05-2003 [I]

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Al despertar, me sentía mareado y con una sensación de hormigueo en todo el cuerpo. No podía recordar cómo o donde me había quedado dormido. Más esta sensación no se iba, me sentía exhausto y a la vez eufórico.

En la habitación reinaba un silencio tal que podía oír sus propios latidos, la realidad se sentía diferente, como si estuviera bajo los efectos de las drogas, aunque esto no tenía sentido, pues él nunca se había drogado o siquiera probado una gota de alcohol.

Observo a su alrededor, la habitación estaba hecha un desastre. Intentaba recordar lo acontecido el día anterior, más nada llegaba a su mente, y aquella extraña sensación lo estaba matando de cierta manera. Sin pensarlo mucho se levantó, saliendo de la habitación, mirando las fotos colgadas, su madre y él, su madre y él...

Estoy... ¿En casa? Algo anda mal.

Bajo por las escaleras, mirando a los lados; al escuchar una melodía se aproximó a la cocina, proveniente de aquellos sonidos, al asomarse vio a su madre, haciendo el desayuno como siempre.

—Hola... Mamá —la mujer volteo a verlo, secando sus manos con el paño. Dedicándole una sonrisa cálida, mientras que la cara de Brad estaba ensombrecida.

¿Por qué su sonrisa es tan falsa? Odio que me mienta...

—Hola hijo. Siéntate, en un momento te llevaré el desayuno —el joven asintió despacio, obedeciendo a la mujer. Ambos estaban sentados, comiendo tranquilamente, sin embargo, el ambiente no se sentía normal, lo único que se podía escuchar era la tele; pues como siempre, su madre viendo las noticias matutinas. Brad trató de ignorarlo. Pues no le era importante, más no pudo evitar escuchar lo siguiente:

"Masacre en XXXX, uno de los peores... trato de hablar la reportera, pero su mirada se veía horrorizada. Para nuestra sorpresa no fue un tiroteo. Jamás creí ver uno así... Di-discúlpenme no puedo más" la mujer salió de la escena, ya que ni quería estar cerca de la escuela, mientras el personal sacaba de uno a uno los cuerpos.

Brad estaba extrañado, pues no era cualquier escuela, era la suya. La sorpresa fue tal que dejo caer la cuchara, haciendo un sonido sordo al impactar contra el suelo. De nuevo aquella sensación lo atacaba, siendo más persistente.

—Hijo —gracias al llamado de su madre, Brad pudo desconcentrarse y volver a calmarse, al menos por un momento. Miro a la mujer, esta le acaricio la mejilla—. ¿Estás bien?, te ves pálido —estaba petrificado, pues una oleada de imágenes venían a su cabeza, viendo aquella escena. Las muertes. Los cuerpos. La sangre.

—Ma-mamá... Esa es mi escuela, hubo, hubo una masacre —no paraba de tener pequeños temblores, sentía el frío recorrer su cuerpo. De nuevo sudaba. Pero callo de espaldas al ver a su madre, quien había empezado a carcajearse, luciendo como una completa desquiciada.

¡¿Qué está pasando?!

—Pero hijo, ¿por qué te sorprende?, tú mismo los mataste... Incluyéndome —al escuchar eso, Brad abrió grande los ojos, mirando a su madre con terror. La cara de la señora Williams estaba siendo derretida; sin embargo, no paraba de reír.

—No... ¡Eso no es verdad!

—¡Tú me mataste! A todos nos asesinaste, ¡asesino! —Brad con fuerza se tapó sus orejas, pero era inútil, podía incluso escuchar a su madre y las demás voces dentro de su cabeza. Sentía como si su cabeza fuera a explotar.

"¡Asesino, asesino, asesino, asesino...!"

—¡Cállate! —el joven ya harto se abalanzó sobre su madre, golpeándola, una y otra vez; desfigurándole más la cara (como si eso fuera posible).

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