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            Mientras los novios bailan, yo recuerdo cuando estuve ahí, en ese sentimiento, lo que Sidney siente ahora mismo.

Una emoción perfecta, que no quieres que acabe. Que tu marido te vea de la misma manera en que Rick ve ahora a mi hermana. Que los demás estén feliz por ti, y tú, soñando en cómo serán los días después de éste.

Que nada ni nadie se interpondrá en su camino, y si algo ocurre, lo solucionarán juntos, saldrán adelante siempre, sintiendo el amor que va creciendo cada día más hasta que ya no te cabe en el pecho.

―¿Quieres volver a casarte conmigo? ―Pregunta Harry, mientras toma mi cintura. Bailamos al ritmo de la suave música y yo me quedo viéndolo como una boba enamorada.

Pensé que disimulaba frente a la gente y mi hermana. Pero lo conozco, y su mirada al menos hoy es diferente, por lo tanto, lo tomo. Aunque sea solo éste momento. Lo tomo todo.

―Estoy bailando contigo ahora. ¿Por qué necesitas una boda?

―Buen punto.

Aún sigo molesta con él. Pero hoy no, no quiero arruinar el día de mi hermana. Mientras tanto, voy a actuar, así como lo hace él, como si no pasara nada y fuésemos el matrimonio más feliz de todos.

Ahora me conformo con estar así con él, cerca; sin pensar en nada más que en este momento e imaginar el día de nuestra boda, cuando estuvimos así, exactamente así, con menos lágrimas y más sonrisas.

―Te amo.

Me deja helada. He estado queriendo escuchar esas palabras de su boca desde hace unos días atrás. Y ahora es como si fuera un bálsamo que cura todo tipo de herida.

La herida que había dejado en mi corazón desaparece poco a poco. Recordándome quién soy y quién es él. Voy a malditamente matarlo si está jugando conmigo.

―¿De verdad?

Me estrella contra su pecho, y yo me quedo con los ojos cerrados, abrazándolo también como si no se tratara de mi marido. Mi esposo, el hombre que amo.

―Por favor, si estoy soñando no me despiertes.

Ha sido el mejor sueño que he tenido hasta ahora. Sentirlo de nuevo conmigo.

―Salgamos de aquí.

...

―¿Qué hacemos en uno de tus hoteles?

Condujo hasta la ciudad, a unos pocos minutos de donde estábamos para venir a uno de sus hoteles. La gente se nos quedó mirando un poco extraño. Cabe recalcar que iba en sus hombros como si estuviese raptándome.

No le dije que se detuviera, tampoco me molestó la forma en la que me miró la gente.

Mi vestido no me pedía tregua tampoco, pues estaba intacto a pesar de su tacto rudo y posesivo.

Estaba siendo mi marido después de todo.

―Te quiero para mí solo esta noche, sin el personal de la mansión dando las mismas vueltas que yo.

Me río.

―Son buenas personas, se preocupan por nosotros.

La habitación, o más bien, el ático en el último piso del hotel es bastante ridículo en su tamaño.

Ya había estado en el hotel antes, pero no como un huésped, sino más bien, ayudando a elegir el diseño del interior. Otro ridículo diseño italiano al estilo de mi más controlador y casi perfecto esposo.

―Te tengo a ti para que te preocupes por mí.

Recuerdo que apenas y toco su comida en la recepción de la boda. No lo culpo, yo tampoco lo hice. ¿Quiere que cuide de él?

Lo haré a la vieja escuela, como todo comenzó.

―¿Quieres que cocine para ti?

―¿Hace cuánto no haces algo como eso para mí?

―Desde que éramos solamente Harry y Emily, nada de poder, mentiras y Starblack.

―Es verdad. Pero quiero recordar viejos tiempos. Cocina para mí...Desnuda.

Sus órdenes son como un poema para mí. Empiezo quitándome lentamente el vestido frente a él. Cuando solo quedo en ropa interior lo ayudo a desnudarse.

―No querrás adelantarte al postre, cariño.

Juguetea con mis pechos y me señala que aún hay telas por quitar.

Al quedar complemente desnuda, busco la cocina y algo para cocinar. Venimos de una boda, pero no he probado bocado ni Harry, me pregunté por qué y ahora lo sé. Tenía planeado esto desde hace unas horas. Me da gusto, porque muero de hambre.

Al poner los huevos revueltos sobre el sartén, siento el aliento de Harry en mi cuello. Tiemblo y echo mi cabeza hacia atrás. Me toma del cabello y hace que gire mi rostro para besarlo.

Lo hago.

Al sentir su miembro rozar en mi culo me preparo para lo que viene.

―Se va... A quemar la comida.

De nuevo vuelvo a temblar cuando me aparta de la estufa y me lleva a la isla de granito de al lado. Siempre de espaldas hace que me incline y entra de de un solo empellón en mi sexo.

―Sostente fuerte―Me ordena firmemente sin parar.

Esto es mejor que la comida.

―¡Joder!―Gruñe―Eres tan exquisita.

Me sostengo fuerte como me ordenó, sentirlo dentro me hace estremecer al punto de gritar su nombre.

―¡Harry!

Ahora lo que queda de los huevos revueltos es solo humo. Ambos nos echamos a reír por ello y nos quedamos viendo.

―¿Servicio a la habitación?

―Servicio a la habitación.

Y todo lo que él quiera.

Una Criminal CulpableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora