capítulo 9

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Luciana despertó de golpe.

'¡Mierda, me quedé dormida!'

Se había escapado para ver a Isaac, pero se durmió. Tenía que volver antes de que notaran su ausencia.

Se apresuró a salir de la cama y tomó su ropa del suelo, cuando sintió unos brazos rodeándola.

"¿A dónde crees que vas?"

"Tengo que irme" 

"Todavía es temprano quédate un poco más"

Trató de apartarlo, sabía que si cedía ante él no la retrendia por poco tiempo.

Isaac no estaba dispuesto a dejarla ir así no más.

Aquellas manos se deslizaron hacia su entrepierna.

"¡¿dónde estás tocando, pervertido?!"

Él besó su cuello.

"¿Ahora yo soy el pervertido?¿Quién es la que viene por las noches para que le haga el amor?"

"esto.."-No podía refutarlo

Isaac la cargó y la dejó caer en la cama.

Sus labios se juntaron una y otra vez. Aquella calidez lo estaba volviendo loco, luchaba por controlarse pero la voz de Luciana era demasiado estimulante.

Cuando estaba con ella se sentía como en éxtasis, no podía pensar en nada más que en complacerla.

Quería que ella lo deseara con cada centímetro de su cuerpo, pero era él quien se estaba volviendo adicto al vaivén de sus caderas.

"Espera cariño, tenemos que parar"

"Si realmente quisieras parar no me llamarías cariño de esa forma tan adorable"-dijo tomándole la barbilla.

Tenía razón, no habían podido verse por un tiempo, lo había extrañado.

Le encantaba lo erótico que sonaba cada vez que le hablaba al oido mientras lo hacían.

Su sexy cuerpo desnudo y la forma en la que se transformaba en una fiera, aquellos ojos que parecían querer devorarla.

Era completamente diferente a aquel chico que se sonrojaba con un beso.

Simplemente no podía decirle que no.

"Haa ¿Qué voy a hacer contigo?Más te vale que sea una sola vez"

Él sonrió pícaramente y se encorvó sobre ella.

Sus manos se deslizaron sobre sus muslos separándolos.

Quería molestarla un poco más.

Tras hacerlo varias veces con ella ya había descubierto su punto débil y no dudaría en usarlo a su favor.

"¡Ah! dios!"

Luciana trató de contener su voz, pero era inevitable. Su toque era muy placentero.

"¡Maldición solo ponlo ya!" 

Tenía que acabar de una vez si tardaba podrían descubrirla.

"Bueno, ya que tanto lo quieres. No tengo más remedio"

Ella se aferró a las sábanas. Cada vez le impresionaba su fuerza.

¿Cómo podía ser tan brusco y amable a la vez?

De alguna manera siempre terminaba abrazándolo fuertemente, pero no era para nada doloroso.

¿Tal vez era porqué él ponía mucho empeño en los juegos previos para que no se lastimara?

su majestad, en ésta vida soy yo quien decide Donde viven las historias. Descúbrelo ahora