X. 𝐔𝐍 𝐑𝐄𝐄𝐍𝐂𝐔𝐄𝐍𝐓𝐑𝐎 𝐐𝐔𝐄 𝐋𝐎 𝐀𝐑𝐑𝐄𝐆𝐋𝐎́ 𝐓𝐎𝐃𝐎 (FINAL)

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Después de enterarme del trágico pasado de Santana, me di cuenta de que él no era serio mientras jugaba solamente porque sí, sino que estaba totalmente herido por dentro, lo abandonaron de bebé en un campo de fútbol, luego lo adoptó una pareja de ancianos, después murieron en un accidente automovilístico, el dueño del equipo de fútbol del estadio donde lo encontraron lo adoptó de nuevo y le cambiaron el apellido a Bara, y ese hombre era un monstruo que lo privaba de su felicidad (¡hasta no le permitía estar con sus amigos ni ir a la escuela! ¡Es imperdonable!), lo hacía entrenar todo el día y era torturado por sus entrenadores, él trató de escapar dos veces con ayuda de Leo, pero no pudo, y estuvo diez años viviendo así. No le permitieron sentir emociones humanas; en otras palabras, lo volvieron una máquina, un Cyborg, sin embargo, pudo volver a sonreír, gracias a mí...

Siento que podría llorar, es que... Que una persona ame el fútbol y pueda sonreír gracias a mí, me hace sentir muy bien conmigo mismo, me hace sentir importante, como cuando Ishizaki me dijo que yo era como un ángel caído del cielo para él y para el equipo Nankatsu, porque gracias a mí lograron mejorar y dar lo mejor de sí.

Estar en Brasil con Pepe y Santana me hace sentir como en casa.

Respiro y dejo salir el aire con una sonrisa relajada. No estoy en mi hogar, pero este lugar se siente como si lo fuera, tantos jugadores formidables, tantas personas amables, tanto fútbol, mi mayor pasión en la vida. Yo como fútbol, bebo fútbol y respiro fútbol. El fútbol es como el agua y yo soy un pez: no puedo vivir sin agua. Yo no puedo vivir sin fútbol. 

Ahora estoy caminando a casa junto con Pepe, ya está oscureciendo.

─¿No habrá algún partido del Brasileirao para ver?─ le pregunto a Pepe.

─Creo que ya están por jugar el Fluminense con el Inter de Porto Alegre.

─Wow, son equipos muy buenos los dos, ¿quieres ir a verlos al estadio?

─Estoy muy cansado, jaja, pero bueno.

─Genial, vamos, antes de que empie...

─Tsubasa, ¿estás bien? ¿Qué viste?

─...

─¿Tsubasa?

Esto es insólito.

─¿Tsubasa? ¿Por qué te detuviste de repente con esa cara de sorprendido?

No lo puedo creer.

─¿Acaso conoces a ese señor?

─Y-yo...

─¡Tsubasa, ¿acaso eres tú?!

Sí, es él. No cabe ninguna duda. Llevo años sin verlo, pero claramente puedo recordar ese rostro, esa voz, esos ojos azules...

Dejo caer mi bolso de entrenamiento, y con el rostro bañado en lágrimas, corro hacia esa persona para fundirme en un abrazo. Sus brazos me cubren y acaricia mi cabeza. Yo no me guardo nada, dejo salir un llanto estruendoso. Pepe debe sentirse un poco incómodo, pero ya nada me importa.

Porque finalmente lo encontré. Encontré a Roberto Hongo.

 Encontré a Roberto Hongo

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𝗥𝗘𝗖𝗨𝗘𝗥𝗗𝗢𝗦 𝗗𝗘𝗟 𝗔𝗬𝗘𝗥 ❱ Capitán Tsubasa ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora