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nuevo nombre

-¿Quieres que haga qué? De eso nada. No pienso hacerlo -Sakura se colocó de espaldas y resopló con fuerza. Ella se sentía satisfecha después de un revolcón fabuloso y él tenía que estropearlo todo.

Sasuke saltó de la cama y se dirigió hacia la puerta.

-¿Adónde vas? -preguntó ella.

-A por la cámara.

-¿Necesitas la cámara para hablar de esto?

-No, la necesito para captar el aspecto que tienes ahora. Recuerda que tengo que captar a la auténtica Sakura.

Volvió poco después con la cámara colgada. Ella le lanzó una mirada altiva y giró la cabeza.

-Perfecto. Sakura enfadada.

Ella giró la cabeza.

-No estoy enfadada.

-¿No? ¿Y tú cómo lo llamarías?

-Ofendida. No tenías derecho a prometerle a mi gato que le cambiaría el nombre. Me encanta el que tiene. Si tú quieres bautizar a un animal, cómprate uno.

Le importaba un bledo si sonaba grosera. Toda su vida le habían dicho lo que tenía que hacer, cuándo y cómo tenía que hacerlo. Al fin vivía sola y no estaba dispuesta a que nadie, por mucho placer que le diera en la cama, le cambiara el nombre a su gato. Peaches era suyo y Sasuke podía irse al diablo.

-Estaba desesperado. No se me ha ocurrido otra cosa. Y le he dado mi palabra.

-Pues deberías haberme consultado antes.

-¿Qué? ¿Querías que iniciara negociaciones contigo desde el alféizar de la ventana, donde por cierto estaba desnudo?

-No hay ninguna necesidad de ser sarcásticos.

-No hay ninguna necesidad de ser irracionales, Sakura

Dejaría pasar aquel comentario porque la otra opción era matarlo. ¡Y pensar que había empezado a gustarle mucho! ¡Agh! La ponía furiosa.

-¿Te he pedido yo que salieras? No. De hecho, te he pedido que no lo hicieras.

-¿De verdad pensabas que te iba a dejar salir a ti?

Sakura no podía recordar haber estado nunca tan furiosa.

-¡Vaya, salió el macho! ¿Crees que eres más valiente que yo sólo por ser hombre?

-¿Valiente? -él echó atrás la cabeza y soltó una carcajada, pero no parecía muy divertido-. El valor no ha tenido nada que ver con eso. Tenía tanto miedo que no podía ver con claridad.

-¿Y la irracional soy yo? ¡Ja! Si tanto miedo tenías, ¿por qué no me has dejado salir a mí?

-Porque no podía... me parecía que era lo que tenía que hacer.

Salió del dormitorio. Típico de un hombre largarse en mitad de una conversación que no iba como él quería.

Sakura se puso las bragas y el top y salió tras él.

-Me convence tu explicación -dijo con ironía-. Me convence mucho.

-¿No puedes dejar el tema? -Sasuke se sentó en el sofá.

-No, no puedo. ¿Qué quieres que haga si me gusta tener algo de lógica en mi vida?

-¿Lógica? Tú no eres precisamente la mujer más lógica que he conocido.

-Eso tiene gracia, viniendo de un hombre que sale desnudo al saliente de un séptimo piso y le promete a mi gato cambiarle el nombre sin mi permiso porque le parece que es lo que tiene que hacer.

-¿Quieres lógica? A ver qué te parece esto. He salido ahí porque, si no lo hacía yo, lo harías tú y yo no podría soportar que te ocurriera algo -Sasuke cerró la boca con fuerza, como si hubiera dicho ya demasiado. Y, bueno, la verdad era que había dicho mucho.

¿Había salido porque estaba preocupado por ella? La embargó un calor que no tenía nada que ver con el sexo y sí mucho con la emoción. No había sido para hacerse el macho y el valiente, lo había hecho por ella.

-¡Oh! -musitó.

-Así que siento que te hayas enfadado, pero le he prometido otro nombre.

Sasuke no era un maníaco del control que intentaba dirigir sus asuntos. Y Sakura se sentía culpable.

-Creo que mi reacción ha sido un poco exagerada.

-Creo que sí. ¿A ti te gustaría ser un gato malo y llamarte Peaches? -él se estremeció visiblemente.

-Está bien. Vamos a ver qué se te ocurre a ti. ¿Qué propones?

-Es tu gato.

-Según una cultura antigua, después de salvarle la vida, ahora te pertenece a ti.

A él parecía horrorizarlo la idea.

-Pero yo no lo quiero.

-No te lo voy a dar; es sólo en un sentido figurativo. Te doy la tarea de ponerle nombre.

-Pero no la quiero.

-Pues lo siento. Tú le has prometido un nombre nuevo, así que dale uno.

-¡Pero yo no sé poner nombre a animales!

Sakura puso los ojos en blanco. Aquel hombre era sexy, ilógico y exasperante.

-¿Cómo que no sabes ponerles nombre? Hazlo y en paz. ¿Nunca has tenido un animal?

-No.

Tenía que estar bromeando.

-¿Ni gatos ni perros ni un hámster?

-No.

-¿Ni una rana?

-No. A mis padres no les gustaban los animales.

Sakura apretó los dientes. ¿Qué clase de personas eran capaces de descuidar a su hijo y encima le negaban un animal? A pesar de lo estirados que eran sus padres, en su casa había habido un perro, un hámster y varios peces de colores a lo largo de los años. Hasta una rana habría sido mejor que nada.

-No me gustan nada tus padres -declaró. Estaba deseando decirles lo que pensaba.

Sasuke pareció sobresaltarse, como si lo sorprendiera que le disgustaran sus padres por su causa. De pronto sonrió.

-No te preocupes -dijo-. Tú tampoco les encantarías a ellos. Eres demasiado... suelta para su gusto.

-¿Suelta? Eso me gusta -y ella no quería caer bien a personas así-. Pero no te vas a librar de bautizar al gato. 0 le cambias el nombre o se queda con Peaches y no cumples tu promesa.

-Eres una mujer muy dura -protestó él-. Brutus.

-No. No puedo vivir con un gato llamado Brutus. Prueba otra vez.

-Magnus.

Sakura hizo una mueca.

-Olvídalo. He tenido una idea genial. Le pondré yo el nombre.

-Me parece bien. ¿Cómo se va a llamar?

-Sasuke. Le pondré tu nombre.

Y sorprendentemente, él no pareció molesto ni enfadado, sino más bien complacido de que le pusieran su nombre a un gato.

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