Parte 1: Don't you dare never forget who am I

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Se encontraba tirado en el suelo, sentía como le daba vueltas la cabeza, lo único que podía hacer era mirar hacia arriba.

—Me encantaría decir que al menos puedo mirar las estrellas —mencionó en un tono sarcástico, ya que lo único que podía mirar era la oscuridad total—. Me duele todo el cuerpo —giro su cabeza, noto que había una especie de lago.

Espera, ¿eso es un lago? —<<¿Pues dónde estoy?>>—. Aparte, ¿qué huele tan mal?

Con esfuerzo se sentó. Se quejó, pues sentía como si algún auto le hubiera pasado por encima, mejor ya ni mencionaba el dolor que le causa su cabeza. Cuando se fijó en el lugar que estaba, se dio cuenta de que estaba debajo de un puente. Con alivio suspiro.

—Al menos puedo descansar y tratar de recordar como es que llegue aquí.

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—Otra... Copa por favor —solo se dignaba a alzar el brazo con el vaso en mano, pues se encontraba recostado sobre la barra, el cantinero se acercó y le quito el vaso, esperando a escuchar el sonido del líquido caer sobre el vaso, pero jamás paso, alzo su rostro, el tipo lo miraba serio.— ¿Qué?... ¿No piensa atenderme? —dijo arrastrando las palabras, se notaba que el alcohol lo tenía mal.

—Joven, ya no debería tomar más, me hice de la vista gorda tomando en cuenta su edad, pero ya no puedo servirle más, además, ¿con qué piensa pagar? —solo podía verlo con odio, era estúpido lo que me decía... Excepto lo del dinero.

—Ahora resulta... Que quiere hacerse el moralmente correcto... ¡No me joda! —sentía las miradas sobre él, volteando bruscamente, gritó.— ¡¿Tienen algún puto problema?! —algunos apartaron la mirada y otros lo fulminaron con la mirada. Se devolvió con el cantinero, buscó entre su sudadera hasta encontrar la billetera, saco una licencia para mostrársela al hombre detrás de la barra.— Mire, ¿satisfecho?, ahora sírvame una copa, barman —tomo el vaso y vertió el líquido, sonrió satisfecho.

—Si me permite decirlo —le dio el vaso, empinándoselo para beber el líquido.— Usted se ve más joven de lo que realmente es —dejo el vaso, ya vacío, no se sentía bien, se recargó sobre su brazo para no caer. Seguía molesto por tener aún esa sensación.

—Suelen... Decírmelo mucho —de nuevo alzo el vaso, el hombre entendió lo que quería, suspiro y lo tomo; antes de devolvérselo lo retiro, Brad bufo, su mirada se oscureció.

—Ya que estamos, quisiera presentarle a una joven, muy bella por cierto, seguro quedara cautivada por su atractivo —alzó la ceja, tomó la punta de mi nariz, dando un largo y pesado suspiro

Esto parecía surreal —era lo único que se le pasaba por la mente—. ¿Yo?, ¿con una chica?, ja, cuando se lo cuente a los chicos se morirán de la risa... Mejor no.

Lo miro lo más serio que pudo, se cruzó de brazos sobre su pecho.

—Me importa una mierda su hija —parecía como si el alcohol hubiera desaparecido de su sistema, el señor se notaba sorprendido, pero fue en cuestión de segundos para que volviera a sonreír.

—No es mi hija, es la de un amigo, su novio la termino y está devastada, tú también pareces estarlo, así que si aceptas puedo invitarte los próximos tragos —lo interrumpió con su risa, la cual parecía a la de un desquiciado, al sentir las miradas paro.

—Debe estar bromeando, no lo tome a mal... No, ¿sabe qué?, tómelo como quiera, no me importa aquella chica, no es mi problema y además, ¿no cree que presentarle una chica a un tipo como yo es de las cosas más cuestionables que puede hacerle a su amigo?, debería pensarlo mejor, y que le quede en claro algo, yo no estoy devastado.

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