago.
Segundo: gritarle a penas lo vea que era un degenerado por dejarlo embarazado y marcharse.
Esa opción le gustaba más.
Tercera: le haría un detalle bonito y hacerlo sentir especial. Pues sabe que su esposo necesita amor y tranquilidad.
Aunque la tranquilidad no sabe si se la da, pues vamos, por algo es llamado el ninja imperativo de Konoha.
Así que mejor lo dejamos en amor, ahora, después de limpiar toda la casa y regar sus flores favoritas que también curiosamente eran las favoritas de su suegra, Mikoto.
Se quito el pequeño delantal azul (que para su fastidio tenía el logo del clan Uchiha). Apagó la estufa y acomodo los platos.
Después de vivir tanto tiempo solo, había aprendido a cocinar y no es por alardear, pero lo hace muy bien. Se arregló su camisa anaranjada (que también tiene el logo Uchiha para su desgracia), se sacudió el cabello y a esperar a su esposo.
—Rubio, ya estoy en casa —la voz de Sasuke lo puso alerta y se aproximó a recibirlo.
—Sasuke —habló emocionado y se lanzó a sus brazos, donde el Uchiha lo aceptó gustoso.
Estar en los brazos de su esposo, era algo de lo que nunca se cansaría, el fuerte cuerpo del pelinegro lo apretaba con fuerza, amor y suavidad.
—Te extrañe —dijo al separarse.
Sasuke le regaló una pequeña sonrisa, que Naruto amo, ama y amara, él también le devolvió una sonrisa.
Que para Sasuke era más brillante que el sol.
—Te amo —habló de vuelta el pelinegro.
—Yo también, cariño. —Naruto respondió, y movió la cabeza como si buscará algo.
Eso extraño a Sasuke.
—¿Estás bien?
—Sí, todo bien. ¿Por qué? —preguntó nervioso, cosa que alarmó más al Uchiha.
—Naruto, odio cuando me mientes —Sasuke gruñó y apretó sus brazos alrededor del cuerpo de su esposo.
—¿Tienes hambre? Yo sí, hice sopa de tomate —habló el rubio, mientras se desenredaba de los brazos que lo tenían aprisionado.
Sasuke lo quedó mirando por unos segundos, pero asintió con la cabeza y llegó donde su esposo, para servir.
Naruto servía y Sasuke llevaba hacia la mesa, al estar servido todo. Tomaron asiento. El pelinegro se permitió observar cada movimiento del otro, Naruto estaba nervioso por algo.
Y eso también lo ponía nervioso a él.
Después de comer, Naruto suspiró ruidosamente y habló:
—Tenemos que hablar.
Ahora todos lo sentidos de Sasuke se agudizaron, estaba nervioso.
—Cariño, ¿está todo bien? —volvio a preguntar y está vez si hubo respuesta, Naruto sacudió la cabeza en negación.
—Kurama.. —Naruto suspiró y cerró los ojos, y al abrirlos continuó: —Hizo algo en mi cuerpo y no sé como reacciones a eso.
Sasuke sentía su sangre helarse, ¿Naruto estaba enfermo? ¿Algo paso con el zorro y podía perder a Naruto? Sólo el pensamientos le mando una punzada de dolor al corazón.
—Naruto, mi amor, no me asustes. ¿Qué pasa?
El de ojos azules, suspiró temblorosamente y Sasuke pudo notar como lágrimas estaban por ser derramadas.
Ahora estaba más que asustado, temía a a lo peor.
—Sasuke, estoy embarazado —susurró.
—¿Qué?
—Que estoy embarazado, teme —dijo Naruto, está vez con más fuerza y claro.
Sasuke sintió sus manos temblar, su corazón se aceleró. Sus ojos querían derramar lágrimas, como hace mucho tiempo no pasaba.
—Naruto, odio que me mientas, lo sabes —su voz estaba temblorosa.
El de ojos azules sonrió, y se acercó para sujetar las mejillas de su esposo.
—Teme, cariño, estoy embarazado. Kurama ayudo —susurro Naruto, mientras le sonreía con ojos llorosos a su esposo.
El pelinegro estaba a nada de derramar lágrimas, Naruto era más de lo que algún día pidió, por más que quería regenerar su clan, siempre elegiría a Naruto así no pudieran tener hijos, siempre seria Naruto, su rayo de sol. La persona por la cual vive y vivirá.
Naruto tiene su alma, amor, devoción, vida.
Y ver qué ahora está embarazado, que ellos pueden tener un hijo, lo llena de felicidad tanta que podía solo llorar de ella.
—Naruto, eres lo mejor que tengo en mi vida, gracias, gracias —susurró llorando. Mientras envolvía el cuerpo de su esposo en un abrazo.
El rubio enterró su cabeza en su cuello, y Sasuke podía sentir las lágrimas ajenas.
Ahí es donde se siente afortunado de vivir, de ver y tener cada día a Naruto, a la persona que nunca se rindió con él. La persona que siempre estaba ahí, Naruto era su salvavidas, su todo y más.
Era el ser que más ama en su vida, por quien rogaría sin problemas, se arodillaria solo por él, hoy, mañana, por toda su vida.
Siempre seria Naruto Uzumaki.