capítulo 4

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Las hermanas disfrutaban de la hora del té.

"viste su cara? Estoy segura de que no esperaba eso"

"¿No exageraste un poco?Vertiste toda la tetera sobre su cabeza"

"Debería agradecer que estaba frío¿no derramó sobre tí el té caliente?"

"Pero solo cayó en el borde del vestido. ahora todo el mundo está hablando mal de mi hermana"

"Está bien. No podía dejar que esa mujer se metiera contigo"

Hace poco habían asistido a una fiesta de té donde una chica trató de intimidar a Marina.
Pero las cosas no terminaron bien para ella ya que terminó toda empapada.

Ya era bien conocido en la sociedad que nadie debía tocar a Rina o se las verían con su hermana. 
Gracias a esto, a pesar de su personalidad inocente ella había logrado asentarse en el mundo social sin mucho problema.

Había pasado un año desde que debutaron y ya se habían adaptado por completo a tratar con los nobles.
Luciana siempre trató de poner a rina en el centro de atención.
Su hermana debía destacar para asegurar su posición y no ser menospreciada.

"Rina a ti ¿todavía te gusta su majestad?"-dijo cambiando la conversación.

El rostro de ella se tornó rojo.
Era demasiado obvia.
Aquello era más que un capricho.

"¡¿a qué viene esa pregunta?! "

"Sé que has admirado a su majestad desde que lo conociste. 
Pensé que tal vez se te pasaría algún día, pero tal parece que meequivoqué, tus sentimientos por él son más fuertes"

La propuesta que estaba a punto de hacerle era demasiado importante.

"¿Estarías dispuesta a convertirte en la emperatriz con tal de casarte con él?"

Rina se sorprendió, no esperaba tal pregunta. 

Cuando conoció al emperador se sintió instintivamente atraída por él, aunque calló aquello en consideración de su estatus.
Puede que fuera una princesa, pero seguía siendo una hija adoptiva, una extraña en la casa del duque a quien no necesitaban.
Una campesina que tuvo la suerte de ser recogida a pesar de solo llevar la mitad de la sangre.

Pero su majestad siempre fue amable con ella. No era de esos hombres que solo la admiraban por ser hermosa. Ni tampoco alguien que intentase sacar provecho de ella ¿que podría necesitar el hombre más poderoso del imperio?

Había decidido esperar a que su corazón cambiara, pero cada día lo amaba más.

Si pudiera tomar su mano, daría lo que fuera.

"Yo… lo haría- las lágrimas cayeron por sus mejillas- no solo quiero ser su esposa, quiero ser su refugio y su apoyo, quiero que me necesite¿realmente puedo lograrlo?"  

Aquella niña enamorada no podía soportar más el estar lejos de su amado.

Luciana sonrió.

"Hablaré con su excelencia para que apruebe el matrimonio. Estoy segura que tanto él como su majestad estarán de acuerdo"

"¡¿Ehhh?!"
No lo podía creer.

"¡Hermana!"-Exclamó lanzándose a los brazos de Luciana- Gracias.

"Esta bien, no tienes que agradecerme"

Haría cualquier cosa por la felicidad de su hermanita.

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El duque se encontraba revisando el papeleo cuando llamaron a la puerta.

"Excelencia, la princesa Luciana desea reunirse con usted. Dice que es un asunto importante"

"Dile que pase"

El asistente abrió la puerta y la dejó entrar.

"¿Qué te trae por aquí?"

"Su excelencia, me gustaría discutir con usted sobre el matrimonio de mi hermana"

Hasta ahora Luciana había echado a los pretendientes de Marina porque según ella, ninguno era lo suficientemente bueno para ser el marido de su hermana menor.
Él pensó que vendría a evitar su compromiso a toda costa.

"Marina ya,tiene una persona con la que desea casarse, asi que por favor desista de casarla con otro hombre"

No podía permitir que ella se casara con alguien al que no amaba.

"Sabes perfectamente que el deber de una dama noble es casarse para el beneficio de su familia. El amor es algo que no cabe ahí"

"¿Y si le dijese que el hombre del que está enamorada, es el emperador?"

Eso era algo completamente diferente.

"¿Marina y su majestad?"

"Ella está muy enamorada de él y por lo que he podido observar, a él no le es completamente indiferente"

"¿Crees que tu hermana tiene lo que se necesita para ser una emperatriz?"

Aquella pregunta la hizo pensar.

Rina aún tenía muchas falencias. 

Tanto sus modales como conocimientos eran excelentes, el problema era su frágil carácter.
Si se casaba, estaría en una posición donde cualquier error no acabaría con unas cuantas críticas. Tal vez seria demasiado duro para alguien que crecio precisamente
Pero ya lo habían conversado, Rina estaría dispuesta a aprender y a cambiar para adaptarse, solo necesitaba el apoyo del ducado. Luciana la protegería y la respaldaría.

"Mi hermana aún puede mejorar, asi que por favor considérelo"

"Lo tendré en mente"

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Finalmente solo, su excelencia pensó en la propuesta de Luciana.
Aquello se quedó en su cabeza.

"Es una oportunidad de oro que sólo aparece una vez"

Originalmente planeaba casar a Marina con algún noble rico que diese un alto precio por ella. 

Pero convertirla en emperatriz era mucho mejor opción. 
El emperador también le había prestado atención a la chica.
Obviamente alguien  tan hermosa como ella haría caer a cualquier hombre a sus pies y él no sería la excepción.

El beneficio era muy grande.
No solo ganaría mucho dinero vendiéndole. Se convertiría en el suegro del emperador y obtendría una gran influencia en la política. 

Si ella tuviese un hijo, el príncipe heredero sería un descendiente entre Deviatan y la familia imperial.
Podría poner sus manos por completo en el imperio.

No pudo evitar sonreír ante aquella idea.
Finalmente había encontrado algo en lo que esa niña pudiese ser útil.

su majestad, en ésta vida soy yo quien decide Donde viven las historias. Descúbrelo ahora