XV.

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Sansa POV.

Mis pasos son pesados llegando al fin al Gran Salón, y mi vista cae sobre el enorme asiento de piedra con brazos tallados en forma de cabezas de huargos con la boca abierta, el emblema orgullo de mi familia.

Llego hasta el poco después y caigo agotada sobre la silla del Trono, con mi cuerpo doliendo en diferentes partes después de mi extenuante viaje de regreso a Invernalia luego de mi largo camino desde el muro, que ordené reforzar por sugerencia de Bran y hace mucho aprendí a tomar en cuenta sus consejos; más cuándo él parece ser el único de mi lado desde mi regreso, porque desde el más poderoso de los lores del Norte hasta la mismísima Brienne, me han restregando en la cara lo inconformes qué están con qué mí Daenerys sea ahora su Reina.

- Oh, Dany.- susurro en un corto murmuro, incapaz de recordar la belleza de mi mujer, qué me da fuerzas para defender mi decisión de estar a su lado, a pesar de qué mis súbditos no admitieran la unión mía cómo una Stark y la Madre de Dragones Targaryen.

Todavía siento la ira correr por mi cuerpo de sólo pensar en las palabras que me soltaron apenas puse un pie en Invernalia; mismas qué no tardé en detener reventándole la boca a golpes al primer idiota qué se creyó con el derecho de decirle a su Reina qué no podía casarse, ni imponerles a Daenerys cómo su Reina después de lo qué los Targaryen le hicieron en el pasado a los Stark y lo que mi Dany le hizo recientemente a Jon.

Mi puño se aprieta de con ganas de golpearlo hasta matarlo, cosa que habría hecho de no ser porque Ser Brienne se interpuso entre los dos.

Casi golpeo a mi confiable guardia ese día porque no podía admitir qué hablaran así de mi mujer, ¿Cómo se atrevían? A mi Reina la respetarían o morirían de atreverse a desafirame por mis decisiones, precisamente ellos qué escogieron al bastardo de Jon cómo su Rey antes qué a mí, la heredera legítima al Trono del Norte.

"Soy la Reina consorte de los Siete Reinos" Pienso con un ligero atisbo de alegría, pensando en la suerte qué tuve al encontrar una mujer tan hermosa, fuerte y única cómo mí Dany y la hice mía, mi mujer, mi Reina y ella me hizo la suya y aunque sé qué lo hizo por razones completamente distintas a las mías; no cambia el hecho de qué preferiría mil veces estar a su lado en Desembarco del Rey; sí yo no estuviera ligada a mi deber con el Norte y por cumplirle mi palabra de permanecer lejos de ella, que se vuelve cada día que pasa más complicado, sí es qué soy honesta conmigo.

Suspiro frustrada con mi realidad y la qué por más que quiera no puedo cambiar porque sé qué apenas mi esposa me vea llegar a Desembarco del Rey después de prometer no regresar más, pensará qué la traicioné y Drogon será el qué me cobre la afrenta a su madre y absolutamente nobquiero terminar cómo Jon.

Niego reiteradamente con mi cabeza ante la posibilidad, posando mi vista en la espesa nieve que cae sin detenimiento en mi amada Invernalia bajo mi desenfocada mirada sobre la ventana; haciendo que cada día se sienta más frío, por más de qué el invierno todavía no ha llegado; cómo tampoco ha llegado a mí mente, ni a mi corazón la resignación por perder a mi Dany.

Me recuesto torpemente sobre el Trono, viendo hacia la lejanía, cómo sí ahí pudiera encontrarme ese hermoso cuerpo qué guarda tantas delicias, qué aún puedo recordar con absoluto detalle con mi mente llena por completo de su violeta mirada, tan profundamente clavada sobre mí mientras la hacía tan infinitamente mía en esa última vez qué estuvimos juntas.

Mis piernas tiemblan ante el poderoso recuerdo de las dos, ardiendo de pasión y mi miembro se tensa con vida propia de sólo pensar en su apasionada dueña.

Muerdo mis labios con algo de fuerza, tratando de contener el gemido que quiere escapar de mis labios; porque una Reina cómo yo no puede admitir tales debilidades frente a las miradas ocultas de mis súbditos, por más de qué todos aquí en el Norte me consideran una traidora por doblar mi rodilla ante Daenerys.

The Queens.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora