Capitulo 10

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El beso fue bastante intenso, Gerard se jactaba de la fama que se había hecho como buen amante, parte de esa fama se debía a su manera de besar.

Estrechó a Frank por la cintura y con el otro brazo sostuvo su nuca para no permitir que se escapara, sus labios le parecían húmedos y suaves, apetecibles y no pudo evitar morder un poco, apenas y le daba tiempo al otro de respirar, pasó su mano de la nuca hacia el cuello y parte del mentón donde sostuvo para abrirse paso con la lengua, el menor se notaba tenso y respiraba agitado, no le correspondía como solían hacerlo sus ex amantes, tal vez por la inexperiencia.

El placer que experimentó con aquel beso sólo lo hizo desear más, quiso tocarlo pero Frank en un descuido lo apartó de forma brusca y le soltó una bofetada en el rostro, para luego correr llorando a su casa.

Gerard lo alcanzó, fue bastante fácil pues Frank era corto de estatura y cuando corría avanzaba lo mismo que una persona normal caminando rápido. Entró a la casa para correr directo a la habitación, Gerard se quedó al pie de la escalera observando y Jamia lo miró a él con bastante extrañeza.

–¿Criticaste su peinado de hoy verdad?.– Habló bastante severa, como una madre que regaña a su hijo.

–Ojalá hubiera sido sólo eso... ¿Si te doy dinero me ayudarías a que se contente?

–¿De cuánto hablamos?

Gerard sacó un bonito prendedor de oro con rubíes y se lo mostró a la niña, quien lo recibió más que feliz, no le importaba que aquel chico fuera un completo extraño, lo único importante es que le habían regalado una joya costosa sólo por decir qué cosas le gustaban a su hermano.

Aunque posteriormente se arrepintió pues el chico le pedía ayuda para todo, harían una buena cena para Frank y Gerard quería que todo saliera perfecto.

–Yo no mataría a ese animal si fuera tú.– Recomendó viendo al pálido tratando de capturar un pavo

–¿Por qué?

–Frank es vegetariano, odia comer animales, sobretodo si son suyos, peor si ya les puso un nombre.

–¿Qué recomiendas entonces?

–Le gustan los frutos, en especial los de conserva, pero sólo los podemos conseguir en su cumpleaños cuando la señora que los vende se los regala.

–¿En dónde está el negocio?

–En la granja vecina, es interesante porque nosotros les vendemos los melocotones a buen precio pero ellos nos quieren vender las conservas de melocotones más caras.

–¿Quieres acompañarme? Te compraré algo a ti también

La niña accedió feliz, guió al chico por en medio del bosque que separaba las granjas, entre caminos enredados y algo lodosos donde también recogieron las flores que más le gustaban a Frank, Jamia sabía de la condición de su hermano, había soñado que se mudaban a la ciudad y Frank atraía a un hombre rico que les solucionaba los problemas, así como en los cuentos, comenzaba a sospechar que así sería con la ventaja de que no tenían que mudarse, el hombre rico había llegado solo a la casa y era su deber que su hermano no arruinara el futuro de ambos.

Conversaron en el camino y rieron también, Jamia comenzaba a ver a aquel sujeto como otro hermano, pues tenían varios gustos en común como el gusto por la música de Johannes Bhrams o Tchaikovsky. Además de un gusto particular por la pintura y el dibujo, Jamia había vendido un par de obras en los eventos de la iglesia, hace años cuando unos condes visitaron el pueblo y llevaron uno de sus cuadros para su hijo mayor. Al describir la obra Gerard reconoció una de sus obras favoritas, regalo de sus padres por su cumpleaños.

Ambos festejaron la coincidencia con unas empanadas de pavo que les vendió la vecina, estaban tan bien hechas que llevaron más para la cena, debido a que regresaron tarde, entre conversación con la señora y distracciones en el bosque.

Incluso olvidaron que habían ido por contentar a Frank, quien no había salido de su habitación por llorar hasta quedarse dormido, pensaba que su vida había acabado por ser padre soltero, aquél sujeto no había tenido consideración con su pureza al atacarlo de esa manera y se mordía las uñas pensando en lo que diría a su padre, en la paliza, ser el hazmerreír y la comidilla del pueblo... Se miró al espejo y notó que ya tenía pancita.

Comenzaba a oscurecer y recordó que Jamia estaba en la casa, si ese sujeto no había tenido consideración con él, temía por su hermanita, lloró de desesperación al no encontrarlos por toda la casa, se maldijo y pensó en qué tan mal padre sería si no podía cuidar a una niña de 10 años. Estaba poniéndose un abrigo para salir en busca de Raymond cuando la puerta se abrió y entraron los susodichos con canastas llenas de comida y flores.

–¡Jamia! ¿Qué tienes? ¿Estás bien? ¿Te hizo algo?.– Habló rápido buscando alguna herida o algo en su hermanita, la abrazó fuerte al punto de casi safarle la cabeza y luego se dirigió a Gerard quien había huido a la cocina.– ¡Tú! Vete de esta casa, me hiciste pasar momentos horribles, arruinaste por completo mi vida.– Comenzó a llorar

–Yo...

–¿Qué haré con un bebé? Ni siquiera estamos casados, ni siquiera nos conocemos...

–¿Qué?.– Arrugó la nariz, no recordaba haber llegado a tanto como para pensar que lo había embarazado

–¡Estoy embarazado, maldita sea!

–¿Qué? ¿Por eso estabas llorando?.– Entró Jamia a la cocina, le intrigaba el griterío.– ¿Por eso estabas interesado en llevarte bien conmigo? ¿Vamos a ser familia?.– Se dirigió a Gerard quien miraba extrañado a ambos

–Creo que hay una confusión aquí...– Intentó explicar pero Frank seguía llorando y Jamia no sabía cómo mirar a ambos, parecía todo muy rápido considerando que Frank no se llevaba bien con él y no concebía la idea de que fuera a tener un sobrino siendo tan joven.

Gerard se pasó la mano por el rostro, con cierta desesperación y sin creer que existieran personas tan ignorantes. Una vez que Jamia calmó los nervios de Frank con una infusión les pidió que tomaran asiento en la estancia para charlar.

Le había parecido ver el tema en un libro de medicina de Frank, así que fue por él y comenzó a explicar.

–Frank, para que el embarazo ocurra debe existir hum...– No sabía qué decir sin que la pequeña se expusiera a temas para los cuales aún no estaba lista.– Tú y yo debemos tener más cercanía... Hum... Puedes leerlo ahí.– Señaló el párrafo y dejó el libro en manos de Frank.– Un beso no es lo suficientemente cercano como para engendrar un hijo.– Sentenció, miró en silencio a ambos y luego esquivó el libro antes de ver a su precioso levantarse enojado.

–Tal vez no tendré un hijo, pero mi virtud queda comprometida.– Peleó, en su pensamiento folclórico, cuando asistía a las bodas era el único momento en que las parejas podían besarse, puesto que el esposo ya podía tomar a la esposa, según su abuela, las parejas que tenían cercanía de cualquier tipo antes del matrimonio cometían pecado pues caían en la indecencia y la inmoralidad.

Gerard respiró hondo, Frank era una persona difícil, sonrió tontamente cuando una idea vino a su mente y el castaño molesto lo miró mal

–¿Qué te divierte tanto?

–Pues, para restaurar tu virtud podríamos casarnos.

Vampires will never hurt youDonde viven las historias. Descúbrelo ahora