Capítulo 8

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Uno

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Uno.

Dos.

Tres.

Tres suspiros hasta que pude reaccionar.

—¡¿Qué pasó ayer?! —grité a los cuatro vientos aterrada.

Por la resaca que me carcome hasta la más recóndita neurona de mi cabeza con dolor puedo suponer, suponer no, sé que bebí hasta la última gota de alcohol que había en el vaso. Pero este infernal dolo creado por el mismísimo diablo no deja que ningún recuerdo me venga a la cabeza.

Estaba desesperándome. Porque podría haber bebido y no haber bailado en absoluto, pero mi sexto sentido imaginario de mujer me dicta todo lo contrario.

—Por Yoba... ¿Qué habré hecho? —me senté en la orilla de la cama sujetándome la cabeza con mis codos apoyados en mis muslos.

Mi piel recuerda haberse quemado, como un cosquilleo infinito intentando que recordase lo que fuera, por mínimo que fuese. Sin embargo, algo en mi había desechado esos momentos de la noche anterior para proteger mi propio bien de alguna manera.

—Sin lugar a dudas, la he liado. Pero bien liada.

Fui a verme en un espejo de cuerpo entero para comprobar si mi aspecto de ebria de ayer seguía conservándose o ya me había renovado. Fue echar un vistazo y que mi mandíbula se cayese hasta el suelo.

"¡Pero si parezco una flor!", pensé.

No estaba contando el desorden de pelo por haber dormido como nunca o mi camisón más arrugado que nunca, sino mi cara de haber recibido un masaje por una bruja de manos mágicas y rejuvenecedoras.

—¿Realmente he bebido o he ido al balneario en mitad de la madrugada sonámbulo?

Sacudí la cabeza porque ese no era el tema principal ahora, sino los malditos cultivos y animales que me esperaban hambrientos con sus productos animales. Y bueno, si es posible recordar las locuras de anoche.

Fui al baño a darme una ducha tórrida, cepillarme el pelo para que no parezca parte de un zoológico y cambiarme a algo más presentable.

Al volver a verme en el espejo, mi aspecto estaba más lucido incluso, mi pelo tenía un brillo peculiar, pero hermoso, como si estuviese en mitad de un día de primavera bajo amanecer, mis músculos estaban más relajados que nunca y mi humor se encontraba por los aires, si no contábamos el hecho de la ausencia de recuerdos de ayer.

Fui a desayunar algo en condiciones después de una borrachera como nunca había tenido una, un desayuno inglés. Por la hora sabía que era tarde para desayunar, pero haré una excepción en mi horario de comidas.

Estaba con un zumo de piña entre manos cuando noté algo extraño en el posa-brazos del sofá. Fui con cautela a inspeccionarlo cuando reaccioné, era toda la ropa que vestía ayer en la fiesta.

-𝐏𝐞𝐫𝐥𝐚 𝐎𝐜𝐞𝐚́𝐧𝐢𝐜𝐚- (Sam/Stardew Valley)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora