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Pensé que las cosas iban bien así que bajé la guardia en presencia de Joshua Stanley, un hombre astuto y manipulador.

-En serio crees qué no soy capaz de dar un diagnóstico correcto? Pérdida de memoria, no me hagas reír-se burló mientras lo miraba en silencio tensa.

Debí saberlo, las cosas estaban funcionando a mi favor demasiado bien. Gracias a la "amnesia" pude evitar la sospecha de Bastien sobre mí.

-El Conde Stanley debe tener una gran imaginación, incluso si el diagnóstico es falso sigo siendo Rosemary-mi voz no delata el miedo y los nervios que siento.

La mirada divertida de él me atraviesa con su intensidad. Este hombre es un peligro para mi seguridad.

-En serio? No lo creo. Rosemary detestaba a Bastien pero tus ojos brillan al verlo. Tú, no eres ella. Eso te lo puedo asegurar-sus palabras llenas de confianza hacen que mis manos tiemblen.

-Conde, debería escribir novelas. Es algo imposible lo que está sugiriendo-ni yo misma lo hubiera creído. Algunas veces pienso que todavía estoy soñando.
-Sabías? El Sacro Imperio Triskel no tiene una religión como los otros reinos. No tenemos dioses a los que adorar a pesar de que tenemos un Templo-su repentino cambio de tema no alivia mi tensión, la hace crecer.
-Ese Templo adora a una persona que realmente existió. Irina von Sweden, la Santa que fundó el Imperio-su voz teatral hace que mi estómago se revuelva.
-Hace quinientos años, cuando las Repúblicas luchaban por el Gran Valle de Triskel, una niña de doce años declaró que la guerra sería ganada y así fue-la pausa que hace para ver mi expresión no mejora mi ánimo.
-La Santa dijo que pudo ganar la guerra gracias a que recordaba su vida pasada-mi garganta se sentía seca en estos instantes.
-Una estupidez, no crees? Yo también hubiera pensado lo mismo si mi situación no fuera similar-qué acaba de decir?

Él ríe divertido al ver mi rostro impactado por su declaración. Todavía estoy tratando de procesar la bomba que ha soltado sin dudar.

-Señorita, yo renací en este mundo como el Conde Joshua Stanley-aclara con una expresión solemne demostrando que habla en serio.
-No sé quién eres, pero tú no puedes ser Rosemary Evergreen-está tan seguro de ello que me molesta.
-Por qué no?-pregunto molesta de su actitud prepotente.
-Porque estás enamorada de Bastien-mis mejillas se sonrojan al escucharle.

Las palabras se quedan atrapadas en mi lengua sin saber cómo refutar su afirmación.

-Entiendo que esto debe ser un shock para ti, por lo que vendré mañana para tener una conversación adecuada-dice mientras se pone de pie.

Lo observo en silencio, sin ser capaz de pronunciar palabra alguna. No tengo la más mínima idea de cuál es su propósito. Es por eso que este hombre era peor, es impredecible.

-Se lo dirás?-no hace falta que aclare de quién hablo. Su sonrisa divertida me deja en claro que esta disfrutando esto.
-No, no sería divertido. Tengo mucha curiosidad al respecto. Qué tan lejos estás dispuesta a llegar para protegerte y si Bastien podrá perdonar tu engaño?-su pregunta me asfixia durante unos segundos.

Él se levanta de la mesa con elegancia emitiendo un aire de suficiencia y arrogancia. Por primera vez siento ganas de asesinar a alguien, lo cual creía imposible hasta que lo conocí.

-Hasta mañana, Duquesa. Disfruté de la charla-mis manos se aprietan con tanta fuerza que me lastima la piel.
-No puedo decir lo mismo, Conde. Sin embargo la conversación fue esclarecedora-digo mientras le sonrío con ira.

Capto su interés pero aún continúa con su actitud condescendiente. Ya que me lanzaste un golpe, yo también debería hacerlo.

-No tiene curiosidad por saber cómo conozco a todos aquí?-su expresión cambia lentamente para volverse apagada y sin emociones.
-Conozco el futuro y el tuyo es triste-digo ganando una mirada llena de opresión.
-Morirás en manos de la mujer que amas, Joshua Stanley-declaro con una suave sonrisa en mis labios.

Las espinas de una Rosa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora