Llegando al palacio.

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Tanto Michael Angel y Donatello estaban escépticos ante lo que estaban viendo, Rafael estaba vestido con un simple traje nuevo de color rojo ocre, que se veía de gran costo por sus texturas, se veía en su rostro una determinación o irritación, no se podría saber que estaba pasando por su mente, mientras se ajustaba su clásico sombrero.

— ¿Usarás ese sombrero? Use mi magia para crearte ese costoso traje. — Reprochó Leo, había salido de cama pero aún estaba envuelto por las mantas y usando solo unas pantuflas, Rafael lo ignoro acomodándose toda su ropa y tomaba su bastón.

— Cuídalo, Michael Angel. — Solo se dirigió al niño, quien asintió su cabeza en señal de cumplir sus órdenes. Para ya ir a la salida, Leo y Michael Angel lo siguieron detrás de el.

— ¡Buena suerte, Rafael! — Grito a la deriva el fuego.

Ay estando en la puerta y con toda la intención de salir del castillo mágico, Leo se posicionó detrás del rojo, antes de que pudiera decir algo, Leo puso un anillo en las majos de Rafael, parecía de oro y en medio de este había una gran gema que contenía todos los colores posibles si se le ponía a la luz, pero el color azul era el predominante. El mayor vio la joya sin entender mucho y luego vio al mago.

— Con esta sortija, podrás regresar. — Dijo suavemente Leo apoyándose en el hombro del más alto, Rafael aún lo veía sin entender. — Yo te seguiré disfrazado, ¡Ahora, buena suerte!

Exclamó Leo antes de empujar a Rafael afuera y cerrar la puerta detrás de el, el rojo miro a los lados buscando alguien que lo pudiera haber visto, cuando se dió cuenta de que estaba completamente solo, suspiro con un poco de alivio.

— ¿Por qué presiento que esto no funcionará? — Rafael miro con duda el anillo entregado, sin tenerle mucha fez negó con la cabeza y empezó a caminar hasta el palacio.

Camino entre las calles hechas de adoquines y ladrillos, carros de tantos burguéses y soldados recorrían las carreteras con toda la opulencia que podían, el día era soleado y sin ninguna nube a la vista. Rafael intento caminar con toda la normalidad posible, y viendo a todos lados para evitar que le siguieran.

Unos cuervos se encontraban descansando en el borde del techo de un edificio, sin mucho que hacer más que graznar y echarse a volar cada cuánto, causando la curiosidad de Rafael.

— ¿De que se habrá disfrazado Leo? De seguro no eligió ser un cuervo.

Siguió caminando, hasta llegar a la gran plaza donde estaban los ricos caminando con superioridad y grandes estatuas de lo que parecían ser héroes se levantaban con honor.

— Ni una paloma, el es demasiado elegante. — Se dijo viendo a las palomas en su ocio, postradas en lo alto de unas de las tantas estatuas, hasta que se echaron a volar cuando una mini aeronave paso volando demasiado cerca, en la máquina voladora se podía ver a un piloto sin rostro pero con el uniforme de la milicia del país. — Ese podría ser...

Llegó a la entrada de la muralla que protegía al castillo, en lo más de las torres se podía ver el escudo de la nación en todo su esplendor y gigantescas banderas se alzaban en ambos lados, siendo movidas por el viento, en el camino se podía ver guardias vigilando a todo aquel que entrara al lugar de la clase alta de ese país.

— ¿Cuánto me falta todavía...? — Se lamento el cincuentón mientras veía todo el tramo que debía caminar.

Ya dentro había gran variedad de edificios de todos los colores, había damas que usaban caros vestidos con sombrero solo igualables como pájaros en la cabeza, los soldados andaban libremente adentro estando trabajando en varias cosas a la vez. Rafael siguió su camino con determinación, una gran multitud de personas se juntaron en una demostración de los últimos modelos de la aeronave, donde se podía llevar un pasajero para dar un paseo por los aires.

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⏰ Última actualización: Jun 26 ⏰

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El Increíble Castillo Vagabundo|| Rafael X Leo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora