capítulo 4

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El festival de la fundación era la oportunidad perfecta para debutar en la sociedad, ya que asistían todos los nobles de incluso los territorios más lejanos.

Todos querrían hacer conexiones con figuras importantes.

El duque acompañó a las hermanas para presentarlas delante de todo el mundo.

Ellas estaban emocionadas, era la primera vez que asistían a un evento así de grande y al ser las debutantes de mayor rango claramente se llevarían las miradas de la gente.

El palacio era más lujoso que el ducado hasta la más pequeña valdría una fortuna.

Cada uno de los asistentes vestían su mejores atuendos para estar a la altura del evento.

Cuando sus nombres fueron anunciados se convirtieron en el centro de atención.

El rumor de que el duque había adoptado a dos niñas, era algo que todos sabían hace mucho, pero fuera de los vasallos y la familia nadie las conocía personalmente.

la existencia de las dos jóvenes era un misterio para la sociedad.

Luciana sorprendió a todos al llegar vestida con un traje masculino negro y cabello corto.

" el rumor de que el duque nombró sucesor a una mujer es cierto"

"¿Cómo puede vestir de esa manera?¿se puede ser más vulgar?"

"Incluso si es la sucesora debe al menos conocer la decencia"

Sus críticas se detuvieron cuando se fijaron en la otra dama.

Con un hermoso vestido blanco y plateado Marina contrastaba con su hermana, su cabello lacio y plateado la hacían parecer bajada del cielo.

Todos se callaron y contuvieron la respiración un segundo.

A pesar de tener el mismo rostro sus auras eran completamente diferentes.

Mientras que Luciana era como una bestia indomable, su hermana era una rosa blanca personificada.

Sin hacer caso a su alrededor ambas caminaron hacia el centro del salón.

Al principio la gente no sabía cómo acercarse a ellas, pero poco a poco la gente se fue formando en torno a ellas.

Algunos saludándolas sinceramente  y otros con sonrisas maliciosas y comentarios sarcásticos sobre su origen.

No faltaban aquellos que eran corteses por conveniencia.

Aquel lugar quedó en silencio cuándo se anunció la llegada del anfitrión.

"¡¡Su majestad el sol del imperio,el emperador Theobald Iriena II !!"

Todos inclinaron sus cabezas ante la llegada de tan importante personaje.

Luciana se sorprendió al verlo y oírle hablar.

No parecía una persona real, estuvo apunto de frotar sus ojos para verificar que no fuese una ilusión.

El hombre frente a ella era como un monumento dorado.

Y a pesar de lucir bastante joven, su presencia no era algo que se podía ignorar.

" Luna! Esa persona…"

Rina también estaba observándolo.

Nunca habían visto a alguien tan hermoso, sus cabellos y ojos dorados le hacían lucir como alguien fuera de este mundo.

"Yo también me sorprendí, ¿cómo puede existir alguien así?"

Su cotilleo terminó cuando su majestad dió por empezado el baile.

Ella bailó con unos cuantos y su hermana no pudo escapar de los numerosos jóvenes que se acercaban a pedirle bailar.

"¡Vaya que eres popular!" Se burló de ella Luciana

"A este paso tendré una ampolla en el pie antes de terminar la noche" respondió com una expresión cansada.

Luciana iba a pedirle a Rina bailar con ella cuando fue interrumpida por el duque.

Debían presentar sus respetos como debutantes al emperador. 

Ambas estaban nerviosas, lo habían visto de lejos pero hablarle cara a cara era completamente diferente.

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"Saludo a su majestad, el sol de imperio"

Aquel hombre volteó a verlos con una gentil sonrisa.

"Es bueno verlo esta noche, Duque Deviatan. Te ves bien. Las bellezas junto a ti deben ser las rumoreadas princesas"

"Saludamos a su majestad, el sol del imperio, que las bendiciones del gran espíritu estén siempre con usted"
Dijeron a coro, fue un saludo impecable.

Él soltó una pequeña risilla

"¡Vaya! Ese es un saludo bastante antiguo, pero me halaga el que deseen quedar bien ante mi"

"El honor es nuestro"

"Siéntanse cómodas y disfruten de la noche"

Estoy seguro de que habrá muchos caballeros deseosos de bailar con damas tan encantadoras"

"Muchas gracias por su comprensión"-el duque hizo una seña para que ambas se retiraran-"me gustaría conversar con su majestad un rato"

Ambas bajaron al salón de baile con la mirada de todos sobre ellas.

"¡Es aún más impresionante de frente! Mis piernas no dejaban de temblar¿lo habrá notado?" 

Luciana acarició su cabeza

"Lo hiciste bien, yo estaba tan nerviosa que casi no sale mi voz"

Luna estuvo genial!"

Ella extendió su mano hacia su hermana

"Ahora es mi turno de bailar contigo"

Luna sonrió, a sus ojos su pequeña hermana era el ser más encantador y hermoso. Incluso el emperador se quedaba sin encanto frente a ella, por muy guapo que fuese.

"Entonces, señorita"- dijo haciendo una reverencia- "¿me concedería el honor de bailar conmigo esta pieza?"

Los ojos de Rina brillaron de emoción, Luciana actuaba como un príncipe y lucía muy genial en ese momento.

 "Por supuesto"-dijo tras tomar su mano.

Luciana pensó en lo afortunada que era por tener alguien tan dulce como ella a su lado.

Cuando su madre murió Marina fue su consuelo y su razón de vivir, haría cualquier cosa con tal de que ella fuese feliz.

Continuaron bailando hasta cansarse. 

Fue una noche entretenida e inolvidable.
Las dos se divirtieron y no se apartaron la una de la otra durante toda la velada.

Aunque de vez en cuando la inocente hermana menor observaba de reojo al hombre sentado en el trono. 

su majestad, en ésta vida soy yo quien decide Donde viven las historias. Descúbrelo ahora