Coma

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Caminaba por los amplios pasillos de ese gran edificio, saludando a quien pasaba por su lado educadamente. Sabía a dónde tenía que ir, se sabía el camino de memoria, podía llegar hasta con los ojos vendados.

Ese lugar era muy grande, con muchos empleados y muchas puertas donde sea que dobles. Pero él buscaba una puerta específica. La puerta #385.

Después de caminar por un buen rato, lo que siempre caminaba cada vez que iba, tocó la puerta, esperó unos segundos y entró sin esperar respuesta, respuesta que sabía que no llegaría de todas formas.

Cuando entró vio el lugar tal y como lo dejó el día anterior, limpio y ordenado, todo tranquilo y pacífico, pero con un leve aire depresivo por parte de él.

Tomó la silla que estaba en una esquina y la llevó al centro, ahí se sentó y lo contempló.

- Sigues siendo tan lindo estando dormido - Dijo en voz alta, acomodando la silla al lado de la cama - Te extraño... - Susurró tomándole la mano.

Era otro día donde Zoro visitaba el hospital para ir a verlo. No sabía si el día que dejaría de ir a ese lugar se acercaba, pero iría todos los días solo para estar con él... Y con su hijo.

- ¿Sabes? También extraño las peleas con el pequeño Sanji - Volteó la cabeza para ver la otra cama, donde descansaba un niño de aproximadamente 12 años - Y cuando nos amenazabas con dejarnos sin cenar por nuestras estúpidas peleas, pero al final siempre nos perdonabas -

Acarició la mano contraria con una sonrisa, ambos se veían tan pacíficos para él, no parecían los mismos. Uno era todo un rebelde que no podía estar tranquilo por más de una hora, y el otro era todo un caso, era como si todo le enojara aunque no era así, solo quería una nueva discusión ¿Y él? Él era el que se dejaba arrastrar por ambas personalidades y los complacía aún sabiendo las consecuencias.

Todo un caos.

Pasadas 3 horas o más notó que ya empezaba a anochecer, era hora de irse, las calles eran muy peligrosas cuando anochecía.

- Ya me tengo que ir - Soltó su mano, dejando un beso en esta, y se levantó de la silla. Lo miró otra vez y, como pudo, sonrió levemente. Se acercó a su rostro y depósito un beso en su mejilla - Te Amo, Luffy - Volteó para despedirse del más pequeño también. A este me dejó un beso en la frente y también sonrió - También a ti, Sanji -

Volvió a la puerta de la habitación después de dejar la silla donde estaba y darle un vistazo más a la habitación.

- Nos vemos mañana - Se despidió y cerró la puerta de la habitación.

Así como llegó, partió.

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- ¿Otra vez él? - Preguntó una enfermera a otra.

- Sí... Viene todos los días sin falta a verlos - Le dijo la otra.

– ¿Crees que se rendirá?

– No parece que lo hará. Tiene 2 años viniendo todos los días a la misma hora, se queda con ellos unas horas y luego se va ¿Por qué se rendiría ahora?

– ¿Cómo sabes que son 2 años? 

– Yo estoy aquí desde antes de que una tragedia sucediera, estuve aquí cuando sucedió, y aquí estoy viendo todos los días la misma escena... 

 ¡Llévenlos a cirugía! ¡Ahora! 

 ¡Está perdiendo mucha sangre! 

 ¡El niño está inconsciente, no tiene heridas de gravedad! ¡Nuestra prioridad es el pelinegro! ¡Está entre la vida y la muerte! 

 ¡Llévenlo a la sala 3! 

 ¡Lleven al peliverde a la sala 4! 

Recuerdos de esa noche llegaron a la enfermera, recordaba ese día muy claramente.

- El niño, aunque sufrió leves heridas, estaba muy enfermo y débil por un virus que andaba en esos días, su cuerpo no soportó tanto y terminó en coma junto a su padre. La cirugía de este había sido un éxito, pero no ha despertado desde entonces - Contó la enfermera - El otro padre, el peli verde, despertó un mes después del accidente. Desde que lo pusimos al corriente de la situación viene todos los días. Al principio se negaba a irse, pero sus cuñados lograron convencerlo -

– Es una triste historia.

– Lo es... Él está confiado de que algún día ambos despertarán y estarán los 3 de nuevo.

– ¿Tu crees que despierten?

One Piece - HistoriasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora