IX.

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Sansa POV.

Ni siquiera tomar el trono del Norte después de la muerte de Jon, me había emocionado tanto, cómo cuándo escuché a Daenerys aceptar mi propuesta de matrimonio. Ella lucía tan hermosa y provocadora esa noche en mis habitaciones, cómo sí perteneciera allí conmigo desde siempre, justo cómo en mis más locos sueños quiero qué sea y por esa noche, lo hizo.

La poderosa erección qué tenía debajo de la gruesa tela de mi bata de baño qué se formó entre mis piernas al escuchar a Brienne avisarme de la presencia de Dany, era una buena muestra de la penosa necesidad qué tengo por las imperiosas ganas de meterme entre sus piernas para hacer mi hogar en medio de sus torneados muslos; porque tenerla frente a mí con sus tentadores labios hablándome con tanta determinación y exigencia, hizo muchas maravillas en mi ya elevada excitación. Y la fuerte madre de dragones sólo demandaba y exigía promesas de mí, mientras qué yo lo único qué podía hacer era imaginar cuándo al fin pudiera tener sus lindas piernas bien abiertas para mí, con todo mi cuerpo tomando cada centímetro del suyo, hasta consumirnos en el fuego de la pasión insana y apremiante qué siento por Daenerys desde qué tuve la suerte de conocerla.

Pero joder, tanto desearla e imaginarme las mil y una formas en las cuáles la tomaría cómo mía, jamás me prepararon para lo qué sería hacerla tan jodidamente mía en mí cama, porque nada se sentiría más delicioso, qué sus firmes muslos atrapándome sobre su esbelto cuerpo mientras mi durísimo miembro atacaba con incontenible furia su sedoso y acogedoramente cálido centro, llevándonos copiosamente a la cima de nuestro placer.

Ese momento me sentí débil por mi larga corrida, con mi cuerpo agitado pegado cómo nunca a mi hermosa Reina, excitándome a más no poder con los suaves suspiros jadeando por aire de Dany y desde esa noche ni siquiera intento bajar la persistente erección entre mis piernas porque es en verdad imposible qué pueda lograrlo después de haber estado enterrada hasta el mismísimo y apretado fondo del glorioso centro de mí preciosa Reina.

Bendito sea el día en qué se me ocurrió tomar el valor para tomar lo qué quería y fui hasta ella dispuesta a todo para conseguirlo sin importarme nada más y cuándo sus ojos violetas me miraban con tanto brillo mientras estaba postrada de pie frente a ella y todo su consejo, me dió el último impulso para llevarla al límite otra vez pidiéndole qué fuera mi esposa para unir mi reino con los suyos, pero escondiendo la verdad escondida en mis palabras, porque yo sólo la quería a ella y Daenerys lo sabía, y yo sospeché qué lo qué yo quiera no le importa pero a su consejo sí qué le importaría un matrimonio político, ahorrándonos más desacuerdos y dándonos el descanso qué tanto merecemos, pero a pesar de todo eso, lo hice con la única razón egoísta de tener a la mujer qué quiero para mí, aunque fuera sólo una vez. Y a pesar de saber qué no podía darle el juramento de lealtad qué tanto exíge de mí cómo Reina del Norte, cómo tanto ella quiere sin sacrificarme a mí misma en el camino frente a mí gente, porque ellos definitivamente no lo entenderían y yo misma tampoco lo haría de no tratarse de Daenerys, pero una mujer así de hermosa sólo de cruzará en mi camino una vez y definitivamente no voy a dejarla escapar; así qué un matrimonio político cómo el qué para mí suerte tendremos, de seguro lo entenderán y sí no quieren pasar por otra guerra y la destrucción a la qué está conlleva, aceptarán qué Daenerys Targaryen será mí esposa y mi Reina, porque eso es lo mejor para todos, sobre todo para mí qué lo único qué deseo es consumirme totalmente en la mujer más hermosa qué ha pisado ésta tierra.

Casi podría ir personalmente con Lord Tyrion por sus palabras aquella última vez porque esas generaron en mí la idea qué acabaría con mi agonía estando detrás de Daenerys sin obtener nada de ella, más qué el vivo recuerdo del delicioso sabor de su sexo entre mis labios, porque ella parecía cada vez más desesperada con mi presencia en su Reino, y aunque no me gustaba saberla así con mi presencia, confieso qué su desesperación no me molestaba en lo absoluto cuándo la implacable Reina estaba tan desesperada por alcanzar su orgasmo mientras mi cara estaba golosamente enterrada entre sus deliciosos y tan adictivos pliegues.

The Queens.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora