Una joven reemplaza su vida en Ciudad Zuzu por una nueva en Pueblo Pelícano, gracias a una de las últimas reliquias que le dejo su abuelo antes de fallecer. Ella no tenía nada previsto en su mente cuando fue, pero sin planearlo encuentra la perla en...
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-𝐂𝐡𝐚𝐫𝐥𝐚 "𝐚𝐦𝐞𝐧𝐚" 𝐞𝐧𝐭𝐫𝐞 𝐚𝐦𝐢𝐠𝐨𝐬-
Los días de primavera habían pasado corriendo, el céfiro con su suavidad pasó a un bochornoso sol lleno de humedad, cuando te acercabas a la playa veías que estaba llena de sombrillas y toallas para tomar el sol, la tienda de pesca de Willy olía a dinero y cangrejos y el Salón Fruta Estelar era el lugar ideal de los sedientos. Los viernes eran todavía más concurridos al ser el único momento de poder refrescarte en los días de peor calor.
Mi situación era la misma que muchos, en el bar de Gus con algo para refrescarte por finales de primavera, al trascacho del inicio del verano. Pasar los días intentando que los cultivos diesen los últimos frutos de la mejor calidad posible estaba costándome un dolor de riñones exagerado. El cambio de estación afectaba a las plantaciones a que proporcionasen frutos por el cambio de condiciones meteorológicas, por ende, con tremendo calor de verano acercándose los cultivos primaverales con necesidad de un viento fresco y lluvias espontáneas se veían en un contratiempo.
Al fin y al cabo, eso sólo significaba más trabajo para mí y mi espalda. Además, con la creciente necesidad de un pequeño descanso en las tardes, siempre termino pidiendo la segunda cerveza mientras charlo con Elliot y Emily que casi siempre se encuentra en la barra. Elliot diciendo que la razón de su descanso era la falta de imaginación para sus poemas y Emily que tenía que trabajar como camarera en el local.
[En el sótano de Sebastian] (Sam)
Me encontraba tirado en la cama de mi mejor amigo Sebastian mientras él trabajaba con su ordenador, yo estaba esperándole y él con la excusa de que todavía faltaba Abby no dejaba de lado su trabajo, aun habiéndole dicho sobre esta quedada con una semana de antelación. Tampoco era mucha molestia, yo estaba consumido en mis pensamientos en un viaje astral como un embobado mirando fijamente el techo pintado de negro de Sebastian, se agradecía el aire acondicionado de su habitación, el único lugar en todo el pueblo que había uno, se agradece tener una madre carpintera supongo.
Mi trance entre oleadas de tristeza y alegría, turnándose paulatinamente, me distrajo de mi alrededor hasta que oí un portazo reincorporándome del susto y viendo la puerta de par en par con Abigail entre el marco con el ceño fruncido.
—¡Samsom, con Jodi de madre y Ken como padre te mataré yo misma y sin necesidad de armas con filo! —Seb y yo fuimos girando lentamente para mirarnos hasta que nuestros rostros sorprendidos hablaron por sí solo.
"¿Qué has hecho amigo?", transmitía su cara.
"¿Qué he hecho?", contestaba con simpleza la mía.
—¡¿Te atreverás a no saber a qué me refiero adolescente embobado con una chavala como si de una peli romántica americana se tratase?! ¡Estás peor que las novelas turcas de mi bisabuela Vissy! Que sigue viva y todo con la coña.
