XII.

1.1K 106 38
                                    


Daenerys POV.

Respiro profunda y pausadamente, recordando qué aún tengo qué mantener las apariencias delante de todos esos escrutadores ojos, qué siento quemar mi espalda por la fijeza de su mirada sobre mientras los dejo rápidamente atrás.

Mí mirada se alza altiva sobre el camino frente a mí y casi se me escapa una sonrisa de victoria por el aspecto decaído qué mantiene la guardia de Sansa en el instante en qué nuestras miradas se encuentran.

Ser Brienne de Tarth, luce bastante conflictuada e incómoda recostada sobre una columna en el fondo del Salón del Trono, viéndose absolutamente impotente por el matrimonio qué acabo de celebrar con su señora y del qué al igual qué Arya, sé qué está completamente en contra, porque ninguna de las dos hizo nada para ocultar su reacia negativa a lo qué acabamos de hacer Sansa y yo; y no es qué a mí me importara en algo su opinión, ni temí de ellas ni un sólo segundo, sabiendo qué mi pelirroja esposa estaba tan ansiosa por reclamarme cómo su mujer delante de todos, qué no se dejaría convencer de desistir de su único objetivo, qué era tenerme para ella y en su placentera cama; casi de la misma forma en la qué yo estaba deseando tener la certeza de reinar todo Poniente, justo cómo finalmente lo hago ahora, a pesar de la rabia qué Sansa provocó sin ninguna contención en mí hace unos minutos.

Pero me doy cuenta de qué Brienne, me observa con mucho más reproche de lo que alguna vez se atrevió en todo este tiempo qué lleva prisionera con su señora en Desembarco del Rey; y no necesito ser una bruja, para adivinar qué su hostilidad hacia mí en este momento, es por el gran desplante qué le hice a su Reina, y la verdad es qué no podría importarme menos lo qué ella piense de mí actitud hacia mí maldita y desafiante esposa, porque Sansa sabe cómo sacarme de mis casillas cada vez qué se le ocurre, así cómo lo acaba de hacer porque ella sola se buscó qué me escapara así de sus besos y de su fuerte cuerpo, insinuándome cosas qué absolutamente no pasarán jamás entre las dos

Siento llegar a mi lado a la dueña de toda mi ira, con paso seguro y determinado, cómo sí no le hubiera faltado el respeto con mi actitud, lo qué me hace gruñir mientras observo el brillo de advertencia en la mirada de Ser Brienne. ¿Qué se está creyendo ella? Puede qué Sansa sea su señora, pero yo también lo soy ahora y mierda sino voy a hacer respetar mi rango sobre y todos los demás, y en verdad espero qué tenga más agallas de cumplir con el reto qué sus ojos me lanzan; porque a mis hijos de seguro les gustará una nueva víctima con la qué jugar.

Sonrío ampliamente entre mis labios, imaginando ese ligero ajuste de cuentas, ganándome una mirada consternada de la única seguridad de mí mujer en medio de mis amplios dominios.

- Me gusta verte sonreír, aunque sé qué no lo estás haciendo por mí, Dany.- dice ella inclinándose un poco a mí, haciendo qué mi piel se caliente debajo de su aliento.

- Nunca he hecho nada por ti, ¿No te haz dado cuenta?- aclaro enseguida en tono retador. Sansa, lanza un rugido cómo única respuesta, qué me hace jadear de miedo por la fuerza qué emanó de su reacción.

- Y soy tú Reina, no debes llamarme cómo menos qué eso.- le exijo, recuperándome de mi quebranto ante su gruñido.

- Y yo soy tú Reina ahora también, ¿O se te olvidó, querida? Así qué voy a llamarte cómo desee, mi hermosa Dany.- declara tajante, con más desafío del qué alguna vez creí de ella.

Ahora soy yo la qué no puede responder, porque aunque me cueste estoy en una maldita encrucijada con ella, pero es una verdadera suerte para mí qué mañana acabe todo esto cuándo al fin Sansa se vaya de mí lado.

Tuerzo los ojos sin importarme quién pueda ver mi gesto, totalmente cansada de pretender qué quiero más de esto, porque no tenía problema alguno con entregarle mi cuerpo a Sansa y he disfrutado haciéndolo en cada oportunidad; pero qué estemos casadas puede alterar la balanza de poder y no necesariamente a mí favor, y no hay forma en la qué permita qué algo así ocurra; y por eso, debo mantener el fuego de mi rabia bien encendido en contra de Sansa, para no dejarla tener más de lo qué en tan poco tiempo y casi sin darme cuenta obtuvo de mí.

The Queens.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora