capitulo 15

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Advertencia: contenido +18

Theobald descansaba en su habitación.

Había estado bebiendo desde la tarde, estaba frustrado.

Había preparado el concurso de caza con mucho esmero para lucirse pero al final fue otra persona quien destacó.

Marina mantuvo la calma ante el incidente en el campamento y dió órdenes precisas para evitar accidentes. 

“Emperatriz, Emperatriz. ¿Por qué todo el mundo habla de esa perra?¿qué tiene de especial?”

Si no hubiese llovido todo habría sido perfecto.

No, había algo bueno de aquella tarde.

Quien iba a pensar que su cuñada escondía tal cuerpo debajo de su ropa.

“¿Cómo puedes vivir ocultando un cuerpo tan lascivo?” 

Pero los caballeros también la vieron. De solo pensar en eso le hervía la sangre.
Ojalá pudiera sacarles los ojos.

Así solamente él tendría el derecho de mirarla.

Suspiró 

¿Desde cuándo le gustaba tanto esa mujer?

En un principio se fijó en ella porque pensó que sería divertido jugar con ambas hermanas y ponerlas en contra.

Aunque ella nunca tuvo interés en él. Y al final terminó casándose con Marina por razones políticas.

Creyó que podía soportarlo, después de todo tenía el mismo rostro de su hermana. Por un tiempo le dió el afecto y la atención que deseaba darle a Luciana. 
Pero era molesto. 

Ellas eran completamente diferentes.

Mientras que Marina recibía el amor y admiración de la gente, Luciana era criticada y despreciada.

Le irritaba de que a pesar de que era la sombra de su hermana todavía la amaba y hacía cualquier cosa por ella.

Frente a ella era una persona amorosa, pero con los demás actuaba como si no necesitara a nadie. De alguna manera era admirable y tonto a la vez. 

Que gracioso. La mujer que era odiada por todos en realidad era el objeto de deseo del emperador y la emperatriz era solo una muñeca para reemplazarla.

Se tiró en la cama y alzó su mano al techo como si tratara de atrapar algo que escapaba de su alcance.

“Haa. Si tan solo me miraras a mí como la miras a ella” 

¿Sería posible?para Luciana Theobald era únicamente el emperador y esposo de su hermana.
No había una relacion especial. Simplemente un lazo superficial dictado por un papel.

Se estaba aburriendo de esa situación.
Ya no podía dormir con su mujer sin pensar en ella. 

¿Qué tenía que hacer para dejar de compararlas?

Sentía como poco a poco su mente se nublaba 

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Majestad

Una dulce voz lo sobresaltó.

Ahí estaba ella otra vez. La mujer que lo hacía temblar de locura.

Algo había cambiado en ella. Antes únicamente podía concentrarse en su rostro. Ahora la imagen era más clara, debajo de un ligero y casi transparente pijama veía su figura. 

Unos grandes y suaves pechos con delicados y brillantes pezones. Una fina cintura y una piel clara.

Luciana”-dijo mientras acariciaba su rostro. 

su majestad, en ésta vida soy yo quien decide Donde viven las historias. Descúbrelo ahora