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La frialdad de Harry me está volviendo loca.

Anoche llegó a casa, volvió a hacerme el amor. Quiero pensar que está haciéndome el amor y durmió en otra habitación.

Ha estado haciendo lo mismo durante tres malditas semanas y me está volviendo loca.

Pero mi orgullo es tan grande que no soy capaz de ir a buscarle cada noche a la otra habitación. Tampoco puedo negarle mi cuerpo, yo también lo deseo tanto que duele.

Siempre le repito una y otra vez que lo amo, aunque no recibo respuesta alguna.

Mientras tanto, debo mantener la cabeza fría mientras está en su despacho.

No me gustó cómo la gente me miró esta mañana. Como si en mi cabeza hubiese un letrero que diga que soy una maldita infiel.

Deben ser ideas mías.

Toco la puerta de su despacho. No necesito anunciarme con su asistente. Pero al poner un pie dentro de su oficina me llevo una sorpresa no tan sorpresa que hace que se me caliente la sangre.

―Katrina―siseo―Siempre es una sorpresa verte por aquí.

Katrina Dash. Toda rubia con senos grandes que nació para ser odiada.

No sólo por ser hermosa y una total perra.

Sino por ser la ex novia de Harry.

―Emily ¿O debo decirte señora? ―Lo dice con sarcasmo.

―Aunque te pese y te tardes más. Ya deberías de aprenderlo.

―Es triste saber lo mucho que has cambiado.

Harry se mantiene al margen.

No puedo creer que deje a esta mujer hablar más de la cuenta. ¿Y qué demonios hace ella aquí de todas maneras?

―Eras mi mejor amiga, Katrina. Después en aquel verano mientras Harry y yo nos dimos un tiempo, corriste a consolarlo. Pero fui yo quien se casó con él.

Mi discurso no le gusta nada. Lo sé.

―Y ya sabemos por qué.

Dinero.

Desde luego que no.

Me casé cuando Harry no tenía nada. Incluso yo ganaba más dinero que él ese año, y eso que era su secretaria, aunque también de otros corredores más.

Nadie en el jodido mundo me vendrá a decir que me casé por dinero cuando todo esto lo hemos construido juntos.

No lo voy a permitir.

―Será mejor que salgas de aquí. Que tu padre sea parte de esta empresa no te hace especial. Que sepas que fue pura obra de caridad la que hicimos con él, luego de su patética bancarrota.

Soy una perra cuando lo son conmigo, mujeres como Katrina Dash hay que bajarlas de su pedestal y que pisen tierra firme de vez en cuando.

―Es suficiente, Emily―Me reprende Harry. Es la primera vez que hace algo como eso. Siempre mis encuentros con Katrina son así, como cuando un tornado conoce a un volcán.

―Te veré por ahí―Katrina mueve su trasero, revoloteando hasta llegar a la puerta y golpeando levemente mi hombro. ―Deberías de tener vergüenza. ―Me susurra.

Una Criminal CulpableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora