Estoy muy feliz de estar aquí, este lugar por el que trabajé tanto para llegar, este lugar por el que me desvelaba viendo videos de su historia, y aprendiendo portugués para poder manejarme cuando quiero hablar con alguien, este lugar por el que lloré tanto día y noche.
Estoy hablando de mi querido Brasil, el país donde rueda la pelota.
Dios, qué cosa más hermosa.
Es un país totalmente distinto a Japón, es enorme, es otra geografía, otro clima, otras personas, son casi doscientos millones de personas, contra las casi ciento treinta millones de Japón, no es muy avanzado en tecnología como Japón, pero bueno, eso es lo de menos. Lo que más me gusta de Japón es que es imposible que no veas mínimo a tres personas jugando con un balón de fútbol en la calle, aquí todo el mundo ama ese deporte, forma gran parte de sus vidas, y es que estamos hablando del mayor ganador de copas mundiales, tienen cinco títulos, y todos los equipos brasileños son de alto nivel, el Fluminense, el Palmeiras, el Inter de Porto Alegre, Gremio, Botafogo, Corinthians, a mí me encantan todos, tanto que siempre que puedo voy a ir a ver los partidos a los estadios. Un día perfecto para mí, es levantarme temprano junto a mi amigo y compañero de cuarto, Pepe, alistarnos para ir a trabajar (de alguna forma tenemos que pagar el alquiler, ¿no?), y luego de trabajar, vamos a entrenar con nuestro equipo unas dos horas, y después de haber tenido un largo entrenamiento, y hay partidos del Brasileirão para ir a ver, vamos en la tardecita (y cuando es verano es aun mejor), y gritamos eufóricos cada gol que hacen. Por último, volvemos a casa, muertos por haber corrido tanto, cenamos alguna comida rápida de hacer, o también salimos a comer a algún restaurante, y nos vamos a dormir, caemos tiesos a la cama y no despertamos hasta que suena la alarma, a las ocho de la mañana del día siguiente.
Suspiro. Soy muy feliz estando aquí, siento que las personas a mi alrededor son una extensión de mí, son tan amables, son tan alegres, les encanta lo mismo que a mí: correr a donde sea, pateando un balón y con una gran sonrisa... La gente en Japón no era mala, pero mi país de origen no vive el fútbol como los brasileños, aunque ahora están implementando más el fútbol a sus vidas gracias al legado que dejé yo con mis habilidades, a veces me reconocen como "el Messi japonés", ¿pueden creerlo? Jaja. Es más: mis amigos y ex compañeros de equipo de la selección juvenil de Japón están esforzándose cada vez más para llevar a nuestro país a lo más alto de la Copa del Mundo. Es un sueño que sin duda vale la pena cumplir, y mi estancia en Brasil es un paso para lograrlo, puesto que tienen tan buen nivel, que me va a preparar lo suficiente para ir al mundial juvenil algún día y darle a Japón el primer título mundial de fútbol en su historia. Voy a dar todo de mí para lograr ese sueño, aun si me tengo que volver a lesionar del hombro y de la pierna como en el último torneo de secundaria, jaja.
Ahora estoy con Pepe caminando a nuestro apartamento que compartimos y pagamos los dos. Hoy fue un día muy ajetreado: muchos platos tenían mucha comida pegada, y nos rezongaban diciendo que seamos más rápidos. ¡Cómo odio limpiar, aaaa! ¡Odio trabajar! Pero bueno, es lo que hay, ya a mi edad tengo que tener una experiencia mínima, también entrenamos muy duro, y ahora estamos en primavera, casi en verano, por ende hace un calor espantoso. En verano solemos ir a esas playas divinas, como Copacabana, pero mi favorita es la playa de Florianópolis... El verano pasado fuimos diez días y fueron los mejores diez días de mi vida. Estas playas no hay en Japón. Por último fuimos a ver a Gremio contra Botafogo. Partidazo de los dos, que terminó con victoria de Botafogo con tres goles contra uno. Estos días son magníficos, y cuando se venga el verano vamos a estar de fiesta.
─Dios, cuando lleguemos a casa, vas a cocinar tú, Tsubasa─ me dice Pepe─. Yo ya hice un arroz con huevo ayer.
─¿Cocinar? ¿Eso existe?─ le pregunto, con cara de cansancio. No tengo ganas de tocar ni una hornalla, ni una olla, ni una sartén, ¡NADA! Me quiero echar a lo vaca vieja en la cama, ese dicho solía decirlo Urabe muchas veces, uno de mis amigos de Japón.
─¿O prefieres pedir algo por delivery?
─Quiero un chef particular que me haga montañas de comida todos los días─ bostezo.
─Apenas nos da para pagar el alquiler, tampoco pidas mucho─ se ríe.
─Bueno, ¿entonces qué? ¿Pedimos unas hamburguesas?
─Ya qué, tengo más sueño que hambre, así que no quiero comer mucho.
─Hamburguesas entonces...
En eso nos topamos con unos niños jugando con un balón de fútbol. No es necesario decirles lo que voy a hacer, ¿no?
─¡Oigan, niños! ¿Puedo jugar con ustedes?
─¡Claro, señor!
─Tengo diecinueve años, niños─ les digo con cara de pocos amigos─. ¡Muy bien, vamos a jugar!
Ellos me pasan el balón y yo lo empiezo a dominar con los pies, las rodillas y la cabeza.
─¿No era que estabas cansado?─ se ríe Pepe.
Sí, amo el fútbol con toda mi alma.
Y vivir en la tierra del fútbol es mi sueño. Mi mayor sueño, y por fin lo pude realizar.
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𝗥𝗘𝗖𝗨𝗘𝗥𝗗𝗢𝗦 𝗗𝗘𝗟 𝗔𝗬𝗘𝗥 ❱ Capitán Tsubasa ✔
FanficTsubasa Ozora tiene diecinueve años de edad, vive en Brasil junto a su amigo Pepe, y está muy feliz con su nuevo estilo de vida y no se arrepiente de nada, y más porque dio todo de sí para poder llegar hasta donde está hoy. Sin embargo, por más que...