IX. 𝐄𝐋 𝐏𝐀𝐒𝐀𝐃𝐎 𝐃𝐄 𝐒𝐀𝐍𝐓𝐀𝐍𝐀

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Santana está ganando el duelo por ahora, pero esto aun no ha terminado. Voy a demostrar que las técnicas que me enseñó Roberto en Japón son invencibles.

El juego se reanuda con el silbatazo de Leo, y yo tengo la pelota, Santana piensa que voy a volver a intentar burlarlo, pero no, voy a hacer mi tiro con efecto desde el lugar donde estoy parado. Me pongo en posición de tiro. Joder, este tiro me trae viejos recuerdos del tercer torneo de secundaria.

─¿Vas a hacer tu tiro con efecto? Muy bien, como gustes, ¡pero lo voy a detener!─ corre hacia mí, dispuesto a evitar mi disparo, pero no me importa, lo voy a hacer de todas formas, este tiro puede pasar por encima de cualquier muro, y Santana no va a ser la excepción.

─¡Toma, Santana! ¡Este es mi tiro con efecto!─ conecto el tiro, y el balón roza el hombro de Santana para pasarlo e ir hacia la portería. El balón se clava como si fuese un proyectil y se dirige al ángulo de la portería, parece que va a entrar...

Sonido de la pelota pegando en el poste. ¡Maldita sea! ¡Estuve tan cerca! Al parecer el contacto con el hombro de Santana cambió su trayectoria.

Carlos Santana, eres un jugador formidable. Me sorprendiste la primera vez que te conocí, y no dejas de hacerlo. Es una lástima que no disfrutes el fútbol como debe ser, pero no te preocupes, porque aunque no gane este duelo, voy a hacer que disfrutes cada segundo en la cancha, cada toque, cada tiro, cada todo.

─¡El balón todavía sigue en juego, Tsubasa! ¡Ve por él y anota un gol para terminar empatado este duelo! ¡Solo te queda un minuto!─ me grita Pepe.

¡Uy, es cierto! ¡Tengo que recuperar el balón! Empiezo a correr hacia el balón mientras Santana me persigue. 

─¡No te dejaré!─ se barre para tratar de derribarme, pero yo logro saltar y seguir corriendo. Santana se pone de pie y corre detrás de mí.

─¡Santana, tienes que llegar primero y volver con el balón para anotar otro gol y que no tenga oportunidad!─ le grita Leo.

─¡Tsubasa, cuando recupere el balón, vas a ver cómo juega el Hijo de Dios!

¿Hijo de Dios? ¿A qué se refiere con eso? Ahora que lo pienso, no sé nada de la vida de Santana, no solo me dan intriga sus habilidades ocultas, sino también su historia, por qué es tan serio al jugar y así.

Esperen... ¡ya sé! Esto lo hice contra el Musashi en primaria.

Estamos a nada de llegar al balón, Santana está por quitármelo, pero yo me barro hacia el balón para anotar estando en el suelo, si estuviera lloviendo sería más fácil porque con el césped mojado iría más rápido, pero esto es lo único que me queda.

─¡¿Pero qué...?!

─¡Aquí vaaaaaa!─ tiro a la portería y el balón entra justo en el medio de la red.

Leo pita el final del duelo, el cual terminó empatado uno a uno.

─¡Fin del duelo! ¡Resultado final: uno a uno!

─¡Muy bien, Tsubasa!─ Pepe se acerca corriendo a mí, agitando los brazos─¡Eres asombroso!

─Jaja, gracias─ me volteo a ver a Santana, quien me mira con algo de asombro─. Buen juego, Santana, nunca dejas de sorprenderme─ le digo con una sonrisa, él también me sonríe levemente.

─Tsubasa Ozora, te voy a ser totalmente sincero.

─¿Eh?

─Nunca había disfrutado tanto de jugar fútbol como ahora. 

─¿En serio?─ una sonrisa muy ancha se forma en mi rostro.

─En efecto, y todo es gracias a ti. Eres el rival más fuerte que he tenido hasta ahora.

─Pues me alegro mucho que lo disfrutes, Santana, después de todo, estás en la tierra del fútbol, se supone que aquí se respira más fútbol que oxígeno, jaja.

─Lo que pasa es que fui entrenado por un hombre sin corazón que me hizo esto que soy: un Cyborg del fútbol, una máquina sin emociones, desde que era pequeño.

─¿Un hombre malvado?

─¿Le vas a contar?─ le pregunta Leo a Santana.

─Sí.

─Tsubasa, la historia que vas a escuchar es un poco fuerte─ me advierte Leo.

─E-está bien.

Por fin voy a saber quién eres en realidad, Carlos Santana.

─Tsubasa, yo fui abandonado por mis padres cuando era apenas un bebé. Me dejaron en una canasta, en una cancha de un club pequeño llamado Bara FC, en la ciudad de Bahía. Ahí me encontró un anciano llamado Eduardo Santana, él y su esposa Katherine se hicieron cargo de mí durante mis primeros años de vida, yo jugaba felizmente, todos los días en la cancha del Bara, y recibía el reconocimiento de jugadores reales, también conocí a Leo, mi único amigo... Sin embargo, una horrible tragedia ocurrió, y es que Eduardo y Katherine fueron enviados al hospital gravemente heridos por culpa de un accidente, y posteriormente murieron cuando aun era pequeño, yo solamente podía rezarle a un Dios tan grande como la estatua que custodiaba el estadio del Bara, el Cristo Redentor, sin embargo, ellos se fueron de todas formas. Mi única familia se fue, quedé solo en el mundo, hasta que el dueño del club de Bara, me adoptó y me cambió el apellido al suyo, justamente, Bara, y ahí las cosas se ponen más horribles... Me hacía entrenar casi todo el día para ser jugador profesional, pero me torturaban, y me dejaban encerrado en el sótano durante las noches. Eran entrenamientos muy duros.

─Ay, Santana...

Nunca imaginé que Santana haya pasado por algo tan horrible.

─Recuerdo que Leo trató de ayudarme a escapar, dos veces, pero fue en vano, y desde ese momento me dediqué solamente a jugar al fútbol, una máquina sin emociones humanas que solamente servía para eso, ese era el plan de Bara.

─Qué horror...

─Y así fueron todos mis días hasta los dieciséis años, cuando en una rueda de prensa, confesé todo lo que me hizo Bara en esos años, denuncié todo el maltrato, y decidí dejar de ser Carlos Bara para volver a ser Carlos Santana. Arruiné la imagen de ese monstruo, y por fin fui libre, aunque seguía siendo una persona sin sentimientos... hasta que te conocí a ti, Tsubasa─ me sonríe levemente.

Quedo sorprendido con sus palabras.

─Cuando jugamos la primera vez, y hoy, me hiciste sentir felicidad y emoción al jugar fútbol, algo que no sentía desde que me entregué a Bara. En verdad, te quiero dar las gracias. Ahora disfruto tanto del fútbol como tú.

─Santana─ Leo sonríe aliviado.

─No agradezcas, Santana. Disfruta de este bello deporte, así como la risa, el fútbol es la mejor medicina.

Santana ríe levemente.

─Por supuesto. Bueno, me tengo que ir a casa, supongo que nos veremos en los próximos partidos del campeonato.

─Sí, no puedo esperar a enfrentarte─ los dos nos dimos la mano, en señal de respeto─. Nos vemos, Santana.

─La próxima vez te derrotaré─ Santana y Leo se van, dejándonos a Pepe y a mí solos en esa pequeña cancha.

─Veo que tu rivalidad con él nunca acabará─ comenta Pepe.

─Mejor, porque Santana es lo que me motiva a seguir esforzándome aquí en Brasil.

Creo que ya me siento mejor. De aquí a que vuelva a Japón para disputar el Mundial juvenil con mi equipo, aun tengo que derrotar a Santana en el campeonato brasileño juvenil, y ese es mi último objetivo aquí en Brasil, porque ya conseguí las habilidades que he querido toda mi vida en este país tan hermoso.

Ya puedo estar en paz, porque en unos meses voy a crear nuevos recuerdos junto a mis amigos.

Aunque no sé por qué siento que algo muy bueno está apunto de pasar...

𝗥𝗘𝗖𝗨𝗘𝗥𝗗𝗢𝗦 𝗗𝗘𝗟 𝗔𝗬𝗘𝗥 ❱ Capitán Tsubasa ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora