Capítulo 1

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-𝐈𝐦𝐩𝐫𝐮𝐝𝐞𝐧𝐜𝐢𝐚 𝐝𝐞𝐬𝐞𝐬𝐩𝐞𝐫𝐚𝐝𝐚-

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-𝐈𝐦𝐩𝐫𝐮𝐝𝐞𝐧𝐜𝐢𝐚 𝐝𝐞𝐬𝐞𝐬𝐩𝐞𝐫𝐚𝐝𝐚-

Sueño

Otro día de mi aburrida vida pasaba, otro día que iba al hospital y otro día que salía de mi solemne y monótono trabajo para ir a ver a mi abuelo. No mentiría al decir que rezaba por que hubiese un cambio en mi vida, por pequeño que fuese.

Lo que no sabía es que pocas horas después me arrepentiría de habérselo deseado a los Dioses.

—Perdone, ¿eres la señorita ____? —preguntó un doctor del hospital.

—Sí lo soy, ¿ocurrió algo? —pregunté indecisa.

Me miró serio —Por favor, acompáñame un momento —asentí sin atreverme a hacer otra pregunta.

Subimos al ascensor que llevaba al último piso del hospital y atravesamos largos pasillos solitarios hasta llegar delante de la sala de mi abuelo.

Suspiro, como si estuviese mentalizándose de algo —Debo informarla que a su familiar le quedan escasos minutos de vida, en cambio, quiero hacerla saber que no por ninguna enfermedad si no por su vejez —me miró con una faceta neutra y de sentimientos guardados por profesionalidad laboral.

Sentí mi corazón dejar de latir por un segundo, el segundo que me arrebataría lo único que me ancla a esta vida, para que mentir, a esta vida de mierda.

Unas cristalinas lágrimas brotaron de mis ojos proporcionándome una borrosa visión de mi alrededor.

—¿Cuánto tiempo le queda...? —dije en un hilo de voz. Agradezco al oído del doctor por haberme escuchado sin tener que repetir la pregunta, no quería desmoronarme en mitad del pasillo y formar un escándalo.

—A él... Aproximadamente le queda una media hora, no sabemos con certeza... —no deje terminar al doctor y fui directa a la habitación donde se encontraba yacente mi abuelo, mi querido abuelo, el cual fue la única persona que me amo en esta miserable vida mía.

¿Por qué miserable? Nací como una omega, por la maldita naturaleza debía de nacer como alguien que era abusada por el poder de los alfas que tenían sobre mí y que tenía que cumplir sus órdenes sin rechistar, a no ser que quisiese morir, aunque no sabía de qué horripilante forma de todas las que había. El mundo era cruel. ¿Por qué los omegas eran despreciados hasta tal punto? La naturaleza nos hizo para juntarnos con un alfa y poder dar vida, no para matarnos lentamente. ¿Alfa destinado? Amigo, hay millones de habitantes en la Tierra y millones de kilómetros por recorrer, pretender encontrar a mi alfa era como buscar una perla en mitad del océano — brillante, pero difícil de conseguir—. De todas maneras, siempre creí que no sería aceptada por nadie, no destacaba en nada solo una omega más del planeta.

Cerré la puerta sin hacer mucho ruido, igualmente noté la mirada de mi abuelo que reposaba en mí.

—Hola abuelo, ¿cómo te encuentras? —sonreí con falsedad al intentar afrontar la situación de manera positiva.

-𝐏𝐞𝐫𝐥𝐚 𝐎𝐜𝐞𝐚́𝐧𝐢𝐜𝐚- (Sam/Stardew Valley)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora