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Laura, al día siguiente no supo como empezar la mañana.

Si lo de la nota la noche anterior no hubiera aparecido (¿en verdad, Ben se había escabullido en el interior de la cabaña? todo estaba pasando a una velocidad de vértigo) las cosas hubieran sido distintas, como por ejemplo que ella tenía pensado correr carretera arriba bordeando las últimas cabañas, luego tomar una ducha larga, llamar a su padre y finalmente ir al pueblo, dar un par de vueltas e ir hasta la casa de Dennis, pero las cosas estaban dispersas, sin admitir que "dispersas" era una descripción suave dado que lo de anoche no fue poca cosa.

El mensaje que le envío Dennis al móvil; que ponía en las últimas líneas "Por el momento es mejor si no me contactas y no me busques en el pueblo" dejó un espacio vacío, como un enorme socavón habiendo engullido gran parte de una estabilidad, que de todos modos siempre estuvo en terreno impredecible.

Laura se sintió desplazada. Un terreno desconocido y nuevo, dónde no podía tomar el control "tranquilízate Laura ¿dime que harías si esto fuera una de las tramas de tu novela?" estaba sentada en el sillón contemplando la TV apagada, las cortinas de las ventanas estaban corridas y la luz matinal de las siete y dos minutos ya era lo suficiente para iluminar toda la pequeña estancia.

La escritora tenía a un lado el móvil, en espera de la llamada de Gabriela.

Además de la navaja, bajo un cojín estaba oculto un cuchillo de cocina "improvisación" pensó Laura.

Se recostó en el respaldo del sillón. Si, la palabra en sí tenía resonancia y hasta cierto alivio, pero dejada sola, sin una intención real solo sería eso una palabra "improvisación" ella intentó mirarse el rostro en el reflejo oscuro de la TV, solo vio un contorno difuso de su cráneo, y por un instante imaginó que esa silueta abstracta era ella, pero también otra "¿quien?" a caso la mujer que maquinó un plan que ahora resultaba tan novelesco y estúpido

¿tan mal era la idea de envenenar a Ben? "El problema de los escritores es que piensan demasiado" Recordó ella del taller que una vez tomó "la ligereza y el desprendimiento son virtudes en cualquier arte" pero..., "¿Quién soy ahora?" se cuestionó Laura y con esto se inclinó un tanto y miró a la pantalla "¿y tu, quien eres?" un asesino vivía la dualidad de ser el perpetrador de algo salvaje e inhumano, sin embargo, era ese otro, el quien también vivía en la cotidianidad de la existencia ¿pensarían estos seres letales, en algún instante del vaivén de la vida en sus crímenes?

Por supuesto, creía Laura, pero... ¿de que forma? ¿El acto abusivo y horrendo de arrebatar una vida podía ser arropado si había justificantes?

Laura miró el techo y con un suspiro de frustración negó "¡No, Laura! Sabes claramente que no hay justificación ¿Qué haríamos de haberla? Mataríamos en pos de un fin heroico que blindaría la venganza ¿que venganza valdría más que otra para ser cobrada con la muerte? Al final esto es complejo, Laura. No hay ley para quienes la compran ¿entonces que queda? Tomar la justicia en nuestras manos ¿y nuestras manos son justas?" pensó la Laura.

Luego la escritora se puso en pie y tomó el móvil, lo metió en el bolsillo de su short junto a la navaja y se dispuso a salir carretera arriba.

No correría, fingiría que daba una caminata. Si Ben sospechaba de ella seguro estaría espiándola hasta podía fingir este a su vez caminar por ahí y tener un encuentro ambos.

Meditando en ellos, Laura se preguntó que tan probable sería que también Dennis estuviera entre los árboles vigilando "te voy a cuidar, no olvides que siempre estaré en el bosque, cuando el momento llegue a tensarse, voy a estar cuidándote" le había dicho Dennis la última semana antes de venir a Los Olivos.

La Escritora Donde viven las historias. Descúbrelo ahora