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Kevin








Lamentablemente había llegado la hora de irnos de aquí, habían sido días increíbles, en donde nos olvidamos un rato de la vida que teníamos en Culiacán para pasar un momento diferente. Pero como dije, ahora teníamos que irnos de vuelta.

Era algo que no quería hacer del todo, extraño a mi hija y al resto de mi familia, además de los chavos del rancho, pero tampoco quiero separarme de Linda.

Por más que no quiera, se que es algo que tengo que hacer, así que solamente me queda de disfrutar los pocos minutos en su compañía. Esta mañana antes de partir me despedí de su hermano, al parecer el también viajaba pero más tarde y hacia la ciudad de México. Esteban nos llevaría al aeropuerto, Linda tenía que ir a un lugar por algo de trabajo, por más que intentó estar libre para despedirnos en el aeropuerto, no se pudo.

Mire por última vez la habitación en la que me estaba quedando, mis maletas ya estaban en la camioneta y esperaba no haberme olvidado de nada. Después, baje a la sala en donde Linda estaba organizando unos papeles que le serviría, incluso Marco estaba con ella por que tenía que ver con lo que se habían asociado.

Yo había pensado incluirme un poco en ese proyecto, después de todo es para algo benéfico, pero a la vez no sabía si era buena idea por que entonces Ana se enteraria y podría traer conflictos a futuro.

Ella término lo que estaba haciendo y entonces, era hora de comenzar con las despedidas. No era muy fan de ellas pero era lo que tocaba, lamentablemente me tocaba muy seguido y tenía que comenzar a familiarizarme con ellas.

Sonreímos con algo de nostalgia cuando nos dimos un abrazo, se que no habíamos podido disfrutar del todo el estar juntos, pero lo poco que hicimos era muy especial para mí y espero que también para ella.

— No me pongas esa carita — pedí mientras pasaba un mechón de pelo detrás de su oreja — Acuerdate de que en unas semanas es tu turno de ir para la Feria a la que iremos.

— Es lo único que me motiva a no llorar ahora mismo— reímos — Estaré contando los días para volver a verte.

Me deje envolver en un abrazo de nuevo, mientras acariciaba su cabello y respiraba su aroma.

Cuando nos separamos, todos salimos de la casa rumbo a la camioneta que nos iba a llevar. Éramos muchos, así que Francisco también había dejado su auto para que otra persona que no conozco nos llevara.

Afuera ya todos se estaban acomodando en donde mejor les cayera, seguramente me dejarían el peor asiento pero era válido si me quedaba aquí, abrazando por unos instantes más a mi rubia.

— Ve con mucho cuidado y avísame cuando llegues, por favor — pidió, acariciando mis mejillas.

— Así lo haré preciosa.

Sin importar que nos vieran o que después tuviera que soportar la carrilla de los plebes, nos unimos en un beso profundo.

Y nuevamente muy a mi pesar, me tuve que separar de ella o se me haría tarde.

— Adiós hermosa

— Adiós guapo

Soltó un suspiro al igual que soltó mi mano, dejándome por fin caminar los metros suficientes hasta el auto donde me habían dejado espacio.




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Estire mi cuerpo en cuanto baje de la camioneta de Chabelo, hace una hora que había llegado a Culiacán. Tan pronto como encendi el celular, le envié mensajes a Linda y a Chabelo avisándole que había llegado .

Este último había venido a recogerme, ya que quería irme a la casa sin hacer paradas. Me urge ver a mi hija.

— Mañana ya llego al rancho y les doy su pago del mes — le dije a Chabelo

— Ah si no te Apures, nos vemos después

— Sale, ahí con cuidado

El se despidió y encendió su camioneta para después, irse de aquí.

Tome mi maleta y saque la llave para abrir la puerta, esta inmediatamente abrió.

Entre a la casa y podía escuchar mucho ruido, tan pronto como entre a la sala me encontré con mi hija corriendo por toda la casa mientras jugaba con su tía Fátima.

— Hey, llegaste — la prima de Ana se acercó a saludarme con un beso en la mejilla

— Por fin llegué— dije correspondiendo a su saludo. — ¿Y Ana?

— Seguramente está por llegar, tenía que hacer algunas entregas sobre su boutique y eso del trabajo — me contó

— Ah muy bien, mientras paso un rato con mi chiquilla que ya me moría por ver

Fátima me sonrió mientras escuchaba la vocecita de mi hija gritándome papi.

Sonreí recibiendo a mi hija en mis brazos, comenzando a jugar con ella y olvidando por completo que estaba cansado.

Ese fue mi regresó aquí, ser recibido por mi hija y más tarde por Ana. Para mi sorpresa, había pasado a comprar sushi, la verdad es que extrañaba comerlo.

Creo que después de todo me gusta estar de vuelta en mi vida cotidiana.



𝑰 𝒏 𝒇 𝒊 𝒆 𝒍 ╔ 𝑲 𝑪 ╗Donde viven las historias. Descúbrelo ahora