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Nueve meses antes.

Ambos habían pedido un capuchino.

La cafetería estaba animada debido a la hora. Darían las nueve y media de la mañana. Laura agradeció que el día estuviese nublado, para así simular el temblor del cuerpo con el frío.

Era la segunda vez que tenían ese encuentro ambos (Dennis y Laura) sin embargo, a diferencia del primer encuentro, ahora la escritora contaba con elementos puntuales para creer que el hombre sentado frente a ella no era un desquiciado, o un fanático de peligro.

Dennis era enfermero psiquiátrico. Hacía dos días, Laura había visitado a una chica a petición de este enfermero, ella se presentó como prima lejana de Dennis para ingresar en el psiquiátrico.

La chica y Laura tuvieron una larga conversación en el jardín del psiquiátrico. El motivo por el cual Laura había aceptado verse ese día, no fue a causa de lo que se dijeron; la chica y ella, no. El asunto era de una proporción novelesca, cruel y aterradora. Pero, sin embargo, prevaleció el trasfondo miserable de esa pobre chica.

Lo que la chica quería era venganza ¿Por qué yo? Había cuestionado Laura. La chica dijo que fueron los libros de esta que la habían salvado de la depresión y el deseo de morir. Laura no negaba que una parte de ella rechazó la proporción del asunto, no obstante, hubo otra, y acaso esa parte fue mayoritaria, la que la impulso a seguir, no con un deseo de curiosidad más bien casi como un detonante. Es decir, casi un deseo didáctico ¿a caso ella no escribía de crímenes? ¿Porque no pasar a la práctica? Así de descabellado fue todo aquel embrollo.

No bastaba, con una historia de tales tintes oscuros se había dicho Laura, en verdad debió ser un detonante para sentir semejante impuso de venganza que no sería una venganza benévola de enseñanza y corrección, sino una letal, pero... ¿en verdad existía tal cosa como una venganza benévola? Laura lo dudaba, al menos en la medida de lo normal estos casos eran mínimos, sin embargo, no era necesario estar en los zapatos de esa chica para saber que era una conducta justificada teniendo un pasado así de trágico, cultivar deseos de acecinar a su verdugo.

Al salir del psiquiátrico, Dennis le había entregado una USB "hay unos videos que abalan lo que dice mi paciente, Laura. Los conseguí, bueno pagué para que me los consiguieran en la Deep Wep, Me tomó un par de semanas encontrar contactos y hacerme con los videos"

Ninguno de los dos habló por largos segundos, una vez se habían instalado en la mesa de la cafetería.

Laura apenas había dormido a causa de los videos que vio de la chica.

Ver aquella brutalidad la había despojado de un velo invisible sobre la vida, y no es que antes de ver lo que vio, la realidad le fuese un suceso pasible, no.

Comprendía que cada individuo estaba sujeto a diversos factores, ya sean estos geográficos económicos o culturales, que les hacían vivir diferentes y únicos episodios traumáticos, sin embargo, después de ver los videos Laura creyó, muy a su pesar atisbar una oscura mancha que podía ser infinita en el comportamiento humano. Algo más sombrío de lo que se veía, como si lo peor de la vida humana fuese un esquema de un negro profundo dividido en diversas capaz de maldad.

La vida y la existencia no eran duras, lo eran los humanos.

Había un porcentaje menor pero letal, bajo un manto turbio de brutalidad que cohabitaba oculto en la sociedad y así sobrevivía. Laura a veces debatía estos temas con su padre debido a las temáticas de sus libros, detalle que a su padre le traía conflictos por la "temática turbia de los escritos" como le solía decir a su hija "mejor escribe un drama con un toque romántico, hija. No esas noveles turbias tuyas" más tarde al salir de la cafetería, Laura se cuestionaría si no fue acaso ella también participe de la idea de esa chica de acecinar gracias a los libros que había escrito.

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