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—¡Apártense! —corría, intentando pasar por los demás sin lastimarlos. Cuando llego paro y de una patada abrió las puestas, sorprendiendo a los demás, en especial a aquel hombre.
—¿Regina? —pregunto sorprendido y algo extrañado—. ¿Qué haces aquí? —ella se acercó a paso lento, jadeaba sin parar.
—Vaya, han pasado literalmente dos... —se agachó un poco mientras le hacía una seña para que le diera un segundo y reponerse—. Han sido dos años desde que no nos vemos y así me tratas, vaya que has cambiado, oficial Dylan.
Cuando el mencionado noto las miradas curiosas sobre ellos, simplemente se dignó a suspirar. Lo había decidido, la tomo del brazo y se la llevo lejos de ahí, fuera de las miradas de todos. Ella renegaba, cuestionándole hacia donde se dirigían, él siguió caminando hasta llegar a la cafetería, la sentó en una de las sillas.
—¿Quieres un café? —simplemente pregunto, ella se relajó, sonriendo.
—Sí, negro por favor —él asintió y se fue a preparar un café negro como ella pidió. Cuando regreso con ambos vasos se sentó frente a ella, entregándole su café, la mujer le dio un buen sorbo. Agradeció por la bebida.
—¿Qué haces aquí? —él no quería ser grosero, pero desde que lo ascendieron tenía demasiadas cosas en la cabeza y más con ese caso.
—Veo que no te alegra mi presencia aquí... Eso me pone triste —Dylan la miro, sabía que estaba bromeando, pero en el fondo sabía que no todo estaba bien.
—No es eso, simplemente estoy con un caso y no he podido resolverlo. No hay testigos, no hay nada, me sorprende que exista siquiera el caso.
—Entonces mi regreso no te ayudará en nada —ella estaba desilusionada, más si su viejo amigo no podía, no quería tampoco agobiarlo más de la cuenta.
—¿A qué te refieres? —estaba intrigado, Regina podía ser muchas cosas, pero no era de las que intervenían en su trabajo por cualquier cosa.
—Necesito que investigues sobre algo. He estado investigando desde hace años y puede que esto te sirva, de no ser así, al menos resolverás algo.
—No puedo ahora —ella intentó fingir una sonrisa, no lo culparía, pero en el fondo estaba desesperada. No sabía con quién más acudir, Dylan era el único en el que confiaba, aparte, que fuera parte de la policía le daba una ventaja enorme.
—Oh, claro. Entiendo, je —sonrió nerviosa, pues aquello había salido fatal—. Tú tienes tus cosas y yo...
—¿Te parece si vas a mi casa esta noche? —ella se quedó con las palabras en la boca, pero al escucharlo se alegró—. Solo deja terminé mi jordana de hoy y te escucharé.
—Gracias.
—No me agradezcas, aún no he hecho nada —ella sin pensarlo. Sin aviso, lo abrazo. Aunque no se lo esperaba, el oficial agradeció el gesto de Regina, no la rechazó, permitiéndole abrazarlo.
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Era de noche. Aquel hombre podía ver desde lo alto a los autos pasar, la ciudad estaba llena de luz, podría incluso pasar desapercibido por el día. Bebió de su vaso, escucho como alguien tocaba en su puerta; se alejó de su balcón e ir a revisar quien era. Era Regina, esperando impacientemente a que le abriera y así fue. Ella con todo el descaro del mundo, entro sin permiso, aventando sus zapatos sin importarle donde cayeran y sentándose en el gran sofá, se notaba su entusiasmo.
—Claro, a mí también me alegra verte.
—Nos vimos esta mañana. Como sea, ya sabes a qué vine, así que ven —palmeo en el sofá—. Espero y hayas preparado mucho café —le sonrió y él inevitablemente fue a hacer café para ambos.
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Creepypastas
FanfictionEs bien sabido que la actividad de contar historias de terror hace parte de la naturaleza humana, a veces como entretenimiento o incluso para dar lecciones a niños desobedientes. Creepypastas hay muchos, los cuales puedes encontrar en Internet que s...